Urgente Parte de la cúpula fiscal pide la dimisión de García Ortiz por negarse a responder al juez

Hace unos años el titular habría sido 'Euskadi, en una encrucijada', pero las cosas han evolucionado y hoy las rotondas distribuyen mejor el tráfico, con más seguridad y agilidad y han sustituido a los cruces. Una rotonda también permite sostener la ilusión de movimiento, pero ... sin salirse de ella, sin avanzar.

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Recientemente, el lehendakari Urkullu celebró dos cumbres, una de presidentes autonómicos y otra del llamado Arco Atlántico, con un punto en común: la defensa del enlace ferroviario atlántico con Centroeuropa tras las desfavorables noticias procedentes del Gobierno francés que aplazan hasta 2042 sus inversiones en una parte del recorrido. Estos aplazamientos, en ocasiones, suelen ser síntoma de que esa inversión en realidad no está siendo considerada, ni siquiera para la lejana fecha que se anuncia.

La cuestión de las comunicaciones es central cuando se habla de la economía. Las comunicaciones físicas son, y seguirán siendo, claves para los modelos productivos que tenemos a nuestro alrededor. De tal manera que contar con infraestructuras de calidad favorecerá a quienes dispongan de ellas frente a quienes mantengan estructuras menos competitivas. Como es claro, estos movimientos no son rápidos, pero sí son inexorables. Y es evidente que Euskadi, y todo el frente atlántico, estamos perdiendo posiciones frente a otros países hacia los que Europa está basculando, pero también hacia el Mediterráneo ibérico que lleva muchos años de ventaja sobre el Atlántico a la hora de definir sus prioridades para estas infraestructuras y de defenderlas.

La unidad de acción de los territorios y actividades más concernidos es esencial, llevamos retraso y conviene recuperarlo. Las dos cumbres recientes no son las únicas que se han celebrado sobre este asunto, pero sí son las únicas en las que ha participado Euskadi. Para que la acción tenga éxito es claro que el Estado español debe estar involucrado en este proyecto y también Portugal y, al menos, la región aquitana de Francia. La visión internacional es imprescindible para que Europa, y Francia, den relevancia a este movimiento de unas regiones que no están apartadas de las tendencias del futuro y que desean contribuir a la construcción del proyecto europeo. Sumar a esta acción a las asociaciones empresariales, universidades y otros agentes puede ayudar a que la labor sea más visible y potente.

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La organización de la acción también es imprescindible. Hace unas semanas, como reacción a las cumbres atlánticas anteriores, el Gobierno central nombró a su comisionado para el corredor atlántico, cuando hace cinco años que designó al del corredor del Mediterráneo, lo cual da una idea de que no es solo el Gobierno francés con el que hay que hablar. Es ingente la labor a la que se enfrenta este comisionado, empezando por conseguir ser convocado a alguna de las cumbres que se vayan celebrando. Y tampoco es pequeña la tarea de definir cuál es el proyecto.

Y es que es imprescindible la definición de las prioridades, lo cual conlleva la difícil cuestión de pactar las actuaciones no prioritarias. El corredor atlántico es mucho más complejo que el mediterráneo. Se entrecruzan diferentes anchos de vía, diversas vocaciones, para pasajeros o para mercancías, ramificaciones para conectar con diferentes ciudades. El corredor pretende unir Algeciras con Lisboa y con Vigo e Irún, pasando por Madrid. Todo esto dificulta la visibilidad y compresión del proyecto. Se impone la búsqueda del camino que obtenga el mayor resultado con la menor financiación y en el menor tiempo posible y sobre él sumar los diferentes intereses sin que perjudiquen lo esencial. El tiempo es oro.

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Pero no es tan extraño que nos encontremos en esta situación. Tenemos una semejante dentro de nuestro propio país. La vía Durango-Beasain, calificada de interés preferente y que es «fundamental en la integración del territorio guipuzcoano y vasco» según el Plan de Carreteras de la comunidad autónoma, lleva cerca de 30 años sin culminarse y sin solución definida. Falta, precisamente, la solución para el puerto de Kanpazar, el lugar en que las dos diputaciones se dan la mano, o la espalda, afectando a comarcas del interior que se han visto relegadas, durante décadas, a circular por vías poco competitivas con las de otros lugares. Lo que no habrá ayudado ni al nacimiento ni a la supervivencia ahí de algunas industrias.

Nunca es demasiado tarde para actuar. La utilidad de estas infraestructuras está, precisamente, en la conexión, y esto no se termina con la rotonda de Gipuzkoa o la conexión de los valles de Bizkaia con Bilbao o con la 'Y' ferroviaria vasca, que no deja de ser una rotonda entre las tres capitales. Es clave atender las conexiones con los otros territorios vecinos y con las áreas europeas donde queremos ser tenidos en cuenta.

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