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Belorado ·
Las monjas rebeldes no reconocen a la Iglesia, pero le pasan las facturasHay una novedad importante en el sainete cismático-inmobiliario de las monjas de Belorado. Hablo por supuesto de que a José Ceacero, el improbable sacerdote que acompaña a don Pablo -el obispo imposible- y que fue barman del estilo combinatorio antes que fraile, se le ... conoce ya como 'el cura coctelero'. Maravilloso. Inmejorable. Si se fijan, la aliteración aumenta y todo rima en consonante en la versión extendida: Ceacero, el cura coctelero. Yo no sé a quién le debemos el hallazgo, pero ya es de todos. Se ha impuesto de un modo tan natural que ni siquiera descarto que el autor sea solo un intermediario. El sobrenombre es certero e incuestionable como caído del Cielo.
Pero no todas las novedades en Belorado son onomásticas. Parece que el obispo don Pablo y José Ceacero, el cura coctelero, han dejado el convento. Su marcha se debe en principio al consejo de los abogados que defienden los «derechos personales y patrimoniales» de las monjas. Lástima. Es que la otra opción era que las monjas hubiesen expulsado al obispo sedevacantista negando su autoridad tras negar la del mismísimo Papa y completando así lo que sería el segundo cisma en mes y medio: una plusmarca en herejías.
Da la sensación, sin embargo, de que la rebeldía de las monjas pierde fuelle. Quizá comienzan a entender lo que supone pleitear contra Roma. Por lo pronto, al arzobispo Iceta las monjas no lo reciben, pero ya le envían las facturas. El convento acumula gastos por más de veinte mil euros y a las hermanas no les parece mal que los afronte la Iglesia del «Latrocinio Vaticano II». El movimiento no es fácil de explicar en términos de iluminación. Tras expulsar a los mercaderes del Templo, Jesús no les pidió abrir una línea de crédito alegando problemas de 'cash flow'. Al parecer, en las cuentas que van llegado al obispado aparece la compra de género para la repostería pero no los ingresos por la venta de las famosas delicias monacales. Sin ánimo de señalar, y por puro interés contable, ese misterio quizá sea fácil de resolver a poco que don Pablo y don José a lo coctelero le sumen lo chocolatero.
Cataluña
El Parlament celebró ayer un Pleno de investidura y hubo lazos amarillos y fotos de Aurora Picornell como la que el presidente del Parlamento balear rompió tan estúpidamente hace más de una semana, o sea, hace una eternidad en la España del escándalo constante. Lo que no hubo en la sesión de investidura fueron candidatos a la investidura. El pleno solo sirvió para arrancar un plazo de dos meses en el que, o se conforma una mayoría, o se repiten las autonómicas. Por si fuera poca originalidad, la inutilidad del Pleno de ayer se extiende al mismo Parlament. Todo el mundo sabe que las negociaciones sobre el futuro Govern atañen en realidad a La Moncloa y a Waterloo y no será raro que requieran de otro mediador internacional, quizás especializado en financiaciones creativas. En Bélgica, por cierto, hay problemas con eso mismo. Asociaciones que dan cobertura al Consell de la República de Puigdemont han detectado gastos problemáticos en las cuentas de la entidad que tienen que ver con Toni Comín. Entre ellos, según parece, 'caterings' suntuosos y vacaciones en velero en la costa francesa. Ojalá se pasasen bajo un concepto emocionante. 'Altos sacrificios por el país', pongamos por caso.
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