Urgente Parte de la cúpula fiscal pide la dimisión de García Ortiz por negarse a responder al juez

Que el PP iba a gobernar Castilla y León cambiando a Ciudadanos por Vox se supo desde que se abrieron las urnas y se vio que los votantes le daban a Vox la misma representación que en 2019 tuvo Ciudadanos. Ayer Fernández Mañueco anunció el ... acuerdo de legislatura sobre la bocina. Lo hizo con su gestualidad característica, que hace pensar en la posibilidad de que alguien sea el ventrílocuo de sí mismo. «Formamos un gobierno sólido», aseguró Mañueco, que hace tres meses convocó unas elecciones, no ya por sorpresa, sino por Twitter, y destituyó a su vicepresidente prácticamente mientras estaba en directo en una radio. Lo digo por lo de la solidez. Juan García-Gallardo, líder de Vox en Castilla y León, celebró que el acuerdo con el PP es «sensato». Yo le vi moderado. Ni siquiera hizo un 'Zoom' con el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa para rezar juntos por la invasión militar de los países que celebran el Día del Orgullo Gay.

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Ya con Gobierno en Castilla y León, el PSOE aporreó el tambor ético. «La primera región de Europa en la que gobierna la ultraderecha». Se conoce que Lombardía y Véneto llevan treinta años en Oceanía. Y que los de la Liga Norte son de Euzkadiko Ezkerra. Eso solo en Italia. Más directa, Adriana Lastra, que le detecta rápido al acuerdo con Bildu el triunfo de la democracia, sentenció: «pacto de la vergüenza». Pero es que eso ya lo decía tal cual Pedro Sánchez cuando el PP pactaba en Asturias con Foro. Al que tampoco le gustó lo de Vox gobernando fue a Donald Tusk y eso sí es distinto. Recuerden que, cuando lo de Cataluña en 2017, lo nuestro con Tusk y Tajani fue veneración. Se les dio el Princesa de Asturias porque no se les pudo dar una isla a cada uno en Canarias. Europa era entonces la respuesta y ahora alguien tendrá que ir a Bruselas a explicar el despropósito. En España la superación del bipartidismo ha derivado en un sistema en el que los dos grandes partidos van a gobernar con lo que queda a sus extremos, sea lo que sea eso en términos de populismo, antipolítica, identitarismo, extorsión o chifladura. Las reglas de juego han cambiado de un modo simétrico. Y en los últimos tres años ha quedado claro ante cada supuesta línea roja que, el que necesite hacerlo, sencillamente, lo puede hacer.

UCRANIA

Bienvenidos

El Gobierno vasco ha puesto en marcha bajo la presidencia del lehendakari el organismo que va a ocuparse de la acogida de refugiados ucranianos. Era algo que urgía, pero no a niveles autonómicos, sino nacionales y europeos. Vemos estos días cómo Polonia acoge a los refugiados de un modo ejemplar y cómo mucha gente se organiza para viajar a la frontera y echar una mano. Sin embargo, no es lo mismo agarrar el coche para traerte a un familiar que hacerlo para ayudar en general, de un modo que en la mayoría de los casos no podrá ser más bienintencionado pero probablemente sí más eficaz. De eso, de la organización y el control, de las garantías, deben encargarse las instituciones. También para que la gente que sale de Ucrania viaje segura. Y encuentre lugares, entornos, recursos que les permitan establecerse, sabiendo como sabemos que un regreso rápido a su país es lo que todos deseamos, pero también lo menos probable.

MADRID

Te denuncio

Ayuso anunció ayer en la Asamblea que va a llevar a la Fiscalía doce contratos del Gobierno realizados durante la pandemia. No fue control de la gestión. Fue pura guerra política. ¿Investigáis a mi hermano? Pues os investigo yo a Illa y Ábalos. El ciudadano, claro, estupefacto. Igual no se veía semejante mezcla de frivolidad y animadversión desde aquella vez que Jesús Gil y Julián Muñoz se calentaron en un plató y acabaron acusándose el uno al otro de delitos. Es que se funciona mucho así en los programas del corazón. ¿Ah, sí? Pues te denuncio.

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