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Desgarro en Mondragón

Editorial ·

La ruptura de las cooperativas Orona y Ulma fuerza a abrir una nueva etapa al mayor grupo empresarial de Euskadi

el correo

Sábado, 17 de diciembre 2022, 00:04

La salida de la Corporación Mondragón aprobada ayer por una holgada mayoría de los socios de Orona y Ulma en sendas asambleas extraordinarias con el fin de ganar autonomía en sus proyectos de crecimiento y expansión coloca al primer grupo empresarial de Euskadi en uno ... de los momentos más decisivos de su historia. No solo por el elevado peso en su estructura de ambas compañías, sino porque incentiva un debate trascendental para su futuro: cómo debe ser el modelo de gobierno de las cooperativas integradas en su seno. Las diferencias al respecto que tradicionalmente han convivido entre firmas de una muy dispar dimensión, trayectoria, actividad y expectativas han derivado en posturas irreconciliables entre los rectores del consorcio y las dos que han optado por la ruptura tras la sacudida que representó la quiebra de Fagor. La decisión, precedida de una virulenta polémica que contrasta con la discreción característica de la entidad, supone un desgarro interno con inevitables consecuencias económicas y de imagen.

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El apoyo a la escisión por parte de un 70% en Orona, fabricante de ascensores y equipos de elevación, y de un 80% en las nueve empresas que conforman Ulma, dedicadas a diversos ámbitos, no deja lugar a dudas sobre la voluntad de sus socios. La corporación acompañó su «respeto total» a ese resultado con una defensa de la «intercooperación y la solidaridad» como señas de identidad que, según subrayó, han permitido a todas sus cooperativas desarrollar sus proyectos con plena «soberanía» y les han garantizado un salvavidas en coyunturas adversas. Las dos que emprenderán un camino en solitario figuran entre las más punteras del grupo. Suman más de 10.800 trabajadores, un 15% de su facturación y la mitad de los beneficios de la división industrial (172 millones).

Evidentemente, su marcha no es inocua para Mondragón. Pero el consorcio, un puntal básico de la economía vasca, dispone de suficiente músculo como para que no condicione su presente ni su futuro, y ha dado en sus 66 años de historia sobradas muestras de saber adaptarse con éxito a las peculiaridades de cada momento. Sería un error considerar la salida de Orona y Ulma un fracaso del cooperativismo; un modelo muy vivo, lo que no le exime de un permanente esfuerzo para amoldarse a un mundo globalizado y cambiante, reforzar su competitividad y optimizar su organización desde el respeto a los valores inculcados por su fundador, José María Arizmendiarrieta.

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