Urgente Parte de la cúpula fiscal pide la dimisión de García Ortiz por negarse a responder al juez

Un deportista se ha lamentado esta semana por no poder aportar a su equipo lo que este esperaba de él. Y muchos se han encolerizado.

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Los deportistas profesionales son el circo de nuestra época. Como en su momento los gladiadores. Son el entretenimiento que el ... gran público ha elegido. Y por eso todos esos profesionales cobran una pasta, acorde exclusivamente con la atención que su deporte acapare. Es decir, los tenistas cobran más que los que juegan a bádminton, por ejemplo. Y por eso, como contrapartida (y como hacían los romanos con los gladiadores) el público puede gritar, alardear o criticar a sus deportistas. Porque es su entretenimiento, básicamente.

Pero lo que no podemos hacer es incurrir en la paradoja del 'con lo que cobran estos tíos en calzoncillo'. Porque quienes les pagamos el sueldo somos nosotros, que los hemos elegido como nuestro entretenimiento. Cuando dejen de entretenernos, dejarán de tener esos sueldos.

Y si son gladiadores, no es solo porque estén bendecidos con una genética, que también. Esto me lo explicaba muy bien un gran futbolista de los 80 (no diré quién): «No es que se me diera bien correr… es que tenía la necesidad de ser el más rápido». Esta gente tiene un hambre de competir exorbitada. Y si dejan de tenerla, se diluyen. Ya no son gladiadores. Ya no entretienen. Ya no cobran.

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Así que, si uno de ellos se disculpa por no estar haciéndonos disfrutar, como mínimo mostremos un respeto. El perdón siempre merece un respeto. Pero parece que la comprensión o la caridad son palabras más para tazas y camisetas que para la vida. Quizá porque no somos una sociedad de principios, sino de eslóganes.

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