La expedición al Manaslu entra en calor

La jornada ha empezado pronto. La diana ha sido a las siete de la mañana y la bonanza meteorológica que continúa en el Himalaya ha permitido al grupo incluso desayunar en el jardín del lodge. A las ocho de la mañana todos tenían ya la mochila a la espalda y ha comenzado la caminata. Si ayer ya descubrieron la belleza y majestuosidad del Himalaya, hoy ha sido un verdadero parque de atracciones de puentes suspendidos, cascadas, cañones y pequeños pueblos donde la vida tiene un ritmo desconocido en el mundo desarrollado y reciben a los caminantes con cierta sorpresa tras un año sin ver prácticamente a ningún extranjero.

Los expedicionarios han tenido, además, una compañía inseparable durante toda la marcha, las reatas de mulas. En algunos casos con hasta cuarenta animales. Son el principal, y casi único, medio de transporte de mercancías en el valle. En este y en casi todos los del Himalaya, sustiuidos, si acaso, por yaks según la región.

Así que no cuesta entender la importancia que para ellos tiene la carretera que se está construyendo hasta Samagaon, en un proyecto que tiene previsto continuar valle arriba hasta la frontera con Tíbet en un paso situado a cinco mil metros de altura, lo que la convertirá en una de las carreteras más altas del mundo. El ruido de los martillos neumáticos con los que perforaban la roca para colocar la dinamita ha acompañado a los caminantes en muchos momentos. Incluso han escuchado un par de las explosiones con las que horadan la roca para hacer el camino.

La etapa ha tenido un punto intermedio importante en Jagat, a unos diez kilómetros de la salida de Dhoban. Es la puerta de entrada del Manaslu Conservation Area, lo que en España vienen a ser los Parques Nacionales. Un puesto militar controla la documentación de todos los visitantes -en Nepal hay que pagar para acceder a estas áreas protegidas- y en el caso de la expedición de Alex Txikon, que habían pasado los siete días de 'confinamiento' desde la llegada del grupo al país.

Jagat ha sido también en lugar en el que reponer fuerzas con el inevitable Dal Bhat, antes de retomar la caminata para cruzar la, sin duda, mayor atracción de la jornada: un puente suspendido de más de cien metros de largo bajo el cual confluían dos ríos y tres cascadas.

A punto de llegar ya a Philim, el grupo también han podido divisar las primeras nieves perpetuas de la expedición. A Iñaki Álvarez le ha faltado tiempo para visualizar una «evidente» ruta de escalada al pico por su arista oeste y se han cruzado apuestas sobre su altitud. El mapa ha despejado las dudas: un seismil que no tiene ni nombre. Cosas del Himalaya.