Tras poner fin a su expedición al Everest, Alex Txikon aguarda en Katmandú el momento de volver a casa, confinado en su habitación del hotel. Tumbado en la cama y con cara somnolienta, atiende por videollamada a EL CORREO mientras las horas transcurren con lentitud. ... Un tiempo que da para pensar. Y para dudar. No se arrepiente de haber ido, pero reconoce haberse dado cuenta de la gravedad de la situación demasiado tarde y no haber suspendido la expedición antes. Y avisa: «Aquí hay 'blanquitos' (nombre despectivo que utilizan los nepalíes para referirse a los occidentales) con PCR positivo que se pasean por la ciudad y por el hotel como si nada. No entiendo tanta irresponsabilidad. Seguro que en casa no lo harían».
- ¿Cómo se encuentra?
- Bien, bien. Llevamos cuatro PCR desde que llegamos a Nepal. Dos cuando llegamos al país hace tres semanas y otras dos al bajar del Everest. Todas negativas. Nada más bajar del Everest estuve un par de días fastidiado, pero no tuvo nada que ver con el virus. Yo creo que comí algo en mal estado o que me sentó mal y estuve dos días con cuarenta de fiebre. Me asusté un poco y pasé unos días bastante malos. De hecho aún me estoy recuperando, pero estoy bien.
- ¿Cómo es su vida en Katmandú estos días?
- Muy tranquila y tomando todas las precauciones del mundo. Desde que hemos llegado al hotel solo bajo a desayunar y el resto del día lo paso encerrado en la habitación. Encerrado porque aquí hay 'blanquitos' que ha dado positivo y se pasean por Katmandú y por el hotel como si no fuera con ellos. Desde que llegamos hace cuatro días solo hemos salido del hotel una vez, para ir a la compañía aérea a cambiar los billetes. Y nos encontramos con las oficinas cerradas.
- ¿Cómo están viviendo 'in situ' la situación que está padeciendo Nepal con el covid?
- Con mucha tristeza. Yo tengo aquí muchos amigos y siento mucho afecto por la gente. Y es muy triste todo lo que están viviendo. En general lo que percibimos es mucha solidaridad. Estamos aquí encerrados y no nos queda más que asumir las consecuencias. Vinimos sabiendo que la pandemia aquí no estaba tan mal pero que su agravamiento era una posibilidad. Ha pasado y solo nos queda molestar lo menos posible y esperar a salir de aquí en cuanto podamos. Y sobre todo la mantener la calma. Yo creo que la gente se ha puesto nerviosa y al final lo mismo que no te has puesto nervioso para venir, tampoco lo puedes hacer para salir de aquí.
«Cuando tomas la decisión de venir a un país como este en plena pandemia tienes que asumir el riesgo, como lo asumen cuanto vas a una montaña»
Responsabilidad
- ¿Usted está bien?
- Yo desde luego hablo por mí, y no podemos perder las perspectiva. No dejamos de ser unos provilegiados. Mientras la gente casi se está muriendo aquí a las puertas de los hospitales a nosotros no nos falta de nada. Tenemos para comer, tenemos agua caliente, tenemos internet... No sé... Evidentemente no es del agrado de nadie estar todo el día metido en un hotel, pero en estos momentos es lo que toca. Cuando decidimos venir aquí lo hicimos con todas las consecuencias. Y ahora que vienen mal dadas hay que asumirlas. Luego está claro que cada uno tiene su circunstancia. Habrá gente que se agobie, otros que tendrán que volver a casa porque se les acaban las vacaciones. Pero cuando tomas la decisión de venir a un país como este en plena pandemia tienes que asumir el riesgo, como lo asumen cuanto vas a una montaña.
«No ves el peligro, hasta que te cae encima el virus, regresas a Katmandú y te encuentras con todo el percal»
LA cruda realidad
- ¿Tan rápido e inesperado ha sido el cambio de la situación pandémica en Nepal?
- Si, ha sido todo muy rápido, pero ya se veía venir. Nosotros aterrizamos el 24 de abril y tres días más tarde ya estaban diciendo que iban a cerrar el país porque los casos se estaban disparando. Esos primeros días estuvimos pasando el confinamiento en Katmandú y la gente tuvo la oportunidad ya de volverse a casa, pero entonces nadie lo hizo. Pero claro, cuando estás en el monte dices 'bah, eso no va conmigo'. No ves el peligro, hasta que te cae encima el virus, regresas a Katmandú y te encuentras con todo el percal. Creo que nosotros somos de los pocos que hemos renunciado al Everest, sin tener el virus, al ver la situación del país y que nos podíamos convertir en una carga si nos pasaba algo en la montaña. La gente en general ha priorizado el reto que le ha traído aquí, ya sea escalar una montaña o hacer un trekking, y no ha tenido en cuenta el riesgo del virus.
- ¿Sienten culpabilidad por su actitud ante lo que se está viviendo en Nepal?
- Culpabilidad no, pero para empezar hay que reconocer que los extranjeros aquí somos unos putos privilegiados. A los extranjeros con positivo les llevan a uno privado mientras los públicos están colapsados. Y la gente no tiene ni para comer, porque no puede trabajar o porque está confinada en sus casas. He hablado con conocidos para ver si podía ayudar. Les propuse comprar comida y repartirla, pero el remedio puede ser peor que la enfermedad. El día que fuimos a la compañía aérea la Policía nos paró cada cincuenta metros preguntando a ver dónde íbamos. A ver si por querer ayudar vas a crear otro problema. Las cosas están muy serías. Y si cada 'blanquito' que estamos aquí decidimos salir a la calle a comprar fruta para repartirla entre los locales acabamos convirtiendo una buena idea en un problema. Tenemos que ser conscientes de que no podemos salvar al mundo por nuestra cuenta y lo mejor ahora es no moverse del hotel y estorbar lo menos posible. No es momento de hacer la 'guerra' por tu cuenta. Por buenas que sean las intenciones. Muchos amigos me llaman pidiendo ayuda. Y te duele, pero qué vas a hacer. La gente lo está pasando muy muy mal aquí. Precisamente, la idea de retomar la temporada de escalada tenía ese objetivo, ayudar un poco a la gente y que volviesen a tener ingresos, pero está claro que ha sido un error. Una pena.
«La gente en general ha priorizado el reto que le ha traído aquí, ya sea escalar una montaña o hacer un trekking, y no ha tenido en cuenta el riesgo del virus»
CAMBIO DE SITUACIÓN
- ¿Y Katmandú? ¿Cómo está la ciudad?
- Yo nunca la había visto así, ni cuando vinimos en enero al Manaslu. Y espero no volverla a ver. Absolutamente todo cerrado, sin gente en la calle, con la policía y los militares patrullando... El otro día me contaron que más de un millón de personas habían abandonado la ciudad y habían vuelto a sus pueblos, donde quien más quien menos tiene su huertita y al menos no se mueren de hambre. Así están las cosas.
- Usted tiene contacto con españoles que habitualmente viven en Nepal ¿Cómo están?
- Son la otra cara de la moneda. Hay que destacar los cientos y cientos de extranjeros, muchos de ellos españoles, que hay en Nepal, sobre todo trabajando para ONG's, y la labor que están haciendo. Todos ellos siguen trabajando sin rechistar en Katmandú y en otras ciudades dejándose la puta piel. Creo que es una gente y una actitud que hay que poner en valor.
- Han sido criticados por ir a Nepal en plena pandemia. ¿Qué tiene que decir ante eso?
- Yo te puedo hablar de mi caso. Yo soy un profesional de la montaña que he venido aquí a trabajar pagándome la expedición de mi bolsillo. Y el fotógrafo y el periodista que me han acompañado, exactamente igual. Pago religiosamente mi cuota de autónomo y desde luego no estamos de vacaciones. Sé que hay gente que no lo entiende. Respeto su opinión e incluso entiendo el malestar que pueda causar en algunos, pero es así. A partir de ahí, cada uno es libre de pensar lo que quiera, pero me gustaría que los que opinen lo hagan con conocimiento de causa y que no nos metan a todos en el mismo saco. Y que conste que yo he sido el primero en hacer autocrítica y he pensado si me había equivocado en venir aquí, pero la reflexión final es que no. Yo he venido a hacer mi trabajo. Y por supuesto asumiendo los riesgos, tanto los de la montaña, como siempre, como el de venir a un país como este con una pandemia mundial.
- ¿Se arrepiente de haber ido?
- No. No me arrepiento. Como te he dicho, he venido a hacer mi trabajo y, sinceramente, pensando también que ayudaba, que ponía mi granito de arena en revitalizar la economía de Nepal, tan maltrecha tras un año sin recibir turistas. Pero luego todo se ha torcido. De lo único que me arrepiento ahora es de que no haber sido mas solidario cuando la cosa se empezó a poner mal, haberlo dejado todo y haber vuelto a casa antes de que cerrasen el país. Pero es que, y no quiero que suene a excusa, en el campo base del Everest nos sentíamos como en una burbuja. El tema Covid era tabú y había una desinformación total, nos sentiamos seguros y decidimos seguir. Pero luego empezaron a producirse los contagios y me di cuenta que había sido un error. Pero ya era tarde. Es lo único de lo que me arrepiento.
- Cada vez es mayor la petición para que se suspenda la temporada ochomilista y todos sus recursos, sobre todo las bombonas de oxígeno, se destinen a combatir la pandemia. ¿Está de acuerdo?
- Es una decisión muy difícil de tomar. No es tan sencillo como decir «suspendemos hoy la temporada y mañana llevamos el oxígeno a los hospitales». A estas alturas de la temporada las más de 3.000 bombonas que hay en el Everest están repartidas por los campos de altura, muchas a ocho mil metros de altura. Que los sherpas bajasen todo eso llevaría semanas. La logística es muy complicada. Creo sinceramente que sería más rápido y eficaz que el Gobierno fletase un avión con oxígeno desde India, China o donde sea. Eso sí se podría hacer en unos pocos días. Pero es solo mi humilde opinión.
- Pero también se podrían utilizar los helicópteros que están todo el día trasladando alpinistas entre los campamentos y a Lhukla para recuperar esas bombonas de los campos de altura...
- También, pero es que esos helicópteros son de empresas privadas y habría que pagarles. A 2.000 dólares la hora de vuelo... Y creo que en estos momentos el Gobierno nepalí no está por expropiar helicópteros... Es todo muy complicado... El puto dinero... A todos nos ha pillado esta ola, más bien un tsunami, por sorpresa, empezando por el Gobierno nepalí.
«A todos nos ha pillado esta ola, más bien un tsunami, por sorpresa, empezando por el Gobierno nepalí»
sOBREPASADOS
- ¿Por qué cree que ha llegado el virus a los campos base de los ochomiles con tanta virulencia cuando en teoría se habían tomado todas las medidas necesarias para evitarlo?
- Porque al final pocos hemos respetado las medidas de aislamiento. Y cuando se ha visto el problema y la gente se lo ha tomado en serio era ya demasiado tarde. Te pongo un ejemplo: Las primera cumbres de la temporada fueron en el Annapurna. Algunos de esos clientes bajaron a celebrarlo a Katmandú o Pokhara y seguido fueron en helicóptero al CB del Dhaulagiri o el Everest buscando el doblete... En el mismo campo base del Everest, hasta que saltó la alarma, era normal bajarse a algunos de los pueblos a descansar unos días, tanto clientes como nepalíes, que iban a visitar a sus familias...
- Eso desde luego es todo menos la burbuja de seguridad que se había anunciado...
- Se han hecho muy mal las cosas. Pero ojo, no solo las autoridades. Nosotros también. Hoy mismo sé de gente que está en Katmandú con PCR positiva y se está moviendo por la ciudad como si nada y baja al buffet del hotel sin mascarilla...
-Pero...
- Es alucinante. Eso es porque te sientes superior. Yo bajo sólo a desayunar, y porque no me queda más remedio ya que no suben la comida a las habitaciones. Y lo hago lo más rápido posible y sin acercarme a nadie. El resto del día, en la habitación. Por mí y porque creo que la gente merece un respeto. Estoy seguro que esos que aquí se pasean con el virus, allí en casa no lo harían. Es muy triste.
«Es el momento de aprovechar la repercusión mediática de los alpinistas que estamos aquí para decir 'esto no puede seguir así' y emplazar al mundo occidental a que tome las medidas necesarias»
rEPERcusión Mediatica
- El cerrojazo decretado por el Gobierno nepalí en torno al Everest tampoco ha servido. Incluso se ha vuelto en su contra.
- Esa es otra. Preguntabas a los oficiales de enlace por un test PCR o de antígenos y casi te lapidaban. Pero tampoco hay que demonizarlos. Hay que entender lo que la temporada de ochomiles supone para ellos. Lo es todo. Su principal fuente de ingresos. Los responsables de Seven Summits me contaban que solo la expedición del príncipe de Bahrein ha supuesto más de cien puestos de trabajo durante toda la temporada. Y eso, en un país donde la renta per cápita es de apenas 80 dólares al mes, les salva casi todo el año. Desde la lejanía es fácil decir las cosas, pero hay que estar aquí y ver lo mal que lo están pasando. Te piden ayuda y se te rompe el alma... Qué está bien y que no... Qué es correcto y que no... ufff.... Creo que no es el momento de juzgar las decisiones de un país, porque además lo hacemos desde nuestra perspectiva occidental, de habitantes de un país con todo tipo de servicios y coberturas del Gobierno de turno. Es el momento de aprovechar la repercusión mediática de los alpinistas que estamos aquí para decir «esto no puede seguir así» y emplazar al mundo occidental a que tome las medidas necesarias para que lo que se está viviendo aquí no vuelva a pasar. A partir de ahí, solo nos queda estorbar lo menos posible y salir de aquí en cuanto nos digan.
- ¿Se han sentido arropados por las autoridades españolas?
- Yo te puedo hablar de mi experiencia. Y son solo buenas palabras. Desde Acción Exterior del Gobierno vasco han estado en contacto con nosotros ofreciéndonos toda la ayuda que necesitemos. Marian Elorza es la persona que ha hablado con nosotros y se han portado de puta madre. Desde la embajada también nos llaman periódicamente para ver qué tal estamos e informarnos de sus gestiones. Es su trabajo, pero la verdad es que nos estamos sintiendo arropados y apoyados. Se agradece de corazón sentir ese respaldo en una situación así. Ya nos han dicho que los billetes del avión que están negociando fletar nos van a costar entre 400 y 1.500 euros, así que solo queda esperar y agradecer su trabajo.
- ¿Qué le parece que Kilian Jornet o Carlos Soria hayan decidido seguir con sus expediciones?
- Vaya por delante que respeto la decisión que tome cualquiera, sea la que sea. Dicho esto, entiendo que hayan preferido quedarse. Cada uno por sus motivos. Carlos porque se han quedado solos en el Dhaulagiri y se siente más seguros allí arriba que en Katmandú. Tienen test PCR para controlarse y a él le vacunaron justo antes de venir para Nepal. Y Kilian porque su proyecto está totalmente al margen de las expediciones comerciales. Prácticamente es como si fuesen a subir otra montaña. Y han establecido un sistema de trabajo y aclimatación muy riguroso con el que no tienen contacto prácticamente con nadie y están actuando al margen de todos. Están siendo muy profesionales.
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