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La Covid-19 ha caído esta vez con virulencia en un país como Nepal, donde en primavera, las expediciones comerciales para hollar la cumbre del Everest son innumerables. Contradictoriamente y, quizás, para recuperar el desastre económico que fue 2020, el país había concedido más licencias ... que nunca, unas 415, para acudir a sus montañas más emblemáticas. En pleno proceso de grabación del documental sobre su vida, Juanito Oiarzabal, acompañado por el productor y escritor Sebastián Álvaro, aprovecharon para organizar un treaking con 28 personas con el objetivo de hollar la cima del Island Peak, un pico de 6.189 metros, ubicado en el parque nacional de Sagarmatha.
Con visibles síntomas de contagio, cuatro expedicionarios regresaron en helicóptero a Katmandú, donde les confirmaron el positivo por coronavirus. La sucesión de tres contagios más obligó a Oiarzabal a suspender toda actividad y regresar a la capital nepalí con alarmantes noticias. «El país está cerrado. Tenemos el vuelo de vuelta para el día 17 vía Estambul para regresar a Madrid. Ayer -por el miércoles- nos informaron desde un ministerio nepalí que los vuelos internacionales a todo el mundo se cierran hasta el día 31», confirmaba el vitoriano a primera hora de la tarde. Poco después, trascendía que el gobierno nepalí había autorizado de nuevo vuelos especiales para repatriar a cerca de 7.000 extranjeros, entre ellos un centenar de españoles.
Todo apunta a que el bloqueo toca a su fin para Oiarzabal y Álvaro. «Katmandú es una ciudad fantasma. Las calles están vacías, ni un solo comercio abierto. Solo abren de 7 a 9 de la mañana. Lo cierto es que estamos con cierto peligro, hay muchísimo covid, tenemos dificultades para abastecernos de comida, funciona el estraperlo y la picaresca con restaurantes», relata, el montañero vitoriano.
La mayor preocupación en el grupo que lidera el ochomilista gasteiztarra es la dificultad para acceder a medicamentos. «Nuestro grupo es de 28 personas y tenemos problemas de abastecimiento de medicamentos. En mi caso, tengo medicinas para 10 días más. Hay patologías crónicas que requieren de medicación y será complicado encontrarlas tal y como está el país», afirma preocupado. El hombre con más ochomiles en su palmarés también se tuvo que rendir al maléfico virus y pasó por un proceso complicado en el hospital de Txagorritxu durante 20 días para superar una neumonía severa.
A la espera de turno para volar de vuelta a casa, se une otra preocupación mayor y es el descontrol en el que se puede convertir la ciudad una vez concluyan en unos 5 ó 10 días las expediciones previstas, mayoritarias para hacer cumbre en la montaña más grande del planeta. «En el campo de base del Everest habrá 4.000 personas y más de la mitad podrían estar contagiadas. No sabemos lo que está pasando y hay como un tabú para informar. Esto se va a convertir en un caos. Una ratonera», pronostica.
Otros montañeros como Alex Txikon o Jonatan García también han suspendido sus ascensiones. No así Carlos Soria, quien se encuentra desde hace días en el campo base del Dhaulagiri, en su intento de ascender a sus 82 años al que sería su decimotercer ochomil. A la espera de soluciones, Juanito Oiarzabal tiene claro que «el gobierno de Nepal tiene gran parte de culpa de lo que está pasando» en alusión al oscurantismo con el que se está informando de la situación y el exceso de expediciones, lo que hace incontrolable la expansión de un virus que ha dejado al país absolutamente aislado y cerrado a cal y canto.
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