Mendian

Dos años sin Alberto Zerain, el alpinista honesto, solidario, trabajador y generoso

El 24 de junio de 2017 el montañero alavés y Mariano Galván desaparecieron en el Nanga Parbat del Karakorum, la misma cordillera donde en 2008 se ganó el respeto de dos guías nepalíes y uno paquistaní en la tragedia del K2

Domingo, 23 de junio 2019, 00:47

«Ese tipo hace que el K2 parezca una montaña fácil», confesó Pasang Lama. No era el único sherpa (con minúscula, profesión de porteador) a quien el escalador Alberto Zerain había impresionado. El Sherpa Chhiring Dorje (con mayúscula, etnia de Nepal de la que proceden ... la mayoría de porteadores del Himalaya) no había conocido a otro europeo que ascendiera como ellos.

Publicidad

Mañana se cumple el segundo aniversario de la desaparición de Zerain (Vitoria, 1961) y del argentino Mariano Galván (Trelew, 1980) cuando escalaban solos y sin oxígeno la arista Mazeno del Nanga Parbat (8.125). Conocida como la montaña asesina, es una de las cumbres de la cordillera del Karakorum, situada entre Pakistán, India y China, escenario de la mayor concentración de glaciares del mundo y donde mucho antes Zerain había conocido a Pasang Lama y a Chhiring, guías profesionales que se habían alejado de Nepal y trasladado a Pakistán para ayudar a subir al K2 (8.611) a la expedición surcoreana de Go Mi-sun.

Corría el año 2008. La fortuna les sonrió a ellos y a Zerain, ya que regresaron vivos de esa peligrosa cumbre –la segunda más alta tras el Everest (8.848)– tras haber sido testigos y protagonistas de una terrible tragedia cuyo momento álgido se vivió entre el 31 de julio y el 1 de agosto. Los dos nepalíes estuvieron a punto de morir sin haber llegado la cima, en un heroico descenso en el que se apoyaron el uno al otro. En cambio, Zerain llegó arriba solo y descendió con rapidez sin mayores contratiempos. Pero por la radio se iría enterando de que, mientras lograba su objetivo, once escaladores (cuatro de ellos porteadores) habían ido muriendo detrás de él.

Errores y negligencias

Fue uno de los momentos más duros de la historia del alpinismo, minuciosamente relatado en el libro 'K2. Enterrados en el cielo' (Capitán Swing). Los autores, el periodista Peter Zuckerman y la escaladora Amanda Padoan, describen los errores, negligencias e infortunios que fueron sucediéndose en esa montaña, bautizada como la montaña salvaje, cuando una treintena de escaladores se apelotonó por encima de los ocho mil metros para atacar la cima. La cadena de accidentes remite, en un contexto diferente, al atasco mortal que se produjo recientemente en el Everest.

Si rescatamos aquí el libro de Zuckerman y Padoan es porque Alberto Zerain aparece retratado como una 'rara avis' entre la multitud que aquel verano de 2008 se apiñó a los pies del K2. Más de setenta occidentales y asiáticos de siete expediciones distintas. El alavés apareció entre ellos como alpinista independiente, igual que otro colega serbio, y enseguida llamó la atención de guías experimentados como el Sherpa Chhiring Dorje, para quienes Zerain parecía un montañero sensato y de los más sobresalientes en el campo base, un conglomerado multinacional donde resultaba difícil separar el romanticismo y la ambición, por un lado, de los egos, la competitividad malsana, la chifladura y los objetivos publicitarios, por otro.

Publicidad

Alberto Zerain estaba por encima de eso. El colega asturiano Jorge Egoecheaga le había aconsejado que actuara por su cuenta en el K2, y el alavés se ofreció a colaborar con otro avezado guía paquistaní, Shaheem Baig, que estaba al servicio de una expedición de Voivodina (provincia de Serbia). A cambio de trabajar juntos como porteadores de grandes altitudes (denominación que reciben en Pakistán quienes realizan la función de los sherpas) Zerain tendría un hueco para montar su tienda.

Los dos abrieron huella juntos hasta el campamento 2, pero Shaheem hubo de retroceder por una gastroenteritis, quién sabe si causada por haber bebido nieve descongelada, impregnada con las heces de algún alpinista de los que se apiñaban en las tiendas de alrededor. Antes de emprender penosamente el regreso ayudado por otro guía, pidió a Zerain que revisara las cuerdas fijas más arriba y le cedió su lugar en la zona donde los otros escaladores se preparaban para atacar la cima. El vitoriano se adelantaría a todos ellos y llegaría a la cumbre a buen ritmo.

Publicidad

Como una lombriz

Cuando Zerain descendió, el descontrol se había adueñado de las expediciones y se había cobrado las vidas de varios escaladores. Todavía ajeno a la catástrofe, el alavés se cruzó con el sherpa Pasang Lama, que había estado a punto de quedar atrapado en una grieta y le hizo señas infructuosamente para que no cayera en ella. «Alberto le mostró una sonrisa resplandeciente», relatan Zuckerman y Padoan, pero acabó metido en la grieta. «Impertérrito», continúa el libro, «salió escurriéndose como una lombriz y, un instante después, volvía a descender hundiendo los talones en la ladera, exactamente igual que antes».

La descripción de lo ocurrido procede del guía nepalí, admirado por la capacidad del vasco en la Zona de la Muerte (denominación que se emplea a partir de los 7.500 metros), el infierno helado donde poco después el propio Pasang iba a jugarse la vida con Chhiring Dorje en un descenso que hizo historia en el alpinismo.

Publicidad

Pero antes de pasar por ese trance, Pasang pudo estrechar la mano de Zerain, aunque sin informarle de las bajas que se habían producido hasta ese momento para no empañar su éxito en el K2. «Si yo hubiera sido testigo de esas caídas, ya no me habría importado la montaña. Habría perdido el placer», confesó el alavés tiempo después.

Pasang vio a Zerain cruzarse con otros alpinistas que le preguntaron cuánto tiempo emplearían para coronar el K2. Estuvo tentado de responder que regresaran, pero entendió que ésa es una decisión íntima del alpinista. Cada cual sabe dónde y cuándo debe desistir.

Publicidad

Ése era Alberto Zerain. Nueve años después, un 24 de junio de 2017, una radiobaliza dejó de enviar señales de vida desde el Nanga Parbat. Probablemente él y Mariano Galván fueron sepultados por una avalancha y reposan en un sarcófago de hielo en la cordillera del Karakorum. El mismo lugar donde dos sherpas y un guía pakistaní pensaron que el vitoriano era uno de ellos.

La otra cara del alpinismo

El libro 'Enterrados en el cielo' va más allá del desastre del K2. Peter Zuckerberg y Amanda Padoan trazan un duro retrato del alpinismo de élite y de sus protagonistas, sin poner paños calientes a las miserias que rodean algunas expediciones y a la arrogancia y necedad de muchos escaladores. Es, en definitiva, una interesante introducción al mundo de la escalada de élite, con sus heroicidades y sus locuras.

Los autores no dejan nada en el tintero. Hablan de los Sherpas, de sus orígenes y de sus diferencias con los porteadores paquistaníes, así como de la personalidad de unos y otros, cada etnia con su conflicto particular entre tradición y modernidad. Describen el negocio organizado a su alrededor, y la explotación y las presiones, a veces sórdidas, a la que están sometidos, deteniéndose en cómo se organizan los seguros y los rescates aéreos.

El libro repasa el himalayismo y hace un poco de historia política y cultural de aquella región de Asia, acompañándola de explicaciones sobre meteorología, el clima de la zona, la reacción del cuerpo humano a la altitud, las técnicas de escalada y sus pros y contras; las medicinas, alimentación y los estimulantes que llevan las expediciones y los riesgos que acechan en la ascensión a un ochomil. Un compendio muy útil.

La ficha de Alberto Zerain

  • Nació en Vitoria el 20 de agosto de 1961

  • Se le da por desaparecido el 24 de junio de 2017 en el Nanga Parbat (Pakistán)

  • Fue uno de los alpinistas vascos más importantes. Coronó diez de los catorce 'ochomiles'. Excepto en el Everest, en todos los demás ascendió sin ayuda de oxígeno. Desde 2000 participa en la serie 'Al filo de lo Imposible', en uno de cuyos programas encarnó a Andrew Irvine, el compañero de George Mallory en la malograda expedición al Everest de 1924.

  • Los ochomiles de Zerain fueron: Everest (8.848 m.) 1993 | Makalu (8.465 m.) 1995 | Lhotse (8.516 m.) 2001 | Gasherbrum I (8.080 m.) 2006 | Gasherbrum II (8.034 m.) 2006 | K2 (8611 m.) 2.008 | Kangchenjunga (8.586 m.) 2009 | Dhaulagiri (8.167 m.) 2016 | Manaslu (8.163 m.) 2016 | Annapurna (8.091 m.) 2017

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad