
Un siglo de conflicto por la denominación de origen Rioja
Historias de tripasais ·
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Historias de tripasais ·
La DO Rioja ha vivido conflictos en su seno prácticamente desde su nacimiento en el año 1925Ana Vega Pérez de Arlucea
Miércoles, 22 de diciembre 2021, 00:27
Asamblea magna de viticultores alaveses para tratar sobre la contestación dada por el Consejo Regulador de la denominación vinícola de Rioja. Se acuerda protestar enérgicamente ... contra la desconsideración de que han sido objeto por parte del consejo y piden constituirse en zona vitivinícola autónoma. ¿Les suena? Seguro que sí, pero lo sorprendente es que no les hablo de la reciente polémica en cuanto a la posible división de la DOCa Rioja, y tampoco de la reivindicación en torno a la marca Arabako Mahastiak-Viñedos de Álava. La reunión de la que les hablo tuvo lugar hace 92 años, el 8 de abril de 1929 en Laguardia, y fue una de las múltiples discordias que a lo largo del último siglo han vivido los vinos de Rioja.
Esta denominación de origen nació en 1925, la más antigua de España, y en 1991 fue también la primera en recibir la etiqueta de 'calificada', aplicable únicamente a las DO de mayor trayectoria y calidad. Mucho, muchísimo se ha hablado durante los últimos días y tanto en uno como en otro bando acerca de las ventajas o inconvenientes que acarrearía la existencia de una subdenominación alavesa, pero no se ha contado nada acerca de los orígenes del conflicto. Si están ustedes interesados en el tema pueden pedir al Olentzero o los Reyes que les traigan libros tan interesantes como 'Historia del vino de Rioja' (Juan Manuel Palacios Sánchez, 1991), 'El vino en La Rioja durante la Edad Moderna' (Sara Bustos Torres, 2019), 'Una historia social del vino' (Mees, Nagel y Puhle, 2019) o 'El Medoc Alavés, la revolución del vino de Rioja' (Ludger Mees, 2018). En ellos encontrarán la apasionante historia de una región dedicada primero a subsistir de la uva y luego, a partir de mediados del siglo XIX, a glorificarla. También hallarán en ellos opiniones distintas acerca de la importancia histórica de las diferentes zonas vinícolas de Rioja y discursos más o menos partidarios del papel jugado por la DOCa que, como todas las instituciones centenarias, ha vivido altibajos, disputas y follones.
No tengo sitio aquí para relatarles la historia de un vino que ya fue cantado por Gonzalo de Berceo hace 880 años, pero sí para resumir uno de los problemas que han perseguido a la DO Rioja desde sus inicios: su definición geográfica. Aunque nosotros conozcamos La Rioja como una comunidad autónoma y una entidad administrativa concreta, no siempre fue así. Durante siglos el nombre de 'Rioja' se aplicó a una región de límites no muy precisos que incluía zonas al sur y al norte del Ebro: Rioja Baja, Rioja Alta, la Riojilla Burgalesa y la vieja Sonsierra de Navarra o, como la conocemos ahora, Rioja Alavesa. Desde Belorado hasta Tudela había gentes que se identificaban como riojanas y viticultores que habían vendido siempre su vino como riojano.
La división territorial de 1833 dividió definitivamente aquellas tierras entre las provincias de Logroño, Burgos, Álava y Navarra, distintas realidades políticas que tendrían sus propias iniciativas o leyes respecto al sector vinícola. El prestigio ganado entre 1870 y 1920 por el vino de la comarca hizo que muchos productores de fuera utilizaran impunemente la palabra 'Rioja' en sus etiquetas o publicidad, de modo que en 1924 las Bodegas Cooperativas de los Sindicatos Católicos Agrícolas de la Rioja Alta decidieron luchar contra esa competencia desleal. Pidieron protección al gobierno y consiguieron que el 6 de junio de 1925 una Real Orden autorizara «a la región riojana a crear, con carácter de marca colectiva, un precinto para los envases». Claro que la normativa condicionaba ese reconocimiento «a la delimitación previa de la zona a la cual pudiera aplicarse el calificativo de Rioja, toda vez que no se trata de un nombre geográfico que corresponda a un término administrativo ni político suficientemente determinado».
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Para solucionar esa y otras peliagudas cuestiones se creó en octubre de 1926 el Consejo Regulador de la Demarcación Vinícola Rioja, que dos años más tarde incluyó en la lista oficial de la DO a todos los pueblos de la provincia de Logroño, en Navarra a Viana, San Adrián, Mendavia, Andovilla y Sartaguda, y en Álava a Baños de Ebro, Barriobusto, Cripán, Elciego, El Villar, Labastida, Labrasa, Laguardia, Lanciego, La Puebla de Labarca, Leza, Moreda, Navaridas, Oyón, Páganos, Salinillas, Samaniego, Viñaspre, Villabuena y Yécora. A partir de enero de 1929 no se podría vender como vino de Rioja el que no llevara los sellos o precintos oficiales hechos en la Fábrica de Moneda y Timbre, y de ahí surgió el lío. Los bodegueros alaveses no estaban acostumbrados a que les dijeran qué tenían que hacer y encima los dichosos sellos sólo permitían indicar Rioja Alta o Rioja Baja, así que pidieron al consejo regulador que les facilitaran unos propios o, al menos, que no fueran obligatorios. Ante la falta de respuesta en abril del 29 amenazaron con montar su propia denominación, Rioja Alavesa, que finalmente fue admitida como zona diferenciada de la DO Rioja.
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