Enric Bonet
París
Jueves, 5 de septiembre 2024
Emmanuel Macron se decanta por la derecha para hacer frente al puzzle parlamentario, casi irresoluble, en que se encuentra Francia tras las elecciones anticipadas del 7 de julio. El Elíseo nombró al mediodía de este jueves al conservador Michel Barnier, de 73 años, como nuevo ... primer ministro. Con un comunicado austero, la presidencia gala puso punto final a cincuenta días de interinidad gubernamental, todo un récord en el país vecino. Lo hizo con una decisión poco ortodoxa, ya que Barnier forma parte de la derecha tradicional de Los Republicanos (LR), que terminó cuarta en los comicios con 47 diputados (de un total de 577). Y se encuentra muy alejado ideológicamente de la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP) que venció por la mínima las legislativas con 193 escaños.
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El Elíseo indicó que tomó esta decisión tras un ciclo «inédito de consultas» en que el presidente se aseguró un primer ministro y un Gobierno «lo más estables posibles». Tras iniciar una primera ronda de contactos el 23 de agosto, Macron apartó de la carrera por Matignon a Lucie Castets, la candidata propuesta por el NFP, con este mismo argumento -o pretexto, según sus detractores- de la «estabilidad institucional». En Francia, el voto de investidura no es obligatorio, pero Castets corría el riesgo de enfrentarse a una moción de censura desde octubre y no superarla. Pese haber sido elegido por el presidente, el futuro de Barnier resulta incierto.
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Compuesto desde la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos) hasta el Partido Socialista, pasando por los verdes y los comunistas, el Frente Popular anunció que presentará una moción de censura contra Barnier y su Gobierno, cuyos ministros designará en los próximos días o semanas. Su futuro dependerá de la Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) de Marine Le Pen. Esta formación ultraderechista mantuvo la incertidumbre. A diferencia de lo que hizo con otros aspirantes a la jefatura gubernamental, como el conservador Xavier Bertrand o el exsocialista Bernard Cazeneuve, el partido de Le Pen no ha prometido una censura inmediata con Barnier. Ha aplazado su decisión al discurso de política general.
La designación del excomisario europeo de Política Regional entre 1999 y 2004 y del Mercado Interior entre 2010 y 2014 tiene lugar tras un largo desfile en los últimos días de dirigentes por el Elíseo. Pasaron por el palacio presidencial Cazeneuve, Bertrand, los expresidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande… El último en reunirse con Macron fue el elegido.
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Ha sido un proceso largo y extraño. Ha dado el sentimiento de cierta improvisación por parte del presidente. Ha dejado la sensación de que Macron, cuando convocó las elecciones anticipadas el 9 de junio, no anticipó lo que haría si su partido perdía los comicios y no ganaba la extrema derecha. Puede parecer un detalle, pero no lo es: Francia ha pasado de su primer ministro más joven en la historia de la Quinta República, Gabriel Attal, de 34 años, al más añejo, con 73.
El flamante 'premier', que en los últimos años se encargó de las complejas negociaciones del Brexit, tiene el mérito de encarnar a la perfección lo que un asesor del Elíseo bautizó como un 'perfume de cohabitación', es decir, como una sensación de cambio. Aunque procede de otra familia política y en los últimos años criticó con dureza a Macron, este exministro durante las presidencias de Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy no cuestiona las medidas más polémicas del presidente, como la subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa).
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Obviamente, contará con el apoyo de los 166 diputados macronistas en la Asamblea. También dispondrá de un respaldo seguramente estable por parte de los representantes de la derecha republicana, aún más teniendo en cuenta sus buenas relaciones con Laurent Wauquiez, presidente del grupo parlamentario de LR.
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A pesar de que quizá nombrará algunos ministros de centro-izquierda, las fuerzas progresistas han sido las más críticas con su nombramiento. «Barnier no dispone de ninguna legitimidad política ni republicana», afirmó el Partido Socialista en un comunicado. «Nos han robado las elecciones», aseguró con una fórmula más contundente Jean-Luc Mélenchon, uno de los referentes de la Francia Insumisa.
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Además de la izquierda política, la sindical y asociativa criticó con dureza la decisión del presidente. Y prepara un otoño caliente en las calles. Barnier no solo deberá tranquilizar al bullicioso pueblo galo, sino también brillar en el arte de la negociación parlamentaria para celebrar las Navidades en Matignon.
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