Chucho Valdés, con la partitura de su padre que le entregó Ana María Landazabal. Rafa Gutiérrez

Festival de Jazz de Vitoria

El «tesoro» que le entregó una vitoriana a Chucho Valdés

El pianista cubano recibe un manuscrito original en el Hotel Ciudad de Vitoria de las manos de Ana María Landazabal

Domingo, 21 de julio 2024, 16:56

«No me lo esperaba. Esta partitura es la de uno de los danzones más lindos que compuso mi padre. Para mí es un tesoro». Visiblemente emocionado y muy agradecido. De esta manera se dirigía Chucho Valdés este domingo en el hall del Hotel Ciudad ... de Vitoria a la vitoriana Ana María Landazabal, quien le entregó una carpeta manuscrita por su padre Bebo Valdés.

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El contenido de esa pequeña carpeta contenía la partitura original de 'Tranquilo niño', una composición que Bebo Valdés grabó en los años sesenta en Cuba al mando de una orquesta en la que el propio Chucho tocaba el piano. «Qué ortografía tenía tan linda», comentaba el renovador del jazz latino para referirse a esa caligrafía tan estilizada y redonda de su padre, gran figura de la época dorada de la música cubana. La entrega se produjo a las doce del mediodía en el día posterior a la actuación en Mendizorroza.

Este encuentro de hecho se gestó el mismo día de la actuación. Tras leer la entrevista en EL CORREO a Chucho Valdés, Ana María Landazabal se puso en contacto con este periódico. Sus palabras fueron: «Bebo Valdés le regaló a mi padre unas partituras y me gustaría que el señor Chucho las tuviera como recuerdo y que no se perdieran». Desde la organización del reconocido certamen le trasladaron el mensaje al equipo del artista para ponerlos en contacto.

La Habana y el Centro Vasco

Pero, ¿cómo llegó a manos de esta vitoriana una partitura de Bebo? La explicación tiene que ver con el padre de Ana María Landazabal: Francisco Landazabal, que a su vez era sobrino del reconocido compositor alavés Germán Landazabal. 'Patxi', como se le conocía, fue representante del grupo Los Bocheros y en los años sesenta fue administrador del Centro Vasco, un restaurante en La Habana donde previsiblemente conoció a Bebo Valdés. «Con Los Bocheros recorrió toda América», recordaba Ana María, que reconoce que en casa nunca se habló de la amistad que unía a Bebo Valdés y su padre.

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Fue al abrir un cajón lleno de documentos cuando se topó con esas partituras dedicadas. En ella se lee 'Para Landazabal. Sept 5. 1959'. En esa fecha Chucho tenía 18 años y ya tocaba en la orquesta que dirigía su padre. Un año después Bebo Valdés abandonó la isla -el 26 de octubre de 1960-. «Es un tesoro y se lo agradezco con toda mi alma», le dijo Chucho a Ana María con esas notas en la mano. «A mi papá todo el mundo lo ha querido, todo el mundo me habla bien de él».

Curiosamente, Los Bocheros también grabaron un danzón, un ritmo típico cubano, que titularon 'Danzoncito cubano'. La biografía de Ana María Landazabal y la de Chucho Valdés coinciden en que vivieron alejados de sus respectivos padres durante años. Ana María nació en 1937 y no conoció a su padre hasta los 18 años, ya que Patxi Landazabal - fallecido en 2002 a los 95 años de edad- se exilió antes de que ella naciera. «Con el inicio de la Guerra Civil se marchó cuando mi madre me tenía en el noveno mes de embarazo», contaba Ana María.

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El recorrido del exilio de su aita partió del Puerto de Ondarroa hacia Francia. Más tarde llegó a Argentina y recaló en Cuba. En La Habana fue uno de los administradores del centro vasco donde previsiblemente conoció a Bebo Valdés. También pasó ese tiempo, 18 años, Chucho Valdés sin ver a su padre tras otro exilio. Bebo Valdés abandonó la isla el 26 de octubre de 1960 y volvió a reencontrarse con su hijo Chucho el 25 de julio de 1978 en un concierto de la banda Irakere en el Carnegie Hall de Nueva York (Estados Unidos).

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