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Los músicos sostienen que tocan con igual entrega y ánimo ante diez espectadores que ante mil, pero eso no se suele ajustar a la realidad. Y aquí les vamos a poner otro ejemplo. El miércoles 11 de mayo de 2016 Chucho Valdés (Dionisio Jesús Valdés ... Rodríguez, nacido en Quivicán, Cuba, hace 82 años, en 1941) recaló en Bilbao con la gira del 40º aniversario de la fundación de Irakere (1973-2005), banda que renovó el jazz latino y la música cubana entera y en la que han militado figuras como Arturo Sandoval, Paquito D'Rivera, Román Filiú...
El Teatro Campos estuvo ocupado sólo en dos tercios (media entrada como quien dice, medio vacío se veía), y Chucho Valdés, al frente de sus Afro-Cuban Messengers (Ariel Brínguez al saxo), con gesto serio dirigió un concierto de 8 piezas en 90 minutos, ni uno más, con el alto pianista mirando el reloj. Imperó una frialdad académica general, hubo largos pasajes percusionistas sin chispa y se dejó en el tintero su tema más popular, 'Bacalao con pan', el que eligieron como bis este sábado en el 47º Festival de Jazz de Vitoria, ocho años y dos meses después.
Chucho, el hijo de Bebo y el padre de Chuchito (ah, además en su banda actual se trajo a «el más pequeño de mis hijos», el corpulento y con pelazo afro Julián Valdés a la percusión), un señor muy alto, con una estatura que destaca su curva de la felicidad, sonrió refulgente nada más salir al pabellón de Mendizorroza, lleno hasta arriba para atestiguar la gira del 50º aniversario de Irakere. Saludó cálido y entusiasta, y al poco se marcó un bailecito en absoluto artrítico. Y esta vez sin mirar el reloj, que lo tenía tres minutos atrasado, condujo un concierto creciente de 7 temas en 86 minutos, también en deceto, pero si en el del cuadragésimo aniversario tenía cinco vientos, su piano, bajo y tres percusiones (una era batería), y en esta del quincuagésimo hay cuatro vientos y un cantante, Ramón Álvarez, que revolucionó el patio alavés en sus tres intervenciones.
Este concierto febril del sábado noche sí que fue una celebración de alegría vivificante mediante la música de Irakere, palabra yoruba que significa 'vegetación'. Qué cambio a mejor casi una década después: si incluso el número más percusionista, 'Conga danza', con un bullir constante como cuando ruge la marabunta, lo marcamos como el mejor de los siete temas.
Esta 'Conga danza' fue la quinta pieza del quincuagésimo aniversario, que había comenzado con la liturgia yoruba de 'Juana 1600', cuando al acabarla informó el jefe Chucho que Irakere siempre empezaban sus conciertos con esa composición y que él ya había estado tocando con la banda original en el mismo festival de Vitoria.
De seguido se tranquilizaron con el instrumental 'Zanaith', un lento useño comercial a lo Kenny G (en cuya presentación Valdés evocó al difunto saxofonista original Carlos Averhoff y presentó al hijo de este, el también saxofonista Carlitos, que está en este ensemble), y Valdés planteó antes de la tercera: «¿quién se imagina a un Wolfang Amadeus Mozart paseando por Cuba, bañándose en la playa, ¡con una botella de ron y un habano!, y acompañado por una mulata...? Esta se titula 'Mozart a la cubana'», y fue una suerte de popurrí creciente y por momentos chocarrero de clásica y son, con palmas de la gente y muestras de digitación virtuosa en las manos del maestro Chucho Valdés y, con una ovación postrera que quizá fue la más enorme de la velada.
A veces las manos luengas del benemérito afrocubano aparecían en primer plano en las pantallas gigantes laterales de Mendizorroza y se veía que lucía varias pulseras, algún anillo y un reloj de agujas que ya hemos informado daba la hora con tres minutos de demora. El caso es que a partir de entonces todo los musical fue colosal en el pabellón: el standard americano 'Stella by starlight', rebautizado por Chucho como 'Estela va a estallar', tuvo una larga introducción solista plena de facultades personales del octogenario antes de explotar en salsa exuberante y competitiva reminiscente de La Fania, ya hemos dicho que 'Conga danza' quiza fue la cima de la cita, y para las dos últimas reapareció el vocalista Ramón Álvarez, que ya había participado en la primera, 'Juana 1600'.
El cantante la lió parda como si estuviera en Los Van Van, ordenando «arriba, Vitoria, todo el mundo con las manos arriba», y pidiendo literalmente «¡auxilio!», y el baterista sacó una banderita cubana y jaleaba Álvarez «¡viva Cuba libre!», y la gente se sumaba a los coros, como aún con más ahínco, con más hambre, se sumó en el bis, el citado 'Bacalao con pan', con más órdenes de Álvarez, «¡en pie!», y con un deseo en su boca (no en la del jefe Chucho) a modo de despedida: «Gracias, Vitoria. Muchísimas gracias. Que Dios los bendiga». Amén.
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