Festival de Jazz de Vitoria 2023
Un ritual de santería con Samora PinderhughesFestival de Jazz de Vitoria 2023
Un ritual de santería con Samora PinderhughesLa noche anterior al concierto, en esos corrillos de músicos que se forman en el hotel Silken Ciudad de Vitoria, uno de sus acompañantes resumía el estilo de Samora Pinderhughes cuando se le preguntaba qué toca. Respondía con el nombre de una grande. «Is like ... Nina Simone», venía a decir. Lo cierto es que en su timbre, en su forma de hilar los versos en algunas composiciones, hay algo que recuerda a la gran sacerdotisa del soul. Además, comparte un compromiso social inquebrantable que marca todo su trabajo.
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En la actuación de este jueves en el Teatro Principal, la invocación a Nina Simone tan solo fue una parte ínfima (la final, el bis) de un ritual que duró hora y media con una descarga de talento compositivo, saber hacer a las teclas y sobre todo de dominio vocal, tanto suyo como de sus acompañantes, que dejó al público boquiabierto. Cargado de mensajes reivindicativos, pero también apelando a los problemas sentimentales. Igual es que no están tan reñidos ambos.
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Ramón Albertus
Esa versión de la reina del soul 'Black is my colour', con Samora sentado a las teclas del piano, puso el broche a una actuación que arrancó con 'Cry' y 'Masculinity', seguramente una de las canciones más emotivas que se escucharán en el festival. Como contaba el propio artista en una entrevista con este periódico, uno de sus propósitos en esa comunión que llamaba directo era hacer sentir vulnerable al espectador. Propósito cumplido.
Acompañado por el bajista Joshua Crumbly y las enormes voces de Jehbreal Muhammad Jackson, Nio Levon Y Dani Murcia, la impresión que dejaba a la salida en la calle San Prudencio se contaba por lo general con superlativos o en los casos más críticos con un notable alto. La sensación de presenciar la actuación de un artista en estado de gracia que va a dar mucho que hablar. «Qué voces» era uno de los comentarios que se escuchaba tras esa ceremonia en la que el artista afrodescendiente optó por no apretar el acelerador. Resultaba incluso llamativo que pasada una hora presentaba 'Grief', la canción que da título a su último álbum, como la «más triste». Con Levon y Jehbreal deslumbrantes en ese pico de desazón que atraviesa la frase «Don't leave me lone with my dreams. I might go crazy» (No me dejes solo con mis sueños, podría volverme loco). Sin embargo, ya 'Masculinity' o 'Inertia' se movían en ese terreno de congoja y sobrecogieron al respetable.
Vale la pena recordar que entre los motivos que le llevan a dedicarse a esto de la música y subirse al escenario se encuentra la santería. Fue en Cuba, según narra, donde pasó una temporada donde le cautivaron esos rituales de 'limpieza espiritual colectiva' en la que los tambores tienen mucho peso. En su concierto apenas hubo percusión, tan solo en un tema. Pero todo rebosaba espiritualidad.
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