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«Es una edición más, pero no es una edición cualquiera», resumió el concejal de Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Bilbao, Xabier Ochandiano, en la presentación del Bilbao BBK Live. «Es la edición más esperada», añadió. Los dos años en blanco por culpa de la pandemia (que psicológicamente se nos han hecho todavía más largos que en el calendario) nos han hecho anhelar el regreso de convocatorias como el festival vizcaíno, convertidas ahora en hitos simbólicos de la vuelta a la normalidad. Este reencuentro con Kobetamendi es seguramente el rasgo más destacado de esta edición número 15 del Bilbao BBK Live, que cuenta con la colaboración de EL CORREO y se celebrará del 7 al 9 de julio. Pero, si se miran las cosas desde dentro, también hay que destacar la «extraordinaria complejidad de la gestión de los últimos dos años», como ha comentado el concejal.
«Parecía que nunca íbamos a volver, que nunca íbamos a salir de este bucle, y es una maravilla hacerlo», se congratula Alfonso Santiago, responsable máximo de la empresa organizadora, Last Tour. «Venimos arrastrando muchos artistas, reprogramándolos, y hemos querido hacer un festival bastante continuista», avanza. La idea, por tanto, es más bien reencontrarse con un BBK Live que se ajustará al modelo que ya podemos llamar 'tradicional': pulseras que también brindan descuentos en centros culturales y comercios, autobuses desde San Mamés y el BEC, pago sin dinero en metálico, vasos reciclables «en alquiler» y una campaña específica contra las agresiones sexistas.
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Por lo demás, el festival bilbaíno puede resumirse en una lista de cifras apabullantes. Ahí están los 100.000 metros cuadrados de Kobetamendi, los más de 100.000 asistentes que se esperan sumando las tres jornadas (el tope del recinto son 120.000), los 75 países a los que se han vendido entradas, los 10 millones de euros de presupuesto o, sobre todo, los más de cien artistas repartidos en doce escenarios, con un cartel en el que destacan LCD Soundsystem (será su único concierto en un festival europeo), J Balvin, The Killers, Pet Shop Boys, Placebo, Moderat y Stromae. En tipografía más pequeña aparecen propuestas para todos los gustos (o mejor digamos, adelantándonos a las protestas, para casi todos) que van de Rigoberta Bandini a Slowthai, de Zahara a Caribou, de Nathy Peluso a Carl Craig, de Chill Mafia a Supergrass, de Nacho Vegas a M.I.A., de Carolina Durante a Phoebe Bridgers.
En el apartado artístico, la principal novedad presentada hoy son los conciertos de la sección Bereziak, que sembrarán de música el centro de la ciudad a través de cuatro escenarios: Gran Vía (a la altura de la Sala BBK), Jardines de Albia, Torres Isozaki y el quiosco de El Arenal. Abrirá fuego la orquesta colombiano-navarra Goxua'n Salsa, que combina salsa clásica con otras corrientes latinas y letras en euskera. Además, estas actuaciones gratuitas «para todos los públicos» incluyen a Los Niños Jesús (la banda de versiones festivas de Jordi Évole), la chilena Soledad Vélez, el flamenco indie de Soleá Morente, la DJ y activista del reguetón Rosa Pistola y los extravagantes Mainline Magic Orchestra (que combinan sintetizadores y flautas electrónicas), además de Merina Gris, La Plazuela, The Parrots, Ramonets y Raitx.
Como suele suceder cada vez que el reguetón se cuela por la parte alta de un cartel de festival, no faltan los aficionados que han expresado sus reparos a la destacada presencia del colombiano J Balvin, pero Alfonso Santiago lo ha planteado como un signo de los tiempos: «La música latina está explotando a nivel mundial, es una eclosión muy salvaje. Y es una buena señal para la música de aquí: no todo va a ser anglo toda la vida».
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El jefe de Last Tour ha hecho también algunas consideraciones sobre el presupuesto, que supera en un millón de euros al de 2019. «Los artistas cada vez valen más dinero», ha destacado, además de enumerar otras circunstancias que contribuyen al encarecimiento, como el repunte del dólar, el incremento «del 30 o el 40%» en el precio de los transportes o la tremenda subida de la energía en general. Y de ahí ha pasado a algunas reflexiones sobre el futuro: «Estamos viendo en España festivales de veintipico millones y a eso no vamos a llegar. No vamos a poder traer a artistas que se han puesto en cifras que no son asumibles. En lo que podemos competir es en tener una identidad: no se trata de crecer en cantidad, sino en calidad. El futuro de los festivales está en aportar valor, comunidad, una experiencia inolvidable», ha concluido.
Xabier Ochandiano, por su parte, hizo hincapié en «la sostenibilidad, la solidaridad y el compromiso» como tres ejes fundamentales en el planteamiento del Bilbao BBK Live. Con el primero de estos puntos tienen que ver medidas como el plan de apagados para reducción de consumo, el uso de señales y decoración reutilizables o la priorización de los proveedores de Bilbao y Bizkaia. En cuanto al segundo, hay que citar la recogida solidaria de tiendas de campaña y alimentos y las donaciones recogidas a través de las invitaciones. En cuanto al compromiso, a la campaña contra las agresiones sexistas se suma este año la colaboración con la asociación Anitzak, que lucha contra la discriminación del colectivo LGTB y estará presente en el recinto.
Las pulseras para el festival podrán recogerse en la Sala BBK a partir del lunes 4 de julio. Con el comienzo del festival, el dispositivo se trasladará a San Mamés. Alfonso Santiago avisó de que faltan por vender «los últimos bonos» y después ya solo quedará la opción de las entradas de día.
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