Al ritmo de la 'Cuchi' y los pintxos
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Los azkeneros aprovecharon la mañana para conocer los encantos y recorrer la historia del Casco Viejo de Vitoria. «Nos alucina esta ciudad»Secciones
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Los azkeneros aprovecharon la mañana para conocer los encantos y recorrer la historia del Casco Viejo de Vitoria. «Nos alucina esta ciudad»Los ecos del Azkena retumban por toda Vitoria. Que sí, que el epicentro de este terremoto rockero está en Mendizabala, pero basta con pasearse por la Virgen Blanca, recorrer el parque de La Florida o adentrarse en la 'Cuchi' para ver cómo el festival inunda ... toda la ciudad. Hablamos de grupos que después del primer envite del jueves, ayer dedicaron la mañana a conocer la 'Green capital' y adentrarse en su pasado. «La ciudad nos alucina. Y sobre todo su gente», confesaron.
Esta vez no hizo falta abrir los paraguas o sacar los chubasqueros, porque la única lluvia fue de cerveza en las terrazas. Los hosteleros trabajaron a máximas revoluciones ante este tsunami de amantes de la buena música y con sed de pasárselo en grande. Una imagen: la cuesta de San Francisco tomada desde el 'hamaiketako'. Pero no solo bebieron, también degustaron la gastronomía. Las barras llenas de pintxos volvieron a consagrarse como unas auténticas estrellas.
Y de la comida, a la cultura. Muchos sacaron un rato para conocer la historia de Vitoria. Adentrarse y perderse por esa 'almendra' que mantiene su alma medieval y que narra su vida a través de murales que muchos inmortalizaron con sus móviles.
Unos paseos que en algunos casos se tradujeron en nuevas amistades. Y en esa lista se coló Celedón, que posó como una auténtica estrella del rock ante sus nuevos fans. El menú mañanero no tuvo desperdicio, aunque seguro que hoy volverán a hincarle el diente a la ciudad en esos descansos diurnos del Azkena.
La primera visita a Vitoria regaló muchas sorpresas para estas dos familias llegadas desde Coruña. Por un lado, bautizarse en el Azkena Rock, uno de los debes que tenían pendientes. Y tras el primer asalto, ayer volvieron a la carga y hoy derrocharán la energía que aún les quede en el cuerpo para vivir el festival en su máxima expresión.
Pero no todo lo acaparó el Azkena. Aprovecharon la visita para conocer también Vitoria. Porque sí, también es su primera vez en la capital alavesa. «Es una ciudad para repetir: buen ambiente, comida, gente...», alabó Julio Díaz, tras una primera toma de contacto. Y sin comerlo ni beberlo, se plantaron junto a Celedón. Quién sabe si para ver la Virgen Blanca desde las alturas o animados por la música. «No conocemos a este personaje de las fiestas. ¿Que baja de una torre? No jodas, ¿es un ángel o qué?», confesaron, asombrados al conocer su historia. «Nos lo imaginamos con tierras», bromearon, antes de inmortalizarse junto al protagonista de las fiestas de Vitoria. «Mira, ¿pues sabes qué te digo? Me gustaría poder vivirlo».
Jesús Aragón y José María Barjollo chocan sus manos para celebrar otro Azkena más. «¿Dieciii...seis?», se preguntan a sí mismos. Mejor resumirlo con «somos ya unos veteranos en esto del Azkena». Un festival que ha actuado de anfitrión para abrirles las puertas de «una ciudad maravillosa». Y es soltar esa palabra y comenzar a exponer los motivos.
«Mira, yo ya no sé en cuántas ciudades habré estado ya, pero Vitoria es de las más amables, eso ya te lo puedo asegurar. Es la hostia, así de claro», confiesa, sin titubeos, este vecino de Parla, en Madrid. «La sociedad vasca mola, jugáis en otra liga», ríe.
Y lo cierto es que esa percepción la han ido generando con el paso de los años y las experiencias en la 'Green capital'. «La 'Cuchi' se llama así porque antaño tenía varias tiendas de cuchillería. ¿Era así, no?», pregunta a otra amiga. «Me lo han contado pero de media hora para aquí no recuerdo nada. Pero hemos visto su ambiente mágico con nuestros propios ojos. Y es único. Y qué te voy a contar de los bares y de la arquitectura del Casco Viejo...», añade.
Lo de recorrer el Casco Viejo de Vitoria se ha convertido ya en una tradición para Enrique Alba. Todos los años reserva un hueco en su agenda para volar desde Málaga hasta la capital alavesa, durante estos tres días convertida también en la capital del rock.
«Es la 19ª vez que vengo al Azkena y siempre es un placer pasear por las calles de la ciudad, perderte por su casco antiguo», comenta, frente al Monumento a la Batalla y antes de retomar esa costumbre. «Es que, en serio, me alucina la ciudad que tenéis. Su parte vieja es muy del siglo XIX, de la época romántica». Una percepción compartida por más azkeneros que se fotografiaron por las calles de la 'almendra', convertida en toda una postal. «Es como meterte en un laberinto, te invita a querer perderte en su historia». Y también a querer recorrer y conocer sus murales. «Mira, hemos sacado fotos de las obras de arte que hay por las fachadas. Hemos conocido algunas nuevas, es una auténtica maravilla artística», añade su amiga Trini García.
Llegadas desde la provincia vecina, el Azkena Rock volvió a ser esa melódica excusa con la que reencontrarse con Vitoria. Suman más de una docena de ediciones y siempre sacan un rato para actualizar sus recuerdos de la ciudad. Así que son una voz autorizada para opinar al respecto. «Que nos pregunta este chico tan majo que a ver qué nos sorprende de Vitoria», le lanzó Iratxe Etxebarria a Arantza Eizmendi en las escalinatas.
No pasaron ni tres segundos y ya tienen la primera respuesta: «El clima. ¿Cómo en apenas 40 minutos puede cambiar todo tanto? Es increíble. Es pasar Subijana y adentrarse en un tiempo de extremos: mucho calor o mucho frío», apunta Eizmendi. Un listado al que su amiga añade la orografía. «Es una gozada porque es súper plana, puedes moverte fácilmente en bici».
Con la Virgen Blanca de fondo, reconocen que «la ciudad es muy chula para vivir». Aunque por el momento no entra dentro de sus planes porque, claro, residen en Getxo y «la costa es la costa... tener la playita al lado no tiene precio», zanjan.
«El último ha sido de champiñones». Pero no tardaron mucho en reemplazarlo. Esta cuadrilla de Zumarraga sigue maravillada con la gastronomía de Vitoria. «Hemos desayunado en el Casco Viejo y luego nos hemos pasado por unos cuatro o cinco bares, pero la ronda todavía sigue», comenta Cristóbal González de Audikana, afinando la nariz mientras bajaban la cuesta de San Francisco en busca de su próximo destino.
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Y por mucho que se hayan dejado caer por la capital alavesa en más ocasiones, lo cierto es que «el buen comer que tenéis aquí es algo que nunca nos deja de sorprender», confesaba, lanzando una invitación pública al resto del mundo. «En serio, los pintxos de aquí son ufff... Os lo recomiendo a todos. Vitoria es un templo para los pintxos. Y encima no es caro», reconocía.
Aunque la gastronomía no fue lo único que les dejó un buen sabor de boca. «Esta es una ciudad auténtica porque la gente es muy agradable. Puedes mantener conversaciones con cualquiera. Y sus calles desprenden todavía un aire muy ochentero», describió.
Cambiaron de escenario: del Azkena a la calle Prado. En un ambiente más calmado relajan sus cuerpos después de una noche cargada de mucha energía. Sobre la mesa, un par de pintxos y varias tortillas que acompañan con unas cañas, mientras ojean EL CORREO. «Es algo que hacemos siempre allá donde vamos. En el kiosco preguntamos por el diario de mayor relevancia para estar al día», comenta Javier Monesma, junto a María Pilar Salas y Laura Catalán, de Teruel. Lo tienen abierto por las paginas del Azkena, como si estuviesen en una especie de 'déjà vu'.
«Llevamos ya 15 ediciones viniendo juntos. Y desde hace algunas al planning sumamos un paseo por la ciudad. Al principio íbamos del festival al camping y viceversa porque pensábamos que el centro estaba muy lejos, hasta que un día una persona nos dijo que no se tardaba nada». Y bendita recomendación, porque les permitió conocer la ciudad. «Nos gusta andar por el Casco Viejo, nos alucina esta ciudad. Y su gente. ¡De verdad, eh! Ya son 15 años y cada vez sois más majos».
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