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LUIS LÓPEZ
Domingo, 12 de julio 2020
Los socialistas vascos afrontaban las elecciones de ayer con dos retos fundamentales: primero, mejorar los desastrosos resultados de 2016; y segundo, recuperar la tercera posición entre las formaciones políticas vascas, arrebatada hace cuatro años por un Podemos en ebullición, y situarse de nuevo ... como principal fuerza de izquierdas no nacionalista en Euskadi. Pues misión cumplida. Dos dianas. ¿Gran satisfacción? No. Porque la mejoría ha sido tibia, menor a la esperada, y porque superar a la formación morada tiene más que ver con el desplome en las filas de Miren Gorrotxategi que con el previsto despegue en las de Idoia Mendia.
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Visto con frialdad, lo cierto es que el PSE ha pasado de 9 a 10 asientos en el Parlamento vasco. Ha subido, claro. Pero hay que tener en cuenta que mejorar los resultados de 2016 no parecía complicado porque aquellos comicios fueron traumáticos para los socialistas vascos. Sólo en 1980, la primera cita electoral autonómica en democracia, habían sufrido un revés semejante.
Hay que ponerse en situación: hace cuatro años el PSOE estaba en llamas, desgarrado por el enfrentamiento entre Pedro Sánchez y Susana Díaz. Aquello era un espectáculo. Y en Euskadi, tras la marcha de Patxi López, Idoia Mendia se estrenaba como candidata de una formación en descenso a la que aún parecía pasarle factura el desgaste de los años de gobierno en Lakua. En fin, que la cita electoral de 2016 fue catastrófica, perdieron siete escaños y unos 90.000 votos. Lo nunca visto.
El panorama ahora es muy diferente. Los socialistas gobiernan en Madrid, el liderazgo de Sánchez es indiscutible y hay una ley política empíricamente demostrada que dice que cuando al PSOE le va bien, al PSE le va bien. Así que todas las encuestas avanzaban una remontada importante en Euskadi. De dos o tres escaños. Los más entusiastas incluso se permitían soñar con llegar a 13. Por eso el ligero avance de uno, hasta los diez, sabe a poco.
También porque llevan cuatro años compartiendo Gobierno con el PNV en Lakua. En realidad, esta es un arma de doble filo. Al principio, cuando tras dos décadas jeltzales y socialistas volvieron a conformar un Ejecutivo de coalición, muchas voces vaticinaron prácticamente el fin del PSE porque, decían, el PNV actuaría como una especie de supernova: arrasando todo a su alrededor hasta confundirlo consigo mismo.
Sin embargo, a la vista de lo ocurrido en los últimos años y lo que decían las encuestas, la sensación era que los de Mendia lograrían marcar perfil propio y rentabilizar esa gestión. Al final, quienes auguraban lo peor, no dieron en el clavo. Pero los socialistas tampoco han logrado sacar chispas a su paso por Lakua.
Uno de los temores era que la gestión del desastre del vertedero de Zaldibar por parte de Iñaki Arriola, el socialista al frente del Departamento de Medio Ambiente, tuviese un impacto negativo en los resultados. Pero no parece que haya sido así. En Eibar el PSE recabó el 21,6% de los votos, igual que hace cuatro años, y en Ermua y Zaldibar incluso mejoró sus resultados.
¿Qué ha pasado entonces para no haber alcanzado el objetivo deseado? La abstención. Está demostrado que las participaciones bajas penalizan al PSE, con un electorado menos movilizado que el abertzale. Y la de ayer fue del 53%, la menor en cuatro décadas de elecciones autonómicas. Visto así, puede resultar hasta meritorio haber incluso ganado un escaño.
Y también el hecho de haber subido en porcentaje de votos. Los socialistas han recabado el 13,64% de los sufragios, una mejora con respecto al 11,94% de hace cuatro años. Sin embargo, sigue quedando patente que la marca tiene más tirón en las elecciones generales, porque en las últimas del año pasado rozaron el 20% de las papeletas depositadas en Euskadi.
Pese a todo, números son números, y los números dicen que los diez parlamentarios socialistas, sumados a los 31 del PNV, dan una holgada mayoría absoluta para reeditar un Gobierno de coalición como el que ha estado funcionando durante los últimos cuatro años. En concreto, pasa de de los 9 a los 10 escaños en el Parlamento vasco. Un tímido repunte de votos pero a todas luces insuficientes para los socialistas vascos, que pese a todo, mostraban su satisfacción tras el recuento.
De esta forma, se afianza en Euskadi el Gobierno de coalición con el PNV que ha venido gobernando en Euskadi en los últimos años. Los votantes del Partido Socialista Vasco avalan de esta forma su participación en el Ejecutivo presidido por Iñigo Urkullu. En concreto, han logrado el 13,69% de las papeletas, lo que se traduce en un total de 120.077 votos, con un 98,28% del escrutinio. Hace cuatros años obtuvieron 126.420 apoyos, lo que se tradujo en un 11,94% del escrutinio.
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