El tráfico y la vivienda encienden la pugna por Vitoria

Mientras el PSE trató de hacer una defensa sin fisuras de su último mandato en términos de empleo, políticas sociales y comercio, el PNV se movió entre reivindicar los ocho años de Gorka Urtaran y el anuncio de medidas que enmiendan sus principales focos de desgaste. «El BEI se ha llevado por delante al alcalde», llegó a espetar de forma explícita la candidata popular. El bus eléctrico concentró el principal bloque del debate, pero no por decisión de las presentadoras, Marta Madruga y Olatz Barriuso, sino por las contrarréplicas de las contendientes.

Artolazabal reconoció que la movilidad es «uno de los principales problemas», pero que lo lleva siendo «veinte años», no sólo por las nuevas políticas. La candidata jeltzale abogó por eliminar uno de los carriles exclusivos del BEI entre Esmaltaciones y Mendizorroza y dárselo al vehículo privado. Etxebarria (PSE) atribuyó –sin decirlo de forma directa– el diseño del proyecto al PNV y planteó abrir la vía a los taxis. Eso sí, la cabeza de lista nacionalista advirtió de que ya lleva 4 millones de usuarios, que «no pueden estar equivocados».Pero afirmó que su gobierno «haría cualquier cosa por mejorar la movilidad».

El PP se decantó directamente por suprimir su prioridad y cargó contra sus defensores (el resto de los grupos). Domaica observa ahora al PNV con «urgencias electorales» que le llevan a modificar el sistema del BEI, e incluso le acusó de «reírse de los vitorianos» con este viraje, algo que irritó a Artolazabal.

En cualquier caso, resultó llamativo que las otras dos formaciones de la oposición, EH Bildu y Elkarrekin Podemos, defendieran más el proyecto original que ha marcado el último mandato que sus propios gestores. Rocío Vitero (Bildu) dijo que representaba el «modelo de sostenibilidad», y calificó de «despropósito e incoherente» modificar una apuesta «dándole vueltas un año después» de su implantación. La cabeza de lista soberanista, por cierto, fue la que más 'recados' envió a los grupos (salvo a Podemos), mientras el PNV se lanzó de forma directa a por la izquierda abertzale, y el PP y el PSE se enzarzaron en la actividad económica y la retención del talento.

Pero con tanto tráfico era inevitable abordar la congestión del sur, y el elefante invisible terminó por aparecer en la sala. Los partidos afearon al PNV que sacara a la palestra la posible circunvalación, que estaba a la espera de un estudio municipal.

Así se lo recordó a Artolazabal la propia Etxebarria, que pidió «desligar» del debate electoral una cuestión «demasiado importante» que necesita «un acuerdo macro». Vitero fue más allá y le acusó de «utilizar un informe pagado con dinero público para hacer campaña para un partido», algo que calificó de «vergonzoso». La jeltzale defendió que desconocía el contenido del estudio, y que su propuesta responde a «conectar Salburua, Zabalgana y Goikolarra entre sí». Ruiz (Elkarrekin Podemos), por su lado, recordó que la ronda sur original ya se descartó por ser «una catástrofe medioambiental».

Podemos y Bildu tampoco desaprovecharon la oportunidad para alertar de los «intereses urbanísticos que se esconden» tras la carretera. Traducido: urbanizar Uleta y otros sectores 'golosos' en el mercado inmobiliario.

Pero la movilidad no fue la única cuestión 'reñida' con la transición energética, sino también el desarrollo industrial, donde todas coincidieron en impulsar ese alma productiva. Pero sólo en apariencia. Al menos, en el modelo. Artolazabal se abrió a «mejorar» el Plan General (PGOU) recién aprobado de forma inicial para «no perder la ventaja competitiva». Resultó llamativo que fuera la única, junto con Domaica (PP), que se mostrara favorable a activar más suelo, mientras que Etxebarria puso en valor los proyectos de Mobility lab, Basquevolt y el futuro centro de fabricación avanzada de Mercedes, que están llamados a liderar esa transición, también «de la mano del sector privado».

Bildu, por su lado, se decantó por crear un «polo de innovación» en Betoño para 2050, que debería culminar la rehabilitación de «cientos de hectáreas» de terreno industrial que hoy se encuentra obsoleto en la trama urbana.

Pero el otro gran dilema del suelo está en la vivienda, donde todas las formaciones (no sin cuentas pendientes) coinciden en la necesidad de impulsar por fin el alquiler protegido, al que esperan más de 9.300 personas en las listas de Etxebide. El PNV propone activar en cuatro años 2.000 viviendas con convenios con el Gobierno vasco, algo similar al PSE, que pondrá la «alfombra roja» a través del departamento de Vivienda de Lakua, también en manos socialistas.

El PP, por su parte, apuesta por un «plan de choque para desatascar» mil viviendas pendientes de licencia y un parque de vivienda municipal para «facilitar» al Gobierno vasco. Vitero, que cargó contra el actual gobierno «por haber elaborado cero» en estos ocho años, planteó poner en alquiler los pisos municipales y la rehabilitación. «La vivienda se está convirtiendo en un lujo cuando es una necesidad», concluyó.