iratxe bernal
Viernes, 25 de marzo 2022, 07:54
El diésel se dispara de nuevo en Euskadi. Al tiempo que el Gobierno y las patronales del transporte alcanzaban un acuerdo para rebajar el coste del litro del gasóleo en el sector profesional, las gasolineras vascas rozaban el máximo histórico de principios de marzo. ... Así, el precio medio de la gasolina SP 95 se paga a 1,832 euros el litro y el diésel a 1,87, dos céntimos más que ayer y siete más en la última semana. En España, la situación es similar. La gasolina cuesta de media 1,801 euros y el diésel 1,818.
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Los precios de la gasolina y el diésel rompieron su tendencia a la baja tras el fin de semana. Desde que hace quince días alcanzasen los dos euros el litro, los carburantes comenzaron un pequeño descenso hasta recientemente. Este fin de semana, el diésel volvió a subir y este miércoles fue la gasolina quien rompió la tendencia a la baja.
- Precio máximo Euskadi
El alza de los precios resucita como consecuencia de los problemas de abastecimiento que sufren las estaciones por la huelga de transportes. Precisamente el gasóleo ha incrementado su precio en un 53% respecto a 2021. Este viernes, de madrugada, Gobierno y transportistas han llegado a un acuerdo con el fin de revertir la subida «desproporcionada» de precios de los carburantes. El Ejecutivo ha anunciado un paquete con treinta medidas que supone un «esfuerzo» económico de más de 1.000 millones de euros, entre las que destacan un descuento de 20 céntimos por litro en combustible para el sector que incluye gasóleo, gasolina, gas y adBlue, de los cuales el Estado aportará 15 céntimos y las petroleras un mínimo de 5 céntimos por litro.
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No obstante, mientras tanto, las suministradoras se han puesto las pilas y lanzan ofertas para captar nuevos y viejos clientes que se han marchado. Repsol ofrece 10 céntimos de descuento si se realiza el pago a través de la aplicación de Waylet. Una ventaja similar obtienen los clientes fidelizados del supermercado Costco en Sestao.
- Precio máximo España:
La paralización del país a consecuencia de la huelga de transporte ya no es una posibilidad remota, sino bastante real e incluso cercana. El presidente del área de Mercancías del Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC), Carmelo González, ya ha reconocido el riesgo de que España se pare esta semana: «No quisiera decirlo, pero desgraciadamente sí».
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El problema es que la cotización del carburante supone una tercera parte del precio final, por lo que estos vaivenes se trasladan muy rápidamente y de manera muy ostensible a las estaciones de servicio, especialmente en aquellos productos que tienen más demanda. Esta es la razón por la que el diésel, que se consume más que la gasolina, pueda llegar a ser más caro. También se pueden dar situaciones en las que econtremos la gasolina 98 octanos más barata que la 95 y que haya estaciones de servicio 'low cost' con precios más altos que otras de petroleras.
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Los precios ya estaban en una senda alcista desde mayo de 2021, pero la guerra declarada por Rusia a Ucrania los ha disparado hasta cotas inéditas. Rusia es el tercer productor de petróleo del mundo y el segundo exportador. Su suministro es clave para Europa, a la que provee del 27% del crudo. Las tensiones se han intensificado por la propuesta de Estados Unidos de prescindir de las materias rusas, algo a lo que se oponen en países europeos como Alemania, Holanda y Reino Unido. En la UE hay resistencia a tomar una medida así de radical dada la dependencia del país vecino, cuando la OPEP tampoco se ha comprometido a incrementar su oferta más allá de lo ya previsto.
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Pero la oferta y la demanda de las que depende la cotización ya estaban alteradas desde mucho antes de que empezaran las tensiones en la frontera ucraniana. Hay que remontarse a finales de 2020, cuando el desarrollo de las vacunas empezó a reactivar la economía mundial. ¿Por qué? Pues porque ante el parón ocasionado por el covid y el consecuente desplome del consumo, los 23 miembros de la OPEP (la Organización de Países Exportadores de Petróleo más productores como Rusia) acordaron controlar el desplome del precio del barril de Brent, que había llegado a estar por debajo de los veinte euros. Y controlar el precio significa reducir la producción. Desde el verano pasado han comenzado de nuevo a incrementarla, pero (y pese a las presiones políticas que cuestionan el ritmo de recuperación) no parece que de momento se planteen situarla en los niveles previos a la pandemia. De hecho, estiman que recuperarán los 5,8 millones de barriles diarios, casi el 60% del volumen recortado, para septiembre.
Sin embargo, la menor producción no explica por sí sola el encarecimiento. De hecho, según la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), sólo supone el 33% del precio final que pagamos y no aclara, por ejemplo, por qué hoy llenar el depósito cuesta lo mismo que en 2014, cuando la cotización del barril de Brent rondaba los 108 euros. Ahí entran el margen bruto de distribución por un lado y los impuestos, por otro.
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El margen bruto de distribución incluye, además del beneficio empresarial, todos los costes inherentes al almacenamiento y transporte del carburante hasta la estación de servicio, así como las obligaciones normativas. Entre estas, una de las más significativas es la aportación que los operadores de productos petrolíferos deben hacer obligatoriamente desde 2014 al Fondo Nacional de Eficiencia Energética (FNEE), una aportación que repercute al consumidor. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), este margen también está ahora en España en máximos históricos: en noviembre de 2021 alcanzó los 27,7 céntimos por litro de gasolina 95 frente a los 17 de 2014. La AOP calcula que supone un 17% del precio final.
Finalmente, hay que tener en consideración los impuestos. Los carburantes son uno de los productos más intervenidos y gravados en España, donde la carga fiscal supone aproximadamente la mitad de su precio final; un 32% por Impuesto Especial sobre Hidrocarburos y un 18% por el IVA (se aplica el 21% del tipo general), según la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos. Además, de permitir la recaudación de aproximadamente 21.500 millones de euros al año, es una forma de incentivar el uso de energías menos contaminantes que las derivadas del petróleo. Es decir, rebajar los impuestos sobre la gasolina va contra la apuesta por la sostenibilidad plasmada en el documento 'España 2050. Fundamentos y propuestas para una estrategia nacional de largo plazo' en el que incluso se habla de elevar los tipos impositivos sobre el consumo tanto de gasolina como de diésel. Por tanto, tampoco parece muy factible que se vaya a buscar una rebaja de los precios por medio de ajustes tributarios, como sí se ha intentado con la luz.
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¿Qué podemos hacer entonces? Poca cosa. Solo repasar los consejos de expertos como el Real Automóvil Club de España (Race) sobre cómo ahorrar combustible, dar una oportunidad a las gasolineras 'low cost' y tener en consideración las comparativas de las estaciones de servicio más baratas que realizan la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia en su 'Boletín informativo u organizaciones como la OCU.
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