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josé v. merino
Lunes, 12 de julio 2021
Santiago Bengoa (Olaeta-Aramayona, 1955), secretario general de CCOO en el País Vasco entre 1988 y 2000, ha fallecido hoy lunes a los 65 años ... en un hospital de Vitoria. Esposo de Mari Cruz Vicente, la actual número dos del mayor sindicato español y principal colaboradora de Unai Sordo, la figura de Bengoa trasciende con mucho la actividad sindical y su legado es muy visible dos décadas después de dejar la primera línea.
Bengoa, Santi para todos, sustituyó al frente de Comisiones Obreras en Euskadi al histórico Tomás Tueros, el primer secretario general en un congreso difícil, y luego fue reelegido en dos ocasiones, completando doce años en el liderazgo de la central. Tras su marcha de la Secretaría General, volvió a su puesto en la empresa Sidenor, donde se jubiló en 2016 con un contrato de relevo.
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Quienes compartieron con él aquella trayectoria, recuerdan un puñado de hitos fundamentales en la aportación de Santiago Bengoa. El primero, glosa Luis Miguel Pariza, es que fue un dirigente al que le tocó la época que ponía fin a los fortísimos liderazgos procedentes de la clandestinidad. En Madrid, Marcelino Camacho daba paso a Antonio Gutiérrez, precisamente uno de los que animó a Bengoa a presentarse a la dirección de CC OO en el País Vasco. No fue el único. Tal vez la fundamental fue Mari Cruz, su mujer, como ella misma recordaba en una entrevista con este periódico. «Yo contribuí muy activamente para que se presentara. Me costó convencerle porque no le gustaba el protagonismo». 35 años después, él le animó a dar el salto a Madrid, a la ejecutiva confederal del sindicato. Sus vidas, «respetando escrupulosamente el papel del otro» y «compartiendo las tareas de casa», son un buen repaso de la historia sindical española de las cuatro últimas décadas.
Y como el nuevo liderazgo tenía otra realidad por delante, Bengoa abrió el sindicato a actividades que ya no eran solo el metal o la construcción, como la Administración, el transporte... Hasta convertir a Comisiones Obreras en la segunda fuerza vasca, por detrás de ELA, aunque ahora, con el paso del tiempo, es la tercera cerca de LAB.
Bengoa reforzó sobremanera la autonomía del sindicato en un momento en el que las centrales solían ser correa de transmisión de los partidos políticos, en el caso de Comisiones el Partido Comunista de España. Lo recuerda bien Ricardo Arana, quien rememora un hecho histórico por inusual:consiguió que el entonces lehendakari Ardanza acudiera a un congreso del sindicato.
Esa independencia se tradujo en otro hito en la historia de Bengoa al frente de la central. Su consideración de la «dimensión social» del augobierno, un asunto que para él era tan importante que lo llevó al frontispicio de uno de los congresos de Comisiones. «Huyendo de que la prioridad es la política, ponía por delante el bienestar de los trabajadores y de los más desfavorecidos».
Bengoa sufrió en carne propia los 'años de plomo' del terrorismo y subrayó el papel del sindicato en la retaguardia del Pacto de Ajuria Enea, la unidad frente a la violencia para conseguir réditos políticos. Un movimiento complejo, puesto que ETA y quienes le secundaban exhibían valores de la izquierda. Años después llegaron dos crímenes que le sacudieron personalmente, el del articulista José Luis López de Lacalle, quien había estado en los albores de la central, y el del funcionario de prisiones Máximo Casado.
Hay un hecho que simboliza la opinión clara de Bengoa sobre todo aquello. Se dio de baja en el PCE, a donde había llegado en la convicción de que simbolizaba «la reconciliación nacional y la constitución de un sistema democrático y social potente», porque «no compartía en absoluto la participación de Izquierda Unida en el Pacto de Lizarra», recordaba él mismo a ELCORREO hace unos años.
De mirada larga, tenía amigos que lo ligan a circunstancias capitales en el devenir español de hoy: el procés, el acceso de Unidas Podemos al Gobierno o los acuerdos sociales del actual Ejecutivo de Pedro Sánchez, llamativos en un momento de enorme enquistamiento político. Era amigo de Joan Coscubiela, ahora embarcado en la formación de un «grupo de personalidades provenientes del ámbito social y académico» con el fin de «promover una salida razonable a la crisis institucional en Cataluña y en España». Y también de Suso Díaz, el padre de la actal ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Unai Sordo, el actual líder de Comisiones Obreras, también «creció» con Santi.
Pese a la dureza de su enfermedad, Santi siempre fue «optimista» y «profundamente humano», cualidades que recuerdan de él amigos y adversarios. También que era «accesible y muy afable», además de «tenaz» o «cabezota», como recuerdan quienes tanto le apreciaban. Luis Miguel Pariza estuvo en su casa hace un par de semanas y habló con él telefónicamente hace cuatro días. ¿De qué? «Pues de política». Santi ya había decidido no someterse a terapias agresivas y dejar la vida «con dignidad», la misma que presidió toda su trayectoria. Descanse en paz.
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