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Hoy es un día muy triste para mí y para las Comisiones Obreras de Euskadi. Santi Bengoa se ha ido, demasiado pronto, dejándonos, como en el poema, «consternadas y rabiosas» ante la muerte, o ese «absurdo previsible», porque necesitábamos compartir más tiempo y momentos ... a su lado.
Santi es un sindicalista de los imprescindibles, de los que se han dejado la piel para defender la justicia, la democracia, la libertad y la clase trabajadora. Empezó militando en aquellas Comisiones Obreras clandestinas y perseguidas por parte de la dictadura. Participó en primera persona en las movilizaciones y huelgas que terminaron con el asesinato de 5 trabajadores el 3 de marzo de 1976 y pertenece a ese grupo de mujeres y hombres que trajeron la democracia y la libertad a este pueblo. El dictador murió en la cama pero la libertad y la democracia la pelearon y la ganaron la clase trabajadora y muy especialmente las gentes de las Comisiones Obreras. La historia está en deuda con Santi y con tantas otras y otros.
Fue Secretario General de CCOO de Euskadi entre 1988 y 2000, elegido la primera vez con tan solo 33 años, le tocó asumir responsabilidades en tiempos muy difíciles y con un sindicato dividido que, sin embargo, consiguió cohesionar. Dirigió la transición de nuestra organización desde un movimiento sociopolítico a una organización sindical arraigada en Euskadi, con ejes como la defensa de nuestro autogobierno, la solidaridad y la justicia social, el fortalecimiento de nuestro rol sociopolítico y la necesidad de extender y desarrollar la acción sindical en los centros de trabajo, el sindicato de proximidad, cerca de los problemas reales de los trabajadores y trabajadoras. Dirigió al sindicato en tiempos convulsos de muchos cambios, de muchos acuerdos y muchas movilizaciones, como la Huelga General del 14-D. Bajo sus mandatos se consolido la apuesta por la autonomía del sindicato, no solo en relación a los partidos políticos, sino en cuanto a su capacidad de reflexión, de elaboración y de proposición para condicionar las políticas públicas que afectaban a la clase trabajadora.
Yo conocí a Santi en el año 1992, cuando me propuso, siendo yo muy joven, ser miembro de la Comisión Ejecutiva y llevar la Secretaría de la Mujer. Su apuesta por las mujeres y el feminismo y el papel que nosotras teníamos que jugar en una organización como la nuestra, fue muy importante. Aprendí mucho a su lado, parte de la sindicalista que soy, es gracias al ejemplo y el trabajo de personas como él.
Ha sido una persona buena, leal, gran amigo y mejor luchador, siempre con la clase trabajadora y las causas justas.
Hoy las Comisiones Obreras estamos rotas de dolor, pero debemos agradecerle a Santi toda su entrega, militancia y lucha. Las CCOO de Euskadi son un conjunto de palabras que no se pueden conjugar sin la historia de Santiago Bengoa. Su historia también es la nuestra. Un abrazo y todo nuestro cariño para Cruz y Jone.
Eskerrik asko, Santi. Agur eta ohore
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