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Está considerado un primera fila en el universo empresarial español. Lleva a gala pertenecer a un grupo familiar -pese a que la compañía que preside ... cotiza en Bolsa- que ha demostrado que se puede llegar a ser una multinacional potente, líder incluso en determinado segmento, en un sector tan competitivo y de márgenes estrechos como el del automóvil.
Francisco Riberas, presidente de la empresa vasca Gestamp -50.000 empleados en 174 plantas en 34 países-, fabricante de componentes de automoción -carrocerías y otros elementos mecánicos de la estructura de los vehículos-, tiene sentimientos encontrados. Está convencido de que España reúne las condiciones precisas para liderar un nuevo proceso de reindustrialización, porque hay oportunidades de mercado y los fondos europeos pueden ayudar en la financiación.
Pero, al mismo tiempo, admite sentirse incómodo y caer presa del desánimo en muchos momentos, porque no entiende la estrategia de «enfrentamiento, de confrontación» que ha desplegado el Gobierno de Pedro Sánchez contra los empresarios. Tiene fama de mantener un buen nivel de interlocución con los sindicatos y, curiosamente, por ahí no ve muchos problemas. Ve «mucho sentido común» en las organizaciones sindicales, pese a que la coyuntura esté teñida de presión laboral para reclamar un aumento de salarios que compense el meteórico alza de precios. Esta semana ha participado en el congreso de la empresa familiar celebrado en Cáceres.
- ¿Cree que España puede sacar ventaja en una coyuntura en la que otros países tengan problema de suministro energético?
- Ventaja... ¿En qué sentido?
- Si la industria alemana tiene que parar por falta de suministro de energía, la industria española puede verse favorecida.
- Creo que las cosas son mucho más complejas que eso. No parece que tengamos mucha ventaja en este momento, como lo demuestra el ERTE que ha planteado ya ArcelorMittal en sus plantas y otras medidas similares. Me parece que si Alemania se para por el problema del gas, ¡estamos apañados!
- Esta semana se ha celebrado el Congreso del Instituto de la Empresa Familiar y por cuarto año consecutivo Pedro Sánchez les ha dado la espalda. No ha asistido. Hay quien sostiene que usted es el responsable. Aquel congreso de 2018 en Valencia... ¿Se arrepiente?
- Se mitifican las cosas. En realidad, quienes más se enfadaron con Pedro Sánchez en aquel congreso no fueron los empresarios sino los periodistas. De ahí que en sus crónicas creo que cargaron un poco la mano.
- Sabía yo que en algún momento podíamos llegar a eso de que la culpa la tienen los periodistas...
- De verdad, créame. Él llegaba con retraso y estuvieron esperando 45 minutos en la puerta. El presidente decidió que quería entrar por otro acceso. A la salida tampoco quiso atenderles. Estaban realmente enfadados y eso influyó.
energía
- Pero su diálogo en público con él, en su calidad entonces de presidente del Instituto, abrió el cisma. También la frialdad con la que le despidió el auditorio al terminar su intervención.
- No fue para tanto. Me limité a exponer los riesgos de un excesivo endeudamiento público, nada más. Lo que sucede es que una de las cosas que me caracteriza es que siempre digo lo que pienso. Y no es cierto que hubiese abucheos como se dijo. Siempre hemos demostrado un enorme respeto institucional y eso no lo vamos a cambiar. Otra cosa es que no estemos de acuerdo con algunas decisiones, pero eso entra dentro de lo normal.
- ¿Sienten que el Gobierno está lejos, que se ha alejado de ustedes?
- Siempre hemos estado cerca del Gobierno porque creemos que es nuestra obligación y que el mejor resultado se obtiene cuando todos colaboramos. Pero sí es cierto que el Gabinete actual ha decidido lanzar un mensaje... digamos que extraño. Algo así como que para proteger a los débiles es necesario identificar a los empresarios como parte del problema. Es una estrategia de enfrentamiento, de confrontación, que no entendemos.
- Cuando piensa en invertir, ¿eso le condiciona?
- La confrontación del Gobierno con los empresarios puede hacer daño a la inversión. Le reconozco que hay días en que me invade el desánimo y otros en los que pienso que debemos seguir con nuestra misión principal, que no es otra cosa que perseverar en sacar adelante nuestras empresas y resolver los numerosos problemas que tenemos. Y últimamente hay bastantes. Pero sí, es lógico, si te sientes incómodo en algún lugar, eso afecta y puedes reconsiderar las inversiones. Por supuesto.
Negociación salarial
- ¿Le ha sorprendido ese nivel de tensión con empresas y empresarios que ha desplegado el Gobierno? Todo apunta a que es una táctica electoralista.
- No reconozco al Partido Socialista en esa actitud. Jamás ha tenido este discurso y me resisto a pensar que sea el sentir real de ese partido y de su gente. Alguien ha debido convencerles de que esto da votos...
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- Las medidas fiscales aprobadas por el Gobierno y que afectan a las empresas, ¿las enmarca en esa misma táctica?
- Sin duda, es confrontación. Mire, las empresas han sufrido mucho en los últimos años; algunas incluso han quebrado. Hay problemas objetivos en las empresas en estos momentos debido a la coyuntura y... el mensaje que recibimos del Gobierno es una nueva vuelta de tuerca. En algunos grupos empresariales podemos estar ante un problema enorme. Y es una pena porque hay una oportunidad histórica.
- ¿A qué se refiere con oportunidad histórica?
- A que España debería liderar un nuevo proceso de reindustrialización. Hay oportunidades y hay fondos europeos que pueden ayudar a financiarlas. Por ejemplo ¿por qué no batallamos para tener fabricantes de paneles solares? ¿No le parece que es el momento de apostar por fabricar microchips en España? Esas oportunidades están ahí y lo que se necesita son empresarios motivados que arriesguen en esas operaciones. Motivados, no desanimados.
transición
- Otro frente abierto que tienen ustedes es la presión sindical, porque debido al alza de precios hay también una reclamación de aumentos significativos de los salarios. ¿Le preocupa?
- Hay bastante sentido común en los sindicatos. Al menos es lo que yo aprecio. Habrá problemas, seguro, tensiones también, pero creo que hay bastante sensibilidad para apreciar la situación de cada empresa. Los empleados saben cómo de mal lo ha pasado su empresa en la pandemia y cómo sufre la situación actual. Estoy seguro de que la negociación se va a desarrollar con equilibrio. Claro que... la política tampoco ayuda en esto.
- ¿Lo dice quizá por las manifestaciones de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y su llamamiento a la movilización masiva?
- Es otra muestra más de esa estrategia de confrontación de la que le hablaba antes. Es un análisis simplista basado en dividir el mundo en buenos y malos. Estos últimos somos nosotros, los empresarios. Y además hay algo que resulta aún más extraño. Le voy a descubrir algo. El discurso de la vicepresidenta en privado no es el mismo que en público. Claro que... lo que impacta es lo que dice en público.
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