«Tengo 50 años cotizados y la Seguridad Social me ha dicho que ya no pague más»

Su larguísima vida laboral se inició con solo 14 años, cuando era un adolescente del barrio de Arabella, donde sus padres se instalaron al llegar de Salamanca. «Vinieron a finales de los 60 con la maleta de madera. Mi padre se puso a trabajar en la fábrica Unquinesa, en lo que llamaban el 'desierto' de Erandio. El caso es que una vecina le dijo a mi madre: 'tu hijo anda tirando piedras en la campa; yo tengo un amigo que le puede colocar en su bar'».

Su primer trabajo fue en el Restaurante Salcedo preparando rabas. «Pero solo duré 15 días porque me ofrecieron 500 pesetas más en la Taberna Taurina y los domingos libres, algo muy importante para poder ir a las discotecas». En ese bar mítico de Ledesma se quedó durante 22 años como asalariado junto a su hermano Paco, que entró también como camarero. «Estuve muy bien. Entonces no existían los Burger King y el plan de las familias era pasarse a tomar un bocadillo de tortilla a las noches. Utilizábamos cada día 90 docenas de huevos y un saco de 50 kilos de patatas. Si ves a la velocidad que las pelo, alucinas».

En 1994 el dueño de la Taberna Taurina les anunció que se jubilaba y les ofreció a él, a su hermano Paco y a otro empleado hacerse cargo de un segundo bar que tenía, Taberna Dos. «No cobramos ni finiquito. Pasamos de un día para otro. Creo que el traspaso nos costó unos 10 millones de pesetas, 60.000 euros. Lo veíamos seguro porque Ledesma siempre está petado y conocíamos el negocio».

- Los trabajadores de la hostelería están muy quemados por las jornadas interminables y los bajos salarios. ¿Cómo ve el sector?

- A mí siempre me ha gustado y no me ha importado meter horas. Durante muchos años se cobraba más en 'negro' que en la nómina y al principio tuve que hacer otros trabajos el fin de semana para pagar el alquiler. Ahora los jóvenes utilizan la hostelería para pagarse viajes o estudios, pero intentan ser algo más. Cada vez hay más inmigrantes en este sector. Es algo que ya vi en Londres hace años. No es un trabajo que quieran hacer los de aquí.

Jose dice que se encuentra muy bien físicamente y por ahora quiere seguir en el bar. Ahora se lo toma con más calma. «No trabajo más de ocho horas. Empiezo muy pronto porque me gusta madrugar y las tardes las tengo libres. Me gusta pensar qué hacer para el día siguiente y prepararlo».

En su gestoría le han hecho los números para los diferentes escenarios. Desde julio se beneficia de lo que se conoce como 'exoneración del pago de cotizaciones sociales'. Solo tiene que abonar un 1,56% por incapacidad temporal derivada de contingencias y el 1,3% por contingencias profesionales. Esto es debido a que ya tiene 65 años y más de 37 años y nueve meses cotizados, que es la edad necesaria para retirarse con el 100% de la pensión.

Aparte tiene derecho a cobrar los incentivos por lo que se denomina la jubilación demorada. Se pueden recibir como una subida adicional de la pensión del 4% o un pago único, que en su caso alcanzaría en torno a 7.000 u 8.000 euros por cada año que trabaje de más.

«Como decía, lo tengo que hablar con mi mujer. Ella está ahora muy activa y feliz porque se encarga de nuestros dos nietos, que todavía son pequeños. Tengo todo pagado, los hijos tienen ya su vida organizada y yo estoy disfrutando mucho con la libertad de jubilarme cuando me dé la gana».