La lacra de morir en el trabajo se enquista en Euskadi con doce fallecidos este año

Hoy el calendario recoge la celebración del Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, una efeméride que ha multiplicado durante toda la semana los actos dirigidos a condenar una siniestralidad que no remite. Este mismo miércoles volvió a golpear a un joven de solo 22 años que quedó gravemente herido cuando cortaba pinos en un monte de Arcentales (Bizkaia); apenas llevaba dos meses en el sector forestal. Son dramas que nos recuerdan que en esta Euskadi del siglo XXI y de la Inteligencia Artificial se sigue muriendo en el trabajo por accidentes más propios del siglo XIX, como ese tan recurrente en la tala de árboles: caídas de altura, atrapamientos con máquinas, siniestros de transportistas en las carreteras... La lacra no desaparece sino que se ha enquistado, con entre 30 y 40 fallecidos cada año en la comunidad autónoma, a los que hay que sumar más de 150 heridos graves y miles de leves.

En este primer trimestre del año el registro oficial de Osalan arroja doce muertes en el trabajo por accidente laboral (sin contar enfermedades), una de ellas 'in itinere'. La cifra es la mayor en la última década, aunque no por mucha diferencia. De hecho, el número apenas varía de un año a otro. Pero nunca hay que olvidar que detrás de está fría estadística hay vidas truncadas y un inmenso dolor. Entre ellas está la de Kevin, un joven de 29 años sobre el que cayó el portón de un pabellón cuando lo cerraba al terminar su jornada; o José María, de 53, que falleció en una cantera de Peñacerrada.

No hay muchos datos sobre los siniestros. Osalan manda un primer y escueto parte a los sindicatos, que complementan con información de sus delegados y es lo que suele trascender. Un repaso a los accidentes mortales que se han conocido en lo que va de año confirma que se repiten una y otra vez las mismas calamidades. «Hemos avanzado porque la incidencia ha caído a la mitad en las dos últimas décadas, pero los accidentes graves y muertes se siguen produciendo de la misma manera que hace siglos y no logramos erradicarlos», apunta Lourdes Íscar, directora de Osalan.

Según explica, este tipo de siniestros ocurren porque falla la cadena de prevención. «Las caídas de altura se producen porque no hay medidas de protección (arnés, mallas...), o no son adecuadas o el trabajador no las quiere usar. También son habituales los problemas de coordinación en la obra», apunta. En cuanto a los atrapamientos de máquinas, continúa, «muchas derivan de falta de mantenimiento o porque el trabajador las utiliza de forma incorrecta, pero es la compañía la que debe velar por que se hagan las cosas bien».

Los sindicatos responsabilizan a las empresas. «Incumplen la normativa de prevención y no ponen las medidas requeridas», critica Alfonso Ríos, responsable de Salud Laboral de CC OO, que llama la atención sobre el hecho de que buena parte de los trabajadores fallecidos este 2024 dependían de subcontratas. «La falta de coordinación en las obras suele estar detrás de muchos accidentes. Debe haber un recurso preventivo que garantice en todo momento las medidas de seguridad y es habitual que no se cumpla», añade Oskar Abad desde ELA. En lo que va de año han sido varias las muertes por caída de altura, como la del trabajador que reparaba la cubierta en Fundiciones Fumbarri de Durango o el que ponía redes de protección en unas viviendas en construcción en Rentería.

Otro sector con alta siniestralidad es el transporte, que también se ha cobrado vidas en este 2024. Un conductor de un camión cisterna perdió el control de su vehículo cuando se dirigía al Puerto de Bilbao y otro se accidentó al descargar la mercancía. «Tienen condiciones muy precarias, largas jornadas de trabajo, estrés, presiones...» , señala Inko Iriarte, responsable de Salud Laboral de LAB.

Un dato llamativo de los fallecidos en estos primeros meses del año es su avanzada edad. «También han muerto trabajadores muy jóvenes pero la mayoría tenía más de 45 años e incluso algunos superaban la cincuentena», apunta Juan Carlos Cárdenas, secretario de Salud Laboral en UGT-Euskadi. A su juicio, eso denota que los accidentes no se produjeron por falta de experiencia. «El cansancio y la repetición hacen que se tengan despistes y para evitarlos debe funcionar la cadena de prevención », afirma. También reclama una mayor presión de la Inspección, con más sanciones. «Los radares y las multas han reducido la siniestralidad en las carreteras. Es lo que funciona», dice.

La viceconsejera de Trabajo, Elena Pérez Barredo, defiende que el año pasado se realizaron casi 14.000 actuaciones para garantizar la seguridad y la salud. «En este primer trimestre ya son más de 3.300 y se han impuesto 162 infracciones además de 596 requerimientos. Las propuestas de sanción rondan los 924.821 euros», precisa. El importe medio por infracción es bajo, de 5.700 euros, pero Pérez-Barredo recuerda que en las muy graves la sanción es considerable. Por ejemplo, en 2022 se castigó con 160.000 euros a Construcciones Lasuen y Futuro Insólito por la muerte de Philipe, un joven portugués de solo 22 años que cayó de un cuarto piso de un bloque en construcción en Durango.

Otro asunto de debate en estas fechas es la necesidad de más inspectores. El Gobierno vasco lo ha reforzado hasta sumar 80 plazas, pero un tercio de las mismas está sin cubrir por falta de candidatos para ocuparlas. «Pero lo primero era crear esas plazas y lo hemos hecho», dice Pérez Barredo. Los sindicatos exigen un mayor incremento y también piden reforzar Osalan, que cuenta con cerca de 80 técnicos y unos 25 expertos sanitarios. Mientras surgen nuevos riesgos para la salud de los trabajadores asociados a la digitalización, todavía queda el reto de acabar con los accidentes de siempre.

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