La decisión de Ferrovial de trasladar su sede social a Países Bajos se ha convertido en una polémica de primer orden, en la que se mezclan aspectos técnicos, con interpretaciones de carácter político y también una zona de grises, claroscuros, en los que no se ... acierta a ver con nitidez las razones de peso para una decisión de este calado. Cada día que pasa se intensifica la idea de que las verdaderas razones, las de más peso -aunque sea relativo- no se han explicado. Y en mi opinión son, simple y llanamente, de carácter fiscal, porque Países Bajos, al igual que Luxemburgo, miman fiscalmente las estructuras societarias de holdings, con una exención total de los dividendos que fluyen de abajo hacia arriba, desde las filiales hacia la cabeza. Algo que, hay que recordar, una de las últimas modificaciones del Impuesto de Sociedades en España contempla justamente en sentido contrario. Un holding soporta mayor carga fiscal en España que en Países Bajos. Pero no hay que despreciar que también haya algunas dosis de reacción política en la decisión.
Publicidad
Es así de simple, aunque el problema quizá estriba en que es políticamente incorrecto argumentar que uno cambia de ubicación a la búsqueda de la elusión fiscal. Esto es, de pagar menos impuestos utilizando todos los recursos legales en su mano. Las empresas españolas, en general, tienen un déficit de transparencia y éste es más evidente cuando se abordan asuntos delicados o que, como es el caso, pueden resultar impopulares. Ahorrar, aunque sea en impuestos, está mal visto. La valentía, al igual que la transparencia, tampoco es un valor en alza.
Los primeros argumentos se dirigieron a resaltar la inseguridad jurídica en España, derivada de continuos cambios en la legislación. Había que interpretar que en las esferas de lo laboral y de lo fiscal. También argumentó la empresa la necesidad de buscar un mejor 'rating' para sus emisiones de deuda y que en la calificación afecta también el 'riesgo país', siendo la solvencia de Países Bajos mejor que la de España. El argumento, aunque aparentemente impecable, es endeble. Salvo que uno califique a los analistas de inversión como auténticos memos, incapaces de discernir la noche del día, hay que pensar que la compra de deuda de una empresa se hace teniendo no solo en cuenta el 'rating' de las agencias de calificación -bastante desprestigiado, por cierto, tras el caso Lehman Brothers-, sino también la realidad de la empresa, el producto o el servicio que ofrece y el área geográfica en el que obtiene sus ingresos. Por mucho que tenga su sede en País Bajos, una empresa que venda sus productos únicamente en Burundi -el país más pobre del mundo-, difícilmente va a conseguir más y mejor financiación que otra que opere en España, por ejemplo.
En las últimas semanas, la empresa ha centrado su argumentación en su deseo de cotizar en la Bolsa de Estados Unidos y en la imposibilidad, más bien dificultad, de hacerlo si se tiene la sede en España. Reputados expertos en la materia sitúan el argumento al mismo borde de la «milonga pampera», porque aunque es verdad que hay una base técnica correcta en el planteamiento, también hay razones más que suficientes para pensar que es una excusa.
Publicidad
Las empresas españolas que cotizan en Wall Street -Telefónica, BBVA, Repsol o Grifols, entre otras- no lo hacen de forma directa sino a través de los denominados ADR. Una especie de certificado que representa un paquete de acciones, que tienen un carácter más testimonial que otra cosa. Ferrovial puede argumentar que quiere una cotización directa, título a título, pero los expertos también advierten que para una empresa de su tamaño «mantener liquidez en dos bolsas es un objetivo inalcanzable». Ferrovial, en la Bolsa de Nueva York, será algo parecido a una mosca gorda posada sobre la catedral de Burdos.
La prueba del nueve de que el argumento bursátil puede ser una mera excusa, insisten, es que Ferrovial «jamás ha hecho una gestión para sondear la posibilidad de cotizar al mismo tiempo en Estados Unidos y España», que se resolvería con un acuerdo de conexión entre las sociedades depositarias de las acciones.
Publicidad
Si una mayoría del accionariado apoya hoy el traslado de sede, teniendo en cuenta la fuerte composición internacional del capital, será un golpe duro, muy duro. En cualquier caso, el Gobierno debería darle la vuelta a su estrategia, que en los últimos días no ha sido precisamente diplomática ni fina. Más que presionar a Ferrovial y a sus accionistas para que no deslocalicen su sede, debería plantearse qué podemos hacer para evitar que haya empresas que tengan excusas para irse. Seguro que salimos ganando.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.