Euskadi es la tercera comunidad tras Cataluña y Madrid en registro de patentes en Europa

Las empresas y los inventores de Euskadi presentaron 263 solicitudes de patentes ante las oficinas europeas el pasado año, una cifra que ya se ha elevado a 355 el actual. Se trata de un salto muy relevante en opinión del despacho de propiedad industrial, patentes y marcas Balder, que celebra este nuevo rumbo en las políticas empresariales, aunque advierte que en España «seguimos sin tener cultura de patentes».

Así se justifican las 2.111 peticiones presentadas a nivel nacional en la Oficina Europea de Patentes (OEP) durante el último ejercicio -listado en el que Euskadi va tras Cataluña, con 731 y Madrid, con 404-, frente a las 57.000 formuladas desde Alemania, las 290.000 traídas al continente por Japón o las casi 300.000 de EE UU. «Aquí se ven como un gasto y no como una inversión, con su correspondiente retorno», alega el socio de esta firma jurídica en el País Vasco Jesús Mancha.

El representante de Balder, despacho que se fundó de forma simultánea en Madrid y Bilbao y que tiene en Euskadi tres cuartas partes de su facturación por patentes, remarca que es difícil cambiar esta tendencia al carecer de las compañías gigantescas que vienen liderando estos rankings. A nivel mundial, por ejemplo, hay tecnológicas como Huawei, con 5.071 innovaciones patentadas en Europa en solo un año, lo que la sitúa como líder; o Samsung, segunda en el listado al llegar hasta las 4.760 patentes. Todo ello, sin adentrarse en otros ámbitos como el de las farmacéuticas gigantescas, al estilo de Bayer, también celosas en la protección de todas sus investigaciones.

En España hay grandes compañías que comulgan con esta filosofía cada vez más. Ocurre con Telefónica, que sin embargo el año pasado solo registró 17 patentes. El liderazgo lo ostenta el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) al patentar 80 creaciones, seguido por la compañía asociada a los viajes Amadeus, con 47.

Las cifras totales españolas no son especialmente positivas, pero la evolución refleja una intensificación en la apuesta por registrar patentes en la oficina europea. Más allá del crecimiento del 6,9% vivido en el último año, si se abre el foco a la última década, desde 2014 han crecido a un 43%. Queda por detrás Italia, que en ese periodo crece un 38,5%.

El portavoz de Balder celebra que el Gobierno vasco está sembrando un germen para cambiar esta realidad a través de su apoyo a los centros tecnológicas y con una disposición a movilizar ayudas. «Crea cultura», defiende Mancha, quien subraya que la falta de patentes no está relacionada con una ausencia de innovación constante, sino con una forma de hacer que ya parece instaurada en Euskadi. «Tenemos empresas muy punteras», señala, aunque demasiado acostumbradas a llevar a registrar únicamente las grandes novedades fruto de enormes avances, sin reivindicar una multitud de pequeñas mejoras que se acometen con cada nuevo modelo. En otros países próximos, como Alemania, cada ingenio creado es 'despiezado' y aprovechado. «Un alemán es capaz de sacar diez patentes de una nueva máquina. Con cada detallito nuevo que aporte. Aquí una empresa innovadora con el mismo volumen de I+D+i puede sacar solo dos patentes en un año», compara.

Para cambiar esta realidad, en Balder subrayan que «si algo no está patentado cualquiera lo puede copiar y eso forma parte de una práctica normalizada y legítima». Ante este concepto, parece difícil no pensar en el mercado chino. «Allí es muy habitual localizar novedades y cosas no patentadas, pero que reconocen que pueden ser interesantes. Más allá de que copien, está el problema de que se convierten también en competidores», recuerda Mancha. Sin desmerecer sus inversiones en la innovación, el músculo chino en las patentes se hace evidente en sectores tan pujantes como la inteligencia artificial (IA) generativa. De las últimas 54.000 patentes mundiales presentadas en este ámbito hasta el año pasado, más de 38.000 procedían del gigante asiático (el 70%). Muy alejada queda EE UU, con 6.276 (un 11,6%).

El largo listado de innovaciones vascas patentadas incluye casos tan curiosos como el de la guipuzcoana Wave Garden, usado para crear olas artificiales, o el ingenio diseñado por el Grupo Sener que permite al campo del Santiago Bernabéu retirar su césped de juego para acoger encuentros tan multitudinarios, como por ejemplo el del concierto de Taylor Swift vivido este año. Un acuerdo entre el Real Madrid y la ingeniería vasca establece un veto de 15 años para poder vender el sistema a otra empresa y, pasado ese periodo, durante otros 15 años solo se podrán aceptar encargos europeos si el Real Madrid da su visto bueno.

«Cada vez las empresas toman una mayor conciencia de que hay que patentar. Es un activo que puede dar dinero, pero también generar marketing y prestigio, un concepto que ya se está empezando a interiorizar», reivindica el socio de Balder en el País Vasco. Este valor se hace notar mucho en Euskadi, donde la larga trayectoria de las empresas y sus reputaciones a veces parecen ancladas a ideas emblemáticas, y no al entorno de novedad e innovación en el que realmente viven. Un ejemplo podría ser el sacacorchos 'búho', creado hace un siglo por la empresa Boj, de Eibar, y que en la actualidad ha sabido internacionalizarse y seguir ampliando su gama. «Ya hemos mejorado y mucho. Hace veinte años era imposible pensar en la actual cantidad de patentes que tenemos ahora», indica Mancha.

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