Euskadi reivindica su fábrica de baterías con el objetivo de llegar a la automoción en 2027

Para lograrlo, el Gobierno vasco –tiene un porcentaje cercano al 20% de la empresa–, junto a Iberdrola, Enagas, CIE Automotive y el Ejecutivo central (a través del CDTI), impulsa la gigafactoría instalada en el Parque Tecnológico de Álava y que ayer inauguró su sede. Un edificio que alberga el laboratorio, acoge la línea de prototipos (fabricación de las primeras celdas de tamaño real que estará a finales de año) y que está al lado de donde se levantará la planta piloto de carácter industrial en 2025. Una línea de producción con 1 GWh de potencia, equivalente a más del doble de la energía eólica instalada en el País Vasco.

Es la primera fase del proyecto que requiere de una inversión de 200 millones y, si todo avanza según lo previsto, la gigafactoría definitiva arrancaría dentro de cuatro años para la fabricación industrial en serie de baterías para los constructores de vehículos. El objetivo es que los primeros coches que se vendan en Europa con una batería 'made in Euskadi' salgan a la carretera en 2027. Esa última infraestructura requeriría otros 600 millones de inversión y daría empleo a más de 700 personas.

La clave es la celda de litio en estado sólido –frente al líquido de la tecnología actual– y que supone la piedra angular que soporta la ventaja competitiva de Basquevolt. El reto, terminar la maduración tecnológica a tiempo porque se ha desatado una carrera en todo el mundo. En Francia, este mismo mes, el grupo Stellantis junto a Mercedes y Total Energies han inaugurado una fábrica de baterías que ya hoy tiene una producción de 13 GWh de potencia y que espera elevar a 40 GWh en 2030 para elaborar baterías para medio millón de coches. En España, Volkswagen ha iniciado su factoría en Sagunto y el Ministerio de Industria contempla financiar con fondos europeos otros proyectos como el de la china Envision en Cáceres, con una potencia de 30 GWh, el de Inobat en Valladolid o el de la india Tata en Zaragoza. Además, la semana pasada se han conocido los movimientos de Tesla para construir una gigafactoría con una inversión de 4.500 millones que podría anidar en Francia, pero que también se ha dejado querer en Valencia.

Desde Basquevolt defienden que la gran aportación de la tecnología patentada por el CIC Energigune –centro tecnológico impulsado por el Gobierno vasco– es que, a diferencia de las baterías actuales, «se resuelven los problemas que dificultan la implantación del coche eléctrico y que son la autonomía y el precio». Además de reducir la dependencia de China en una industria estratégica.

El reto es avanzar en paralelo en la parte de innovación y en la comercial.Por eso, con la línea de producción de prototipos que estará lista a final de año, se abre una posibilidad clave, la de probar con fabricantes de coches las baterías vascas.

En este ámbito, de momento solo opera una declaración de intenciones de Mercedes, que se ha comprometido a analizar las baterías de Basquevolt cuando estén desarrolladas para incorporarlas en la fabricación de su furgoneta eléctrica prevista en la planta de Vitoria.