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Un año después de empezar las obras, la empresa SteelPhalt inauguró ayer su planta alavesa de Murga, en la comarca de Aiaraldea. La compañía, filial ... del grupo americano Harsco, sitúa en el territorio alavés su primera fábrica para producir asfalto sostenible fuera del Reino Unido. El producto, a diferencia de los firmes que se componen con áridos naturales, se obtiene aquí de los residuos de las acerías, conocidos en el argot del sector como la escoria.
La factoría alavesa cuenta con capacidad para producir al año hasta 200.000 toneladas de asfalto mediante este proceso de economía circular. Para ello, cuenta desde hoy con una nave de 15.000 metros cuadrados que será punta de lanza de una futura expansión de la firma por otros países como Estados Unidos, Brasil, Portugal o Turquía. En Reino Unido ya hay dos fábricas que producen este tipo de pavimento asfáltico. «En 2019, se decide internacionalizar este modelo de negocio y se apuesta por Euskadi», explicó ayer Mikel Barandalla, director de Operaciones de SteelPhalt, durante la inauguración de la planta.
La forma de elaborar este producto, a partir de la escoria, permite reducir en un 50% las emisiones de dióxido de carbono. De entrada, la firma dará trabajo a 15 personas tras una inversión de 13 millones de euros que, más allá de la fábrica, permite a la compañía contar con un laboratorio de I+D de 100 metros cuadrados.
El diputado general de Álava, Ramiro González, no dejó pasar la oportunidad para reivindicar la inversión y, específicamente, el lugar donde se ubica: Aiaraldea. En esta comarca, atravesada desde enero por el cierre de Guardian, González se refirió a la implantación de esta factoría como una «apuesta de futuro» en un momento complejo para el valle. «Una comarca en la que las buenas noticias, como sin duda lo es esta, son más frecuentes de lo que algunos quieren hacer ver, pero que también es verdad que a veces pasan como de puntillas», apostilló el máximo responsable del Ejecutivo foral.
Ramiro González
Diputado general de Álava
En una línea similar se pronunció el lehendakari. Imanol Pradales admitió la situación complicada que atraviesa este rincón de Álava, pero dijo estar «convencido de que el proceso de reindustrialización europeo que viene nos abre un nuevo tiempo de oportunidades para zonas industriales, como Aiaraldea, y también para el conjunto de Euskadi». «Lo debemos aprovechar», destacó.
A pleno rendimiento, la fábrica de SteelPhalt podría darle una segunda vida a 195.000 toneladas de escoria industrial cada año. Para dar salida a este nuevo producto se buscan también entidades que estén dispuestas a adquirir ese material para usarlo en la construcción e instituciones que puedan valorar la virtud de ser más sostenible como condición en las obras de carreteras que saquen a licitación. Para abastecerse de esa escoria basta con pensar en firmas como Sidenor, ArcelorMittal, Celsa o el puñado de pequeñas fundiciones alavesas que generan residuos a diario. «Tenemos acuerdos con casi todas las siderurgias», detalló Barandalla.
Euskadi, a través de su ley de administración ambiental, ya impone que los contratos públicos prioricen que un 40% de los materiales que se usen sean ecológicos o reciclados, algo en lo que este nuevo asfalto encajaría.
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