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Los proyectos de inversión del grupo Repsol para los próximos años serán sometidos a revisión y, previsiblemente, a un recorte de dimensiones por el momento desconocidas. La aplicación del nuevo impuesto a las compañías energéticas -impulsado desde el Gobierno español y ahora también desde la ... Comisión Europea-, puede tener un impacto trascendental sobre los recursos generados por la multinacional española.
Según ha podido conocer EL CORREO de fuentes solventes, Repsol estudia ya la congelación de un conjunto de inversiones, entre las que se encuentran algunas que debía ejecutar su filial vasca, Petronor. En concreto, pende ya de un fino hilo el proyecto de construcción en el Puerto de Bilbao de una planta experimental de fabricación de combustibles sintéticos, en la que se iban a invertir un total de 100 millones de euros en una primera fase. La instalación, de la que el lehendakari Urkullu colocó la primera piedra a finales del pasado mes de mayo, debía entrar en funcionamiento a mediados de 2024.
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El beneficio de una empresa siempre tiene dos destinos: remunerar a los accionistas -lo que se denomina dividendo- y financiar nuevas inversiones o la tesorería, lo que se conoce como reservas. Repsol puede resultar especialmente castigada ante la nueva tasa que trata de obtener fondos para compensar las ayudas a la reducción de precios de la energía. La Comisión Europea ya ha definido que estarán gravados con un 33% los beneficios que sean calificados como 'extraordinarios' y va a considerar como tales los que superen el 20% de la media de ganancias del periodo de 2019 a 2021. En esos años Repsol acumula un resultado negativo de 4.606 millones de euros -fruto de la devaluación de sus activos y de la caída del consumo provocada por la pandemia-, tras cosechar 7.105 millones de pérdidas entre 2019 y 2020 y un beneficio de 2.499 en 2021.
Según ha anticipado Bruselas, en esas circunstancias, con pérdidas en los años que sirven para definir la base de cálculo, es como si la empresa partiese de cero. Esto es, cada euro de beneficio que tenga en 2022 será considerado extraordinario y, además, de pagar el 30% habitual del Impuesto de Sociedades -las petroleras ya tienen un recargo de cinco puntos sobre el resto de empresas-, deberá abonar un 33% de la nueva tasa. En el primer semestre del año el grupo consiguió un beneficio neto de 1.392 millones y todo apuntaba a cerrar el ejercicio con una cifra que marcase un nuevo récord histórico, que hasta ahora eran los resultados de 2021.
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Pero un estudio elaborado por el Banco Sabadell ya desvela que, dadas las especiales circunstancias de sus resultados -las pérdidas de años anteriores y el hecho de que un alto porcentaje de su actividad esté centrado en Europa-, el impacto va a ser muy importante. El informe apunta a un coste de 1.082 millones de euros para este ejercicio, que puede reducir el margen para remunerar a sus accionistas pero también su capacidad para financiar nuevas inversiones. La nueva tasa llega, además, en un momento de subida de tipos de interés y de encarecimiento de la financiación ajena, lo que complicará aún más todos los rendimientos esperados de las nuevas inversiones. Informes de analistas sitúan a Repsol como la segunda compañía más afectada por esta nueva tasa.
Las fuentes consultadas apuntan a que Repsol dibuja ya un recorte sobre las inversiones con rentabilidad más dudosa. Es el caso de esta planta proyectada en el Puerto de Bilbao, donde quería comenzar a fabricar combustibles sintéticos que son neutrales en CO2. Su proceso de fabricación, en el que también se emplea hidrógeno, consume el mismo dióxido que luego emitirán en la combustión. El resto de inversiones del grupo ligadas al hidrógeno no corren peligro, aunque no se descarta que puedan sufrir también reajustes. La compañía está a la espera de conocer la 'letra pequeña' de la aplicación de la nueva tasa para reevaluar todo su plan de inversiones de los próximos años.
La planta que Petronor proyectó en la dársena vizcaína con carácter experimental estaba dimensionada para producir el equivalente a 18.000 barriles de combustible al año. Según cálculos realizados por la propia empresa, es el consumo durante un año de los aviones que cubren la ruta aérea entre Bibao y Madrid.
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