«La guerra en Ucrania ha llegado en el peor momento posible, justo cuando estábamos saliendo de la crisis de la pandemia». El presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, José Ángel Corres, verbaliza la opinión mayoritaria entre los empresarios de casi todos los ... sectores. También coincide en avanzar una afectación económica sustancial. «De momento es indirecta y está relacionada sobre todo con el encarecimiento de los combustibles y de las materias primas. Para las 330 empresas vascas que comercian con Rusia y el centenar que lo hace con Ucrania, se suma una creciente dificultad logística», señala. No obstante, el daño puede ser mucho mayor. «Todo depende de cuánto dure el conflicto y de cuánto se extienda», añade Corres, que considera difícil mantener en esta coyuntura la expectativa de recuperar este año el nivel económico prepandemia.
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El Gobierno vasco también anunció el viernes una revisión a la baja de sus previsiones económicas, aunque confía recuperar en 2022 el nivel de 2019. Joseba Madariaga, director del Departamento de Estudios de Caja Laboral, coincide en la necesidad de reducir el optimismo que reflejó su previsión para este año de una expansión del PIB vasco y de la inflación del 6% y del 3% respectivamente. «Hay demasiada incertidumbre como para hacer vaticinios certeros, pero la mayoría de los escenarios restan al menos un punto al crecimiento y suman dos a la inflación». En ese caso Euskadi sí lograría recuperar ese ansiado nivel prepandemia.
Las ventas de las estaciones de servicio agrupadas en Estaserbi aún estaban un 15% por debajo antes de la invasión rusa de Ucrania. Y ahora todo ha empeorado. «Los clientes que antes pedían llenar el depósito, ahora vienen con un gasto fijo», cuenta Nuria Lecue, presidenta de la patronal vizcaína y vicepresidenta de la estatal CEEES. «Somos pymes, tenemos un margen pequeño y necesitamos volumen de ventas. Nuestro sector es el pegamento que une a otros, como el turismo o el ocio. No quiero ser agorera, pero esto va a lastrar la reactivación de la movilidad y la recuperación económica», afirma.
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Sus costes se han disparado hasta seis céntimos de euro por litro desde que estalló el conflicto militar, pero las gasolineras solo han repercutido dos céntimos en los clientes. Ahora, la propuesta de subir los impuestos de los carburantes es exactamente lo contrario de lo que Lecue exige. «Hay que bajarlos, como se ha hecho con la electricidad. Porque algunos ven ya el barril de Brent a 150 dólares, y los presupuestos del Estado se elaboraron con una previsión de 60 dólares. Rusia es el tercer productor de petróleo y la crisis puede desbaratar muchas cosas», advierte.
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Joseba Madariaga | Estudios de Caja Laboral
Tanto Madariaga como Corres prevén una afectación importante en la industria. Sobre todo en sectores como la siderurgia -de Ucrania se importan lingotes de hierro por importe de 33 millones de euros- y la automoción. En ese último sector, aunque compañías como CIE Automotive o Gestamp calculan que el peso de Rusia en sus cuentas es inferior al 2%, grandes empresas como Mercedes-Benz y Michelin ya se han visto afectadas: la alemana ha cancelado el envío de 460 furgonetas y prolongará el parón fabril provocado por al escasez de chips, y la francesa también cerrará su planta cuatro días este mes «por importantes dificultades en materia de logística y transporte» para abastecerse.
Jaime Hernani, director de la asociación de maquinaria agropecuaria Agragex -que exporta 55 millones de euros a los dos países en contienda-, asegura que ya se están cancelando envíos a Rusia y Ucrania: «A Rusia porque está siendo sancionada, y a Ucrania porque nadie quiere ir allí». Y Francisco Aranda, presidente de la agrupación empresarial de logística UNO, prevé que la situación se deteriore aún más. «Hay que replantear la cadena de suministro de materias primas, alimentos y tecnología para evitar nuevas roturas, porque tanto Ucrania como Rusia son proveedores importantes de elementos clave, como por ejemplo el paladio», explica, incidiendo también en que la incertidumbre actual está paralizando inversiones. «Eso puede alargar su impacto económico», analiza, vaticinando un frenazo en la recuperación. «Este año va a ser muy complicado recuperar los niveles de 2019», apostilla.
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El encarecimiento de los combustibles y los problemas logísticos se suman al hecho de que Ucrania es el granero de Europa -Euskadi importa desde allí 90 millones de euros en aceites y semillas- para provocar una auténtica pesadilla en el sector agroalimentario. «El primer problema es el incremento del precio de fertilizantes y piensos, porque hasta el 40% de la materia prima de los segundos viene de Ucrania. Así que los ganaderos saben que la tendencia se va a agudizar», explica Javi Torre, presidente de la Unión Agroganadera de Álava (UAGA).
«Esta situación está provocando que algunos agricultores se salten tratamientos que, sumados a la sequía, pueden afectar a la productividad del campo», añade Hernani, señalando la posibilidad de una escasez de alimentos. Torre también estima que esta coyuntura bélica «puede incluso dar marcha atrás a la recuperación económica».
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Hay unanimidad en la necesidad de buscar alternativas. «El discurso del 'kilómetro cero' está muy bien, pero luego las leyes van en la dirección opuesta, facilitando las importaciones de todo el mundo», critica Torre. «La autosuficiencia al 100% es imposible, pero sí deberíamos ir en esa dirección», comenta, incapaz de determinar cómo afectará la situación al bolsillo de los consumidores. «Dependerá de lo que se haga con los impuestos y de los parches que se pongan», afirma, algo en lo que coincide Lecue.
José Ángel Corres | Cámara de Comercio de Bilbao
«Hay alternativas para el gas y el petróleo, pero no se encuentran de la noche a la mañana», explica Corres. Por eso, el responsable de la Cámara de Comercio ha cambiado de opinión en lo relativo a la inflación: «Al principio pensaba que era coyuntural, pero los acontecimientos nos están llevado a otra estructural». Torre también espera «más inflación y más deuda». Y Hernani prevé que los viajes de negocios y los eventos de promoción se vean nuevamente afectados. «Los rusos ya declinan las invitaciones para participar, pero también gente de otros continentes que tienen temor a lo que pueda suceder».
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Madariaga cree que ese miedo aún no es suficiente para afectar al consumo. Pero no descarta que suceda si la situación empeora. En cualquier caso, el analista señala al «ahorro inesperado que las familias han acumulado en la pandemia» para argumentar que están mejor preparadas para hacer frente a un escenario de alta inflación, aunque eso suponga que esa bolsa no se traduce en consumo. «Y el sector privado también está mejor preparado porque ha corregido el endeudamiento que tenía en la crisis de 2007», destaca. «Habrá que ver si ahora nuestra peculiar estructura empresarial es una ayuda o no», concluye Corres.
430 empresas vascas tienen relaciones comerciales con Rusia y Ucrania, pero pocas cuentan con fábricas allí.
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