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A raíz sobre todo de la crisis financiera internacional desatada en 2008 y de los escándalos y malas prácticas empresariales que se revelaron aquel entonces y en los años posteriores, inversores, consumidores y sociedad en general demandan de las compañías una gestión responsable, adecuada y transparente, porque ya no sólo prestan atención a los indicadores financieros, sino que quieren saber también cómo se han logrado esos resultados. Exigen, en definitiva, un buen gobierno corporativo que favorezca la credibilidad y la estabilidad de las empresas y contribuya a impulsar el crecimiento y la generación de riqueza.
Para debatir sobre esta cuestión, BBK y EL CORREO organizaron el 'Foro Gobernanza. El necesario buen gobierno de las empresas', con la participación de Manu Ardanza, presidente de la Bolsa de Bilbao; Javier Aldazabal, director de la Asesoría Jurídica de BBK; Inés Núñez de la Parte, secretaria del Consejo de Administración de Tubos Reunidos; y José Amerigo, socio del área legal de PwC. El coloquio fue moderado por el jefe del Área de Economía de este periódico, José Vicente Merino.
«Regulación sobre gobernanza existe mucha y muy exhaustiva, sobre todo para las compañías cotizadas, y a veces supone una carga bastante dura, pero en aras de la transparencia y confianza que deben dar las empresas es una exigencia normal», considera Manu Ardanza. Ahora bien, esa regulación son «los mimbres del cesto», pero lo más importante son «las manzanas», es decir, las personas. Y en ellas es donde Inés Núñez de la Parte sitúa la clave del buen gobierno corporativo, en «los principios y los valores éticos que deben tener las personas que las dirigen».
directiva europea
«Es preciso contar y promover con ejecutivos que tengan altos estándares éticos y valores; que además de aptitud y actitud, los conocimientos y experiencia suficientes, su guía de conducta sea la ética y el cumplimiento. Si tienes personas éticas gestionando organizaciones no vas a tener ningún problema, no van a hacer maniobras que puedan poner en riesgo la reputación de la compañía ni el valor para sus accionistas», sostiene la secretaria del consejo de Tubos Reunidos. «Personas carentes de ética son elementos muy peligrosos; quizás en el corto plazo puedan llevar a la compañía a unos resultados razonables, pero a la larga se caerá la casa y las consecuencias pueden ser durísimas», remacha.
Javier Aldazabal, que coincide totalmente con ese razonamiento, señala que «la ética ya no es solo una cuestión que usted tiene entre sus valores o no y los aplique o no, sino que ahora los tiene que respetar porque además ha habido ya una evolución del Derecho hacia la ética y hacia su aplicación coercitiva, lo que ha mejorado mucho la preocupación por las cuestiones éticas».
En este sentido, José Amerigo recuerda que el ámbito de la ética también tiene sus consecuencias jurídicas desde la reforma del código penal de 2010 y la introducción en 2015 de la responsabilidad penal de las personas jurídicas. «Responsabilidad que sin embargo se podía atenuar si las organizaciones tenían un sistema de 'compliance' diseñado para atajar este tipo de conductas. Eso fue clave para implantar estos sistemas en las organizaciones y para que las compañías tomaran conciencia de qué tipo de conductas o delitos pueden acabar cometiendo».
Íntimamente ligada a la ética se encuentra la transparencia, un factor del que Núñez de la Parte destaca las diferencias que en este aspecto se dan entre las sociedades cotizadas y las que no lo son, «algunas de ellas muy grandes pero que no están obligadas a este ejercicio de transparencia, aunque creo que con el tiempo la obligación llegará a todas».
«Las sociedades cotizadas ya damos un nivel de información altísimo. Nos desnudamos pública y periódicamente con los informes anuales de gobierno corporativo, de remuneraciones de los consejeros, el estado de información no financiera verificado por un auditor externo, la página web corporativa con sus epígrafes regulados por ley y los estados financieros periódicos», indica la directiva de Tubos Reunidos.
A este respecto, el presidente de la Bolsa de Bilbao señala que «por su propio objetivo, que es pedir dinero en la calle, las sociedades cotizadas deben tener ese alto nivel de transparencia necesario para generar confianza en el inversor». No obstante, Ardanza reconoce que en las no cotizadas también «se ha avanzado muchísimo».
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Jesús L. Ortega
Pero si hay un sector que ha sufrido la desconfianza generalizada por su escasa transparencia -cuando no la falta total de la misma- y que por ello se ve ahora sometido a una estricta regulación, es el bancario, como recuerda el director de la Asesoría Jurídica de BBK. «En el caso de las fundaciones bancarias ya nacemos regulados por una ley que en su exposición de motivos ya sospecha de las cajas de ahorros y nos establece una serie de corsés normativos y unos sistemas de 'compliance'. Para nosotros todo es derecho imperativo», declara Aldazabal.
En este sentido, el socio del área legal de PwC indica que la Directiva europea de implicación a largo plazo de los accionistas, de 2017, «viene a decir que una de las causas de la crisis del 2008 pudo ser la visión cortoplacista de maximizar los beneficios en el corto plazo y el capitalismo trimestral». Por ello, Amerigo considera que «si analizamos los efectos adversos que sobre el medio ambiente y los derechos humanos puede tener la actividad de la empresa, tratamos de acotar esos posibles perjuicios y mejoramos nuestros parámetros de gobernanza, estaremos alumbrando las empresas del futuro».
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