Lo peor de la crisis de los chips parece haber pasado, pero eso no quiere decir que se vaya a acabar por completo en poco tiempo. «El segundo trimestre de 2021 ha sido muy complicado y hemos sufrido parones en la fabricación. Creemos que la ... situación no va a deteriorarse más, pero no se puede descartar que sus efectos se sigan notando incluso bien entrado 2022», afirmó ayer Thorsten Muschal, presidente de la Asociación Europea de Proveedores de Automoción (CLEPA). «Estas circunstancias han tenido también un impacto indirecto en los proveedores que no utilizan semiconductores en sus productos, así que afectan a toda la cadena de suministro de la automoción», añadió.
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Juan Carlos Berdonces
En un informe, CLEPA subraya que la automoción utiliza el 37% de todos los chips comercializados en Europa -27 puntos más que la media global-. Y vaticina que en los coches autónomos del futuro los sistemas controlados por estos semiconductores alcanzarán hasta el 50% del coste de los vehículos, 15 puntos más que ahora. Es, por lo tanto, «un sector estratégico» para cuyo desarrollo en la Unión Europea realiza varias recomendaciones.
Impacto en automoción
La asociación considera que es necesario fortalecer la capacidad productiva y de diseño de chips, crear el talento capaz de liderar este campo y establecer las condiciones adecuadas para que se realicen las ingentes inversiones privadas que requiere el sector, acompañadas de otras públicas igual de «sustanciales y decididas». Considera que solo así se conseguirá reducir la crónica dependencia de Asia, que suministra entre el 60% y el 70% de los chips de silicio de la automoción europea. No obstante, hay un problema insalvable que impide solucionar la escasez actual con rapidez: poner en marcha fábricas de semiconductores lleva una media de tres años, y los propios chips tardan hasta tres meses en fabricarse y otros tres en instalarse en los vehículos.
Mientras tanto, en Taiwán, de donde procede casi el 80% de todos los semiconductores del mundo, el coronavirus se ha aliado con la falta de capacidad productiva para dificultar aún más las cosas. Después de haber logrado mantener la pandemia a raya, ahora un virulento brote ha impulsado el número de contagios y de fallecidos a un trágico récord, y algunas empresas del sector se han visto afectadas directamente.
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Falta de previsión
Es el caso de King Yuan, especializada en probar y embalar chips: de sus 7.300 empleados, 238 se han infectado. Según la compañía, eso reducirá la producción de junio en un 35%. Además, la propia King Yuan y Foxsemicon han tenido que cerrar sendas fábricas durante dos días para su desinfección, con la reducción en producción que ello conlleva.
Por si fuese poco, a este complicado panorama se suma una grave sequía. El principal fabricante mundial, TSMC, utiliza 156.000 toneladas de agua al día para limpiar el metal de los chips, y ya avanzó a EL CORREO que la crisis continuará durante este año, aunque prevé que se vea una mejora en la segunda mitad. En cualquier caso, culpa de la carencia actual tanto a la falta de previsión de algunas empresas como al acopio realizado por otras más previsoras. Por ejemplo, el presidente de BMW para España y Portugal, Manuel Terroba, reconoció a este periódico que su marca había capeado mejor el temporal porque contaba con más 'stock' de estos componentes que son cada vez más críticos en los vehículos modernos.
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