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España ha ido aprendiendo a crear empresas innovadoras, startups. Y las estadísticas indican que, con el paso del tiempo, también ha conseguido incrementar su tasa de supervivencia. Pero queda un reto pendiente: lograr que escalen, que crezcan. Alcanzar el estatus de 'unicornio' -estar valoradas en mil millones de dólares o más- parece todavía una quimera inalcanzable. «Las startups de hoy tienen una preparación muy superior a la que yo tenía cuando me lancé al mercado, en 2010. Sin embargo, son pocas las que llegan a escalar, y menos las que lo hacen con éxito», ha analizado Francisco Polo, fundador de Actuable -que se convirtió en la startup española de más rápido crecimiento al pasar de cero a 2,5 millones de usuarios en tan solo 18 meses-, en la conferencia que ha clausurado hoy las ponencias de B-Venture.
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Esa que ha apuntado Polo es una carencia más que relevante. «Porque las empresas que escalan son más productivas, más competitivas, generan más y mejor empleo, y eso no solamente las beneficia a ellas sino también a los países y a las economías en las que operan», ha sentenciado el empresario, criticando que «es practicamente inexistente el conocimiento que existe sobre cómo escalar bien para tener el máximo éxito posible».
Por eso ha decidido aportar su granito de arena a la solución. Tras su paso primero por Change.org, en cuyo seno se encargó de la expansión internacional, y después por el Gobierno, donde impulsó la Ley de Startups en calidad de Alto Comisionado para España Nación Emprendedora, ahora se dedica a ofrecer los conocimientos adquiridos a quienes quieren seguir sus pasos con el podcast 'Escalar'.
Y también pronunciando conferencias como la de hoy, en la que ha hecho un repaso por los pilares sobre los que se debe sustentar esa fase crucial de las startups en su camino hacia la consolidación empresarial: «Son tres: definir la misión y la visión de la empresa, dos conceptos que a menudo se confunden pero que son distintos, determinar los valores que van a guiar lo que se hace, y desarrollar una cultura de empresa que responda a la pregunta de quiénes somos».
Pueden parecer cosas básicas, pero a menudo se pasan por alto. «La visión de la empresa es ambiciosa e inspiradora, y responde a la pregunta de cómo será el mundo cuando tengamos éxito, algo que ayuda a levantar capital y a encontrar clientes. La misión, sin embargo, debe ser coherente con la visión pero desde una perspectiva realista, explicando qué vamos a hacer», ha elaborado Polo. A eso se deben sumar «unos valores que marquen cómo se van a hacer las cosas en la empresa y sean compartidos por los empleados», aunque el emprendedor subraya que «no deben ser una losa que se utilice como arma arrojadiza».
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Finalmente, en su exposición sobre la relevancia de la cultura empresarial, Polo ha incidido en que esa cultura debe promover el escalado que tanta falta hace y guiar incluso el reclutamiento de personal. «Una mala cultura puede hacer que escales de una manera mucho más lenta o con más dificultades. Incluso puede ser la barrera que te impida llegar a escalar», ha advertido. Y eso puede no ser lo peor. «Sería una tragedia que después de haber emprendido y de haber escalado tu empresa con éxito, un día llegues a una oficina en la que te aborrece estar porque tiene una cultura que no tiene nada que ver con tus valores», ha concluido, poniendo especial énfasis en que «el coste de corregir o de modificar una cultura de empresa es altísimo».
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