BBVA negocia la absorción de Banco Sabadell

La salida de la entidad vasca de Estados Unidos, sin embargo, ha precipitado el anuncio de una operación que sigue la estela de otras fusiones en el sector bancario, un movimiento muy del agrado del Banco Central Europeo (BCE). La resultante de esta unión daría como fruto el segundo banco español en el mundo por tamaño, tras el Santander; y también el segundo en el negocio circunscrito a España tras el nuevo CaixaBank-Bankia. La Bolsa premió el anuncio, con un auténtico terremoto en las cotizaciones: BBVA subió un 15,25% y el Sabadell, un 24,6%

La transacción en Estados Unidos se ha valorado en 9.700 millones de euros en efectivo, una cifra que fue celebrada por BBVA, ya que ese país apenas representa el 10% del negocio global de la entidad financiera. Desde el banco se considera que esta venta supone una magnífica operación -generará una plusvalía de 580 millones de euros-, ya que su trayectoria en Estados Unidos no había sido precisamente brillante en los últimos años.

Los recursos que se liberarán en un periodo aproximado de seis meses, cuando las autoridades aprueben la venta de la filial norteamericana, van a ser claves para lo que los máximos responsables de BBVA ya telegrafiaron ayer: un aumento de la remuneración de los accionistas y alguna inversión.

Es en este contexto en el que ha emergido la absorción del Sabadell, una entidad con algo más de 200.000 millones de euros de activos totales y que estaba en el escaparate de venta desde hace ya tiempo. El banco resultante, de fructificar las negociaciones, tendrá un activo ligeramente por encima de los 960.000 millones de euros y una plantilla de 148.028 empleados, de ellos más de 46.000 en España. La red estaría formada por 9.769 oficinas, con 4.200 en territorio español, aunque todo apunta a que la enorme complementariedad de sus redes generará un importante excedente, tanto de oficinas como de personal.

El mercado financiero había descontado hace ya tiempo la venta del Sabadell; no solo porque su tamaño le genera problemas de rentabilidad, sino también por el elevado riesgo potencial que encierra su balance. La entidad presidida por el catedrático Josep Oliu tiene focalizado su mercado en el crédito a empresas, principalmente pequeñas y medianas, lo que le hace vulnerable a las consecuencias de la pandemia a corto y medio plazo.

La venta de la filial norteamericana de BBVA, por otra parte, ha supuesto un nuevo fracaso en la estrategia de expansión internacional que impulsó Francisco González, el anterior presidente de la entidad. Atrás queda también la liquidación de las posiciones en China -que se presentó como una gran operación- junto a otras retiradas de importancia inferior. Es el caso de Puerto Rico o más recientemente Chile.

En la actualidad, de las grandes apuestas internacionales de Francisco González tan solo permanece activa la de Turquía. La presencia en países como Colombia, México, Perú y Argentina, son todas ellas heredadas del antiguo BBV. La salida definitiva de China, tras una aventura que apenas duró una década con su participación en la entidad Citic Bank, se produjo en 2017.

El desembarco de BBVA en Estados Unidos fue un empeño muy personal de Francisco González y la inversión generó no poca polémica interna en el banco, que se saldó con el cese del entonces director general Ignacio Sánchez-Asiaín, quien no había ocultado su opinión en contra.

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