Se va Federer, el gran caballero del tenis

Roger Federer ha sido considerado el número uno del tenis en toda su historia por poseer un talento puro, innato. Por la sencillez y efectividad de su tenis, porque su tenis era natural y siempre dio la sensación de haber nacido en una pista y dormido en la cuna abrazado a una raqueta. Nadie como él. Sin duda, el mejor de todos. La mejor definición la dijo un día Rafael Nadal: «Roger necesita una hora de entrenamiento para luego hacer todo lo que desarrolla a la perfección en la pista; yo, en cambio, necesito de tres o cuatro horas».

Esa ha sido una de las mayores diferencias que ha distinguido al tenista suizo de sus otros grandes adversarios. Federer dio la imagen del tenis perfecto, pero también del tenis tan sublime como maravilloso. Igual le pegaba de derecha, que de revés. Tanto le daba ganar puntos desde el fondo de la pista como definir en la red. Lo excelso de su juego lo llevó a conquistar esa cima del tenis mundial durante 24 años de carrera profesional. El primero de los 103 títulos que acumuló en su vida lo ganó en Milán en 2001. Entonces tenía 20 años. Su primer trofeo de Grand Slam de los 20 que conquistó lo levantó en 2003, en Wimbledon, en el que fuera su jardín particular antes que Novak Djokovic irrumpiera como uno de sus rivales más temibles, junto a Rafael Nadal. Hoy, cuando anuncia su retirada de las pistas - será efectiva la próxima semana en la Rod Laver Cup, en Londres - las vitrinas de su casa en Basilea muestran 8 trofeos de Wimbledon, 6 del Open de Australia, 5 del Open de Estados Unidos y 1 de Roland Garros.

Los números también dicen que Roger Federer acumuló 310 semanas siendo número uno, 237 consecutivas, que sumó 1.251 victorias, 23 menos que Jimmy Connors, que ganó 28 Masters, y que así como Carlos Alcaraz acaba de proclamarse el número uno más joven de la historia, Federer ostenta el récord de ser el de mayor edad. Con 36 años, en 2018, dominó el ranking mundial. Ya las lesiones en sus rodillas habían comenzado a castigarlo duramente, y había estado inactivo durante un año largo. Volvió para jugar su mejor tenis. No era el principal cabeza de serie del torneo. Era el 17. Venció a Rafael Nadal en cinco sets, en la llamada 'final de finales'. Fue la última vez que se le vio saltar y llorar de alegría. Un año más tarde, volvió a ganar en Australia. Fue su última victoria en un Gran Slam. También necesito cinco sets para batir a Marin Cilic.

Durante un tiempo los periodistas españoles decían que de no haber existido Federer, seguramente Nadal habría conquistado más títulos del Grand Slam. Probablemente también los serbios dirían lo mismo con Djokovic. En el momento de su retirada, en este mes de septiembre en el que otra grande de este deporte como Serena Williams se ha despedido de las pistas, Roger Federer es consciente de que sus números ante estos dos grandes rivales, que aparecieron en su camino para impedir que su leyenda fuera aún más increíble, son negativos. Con Nadal, con el que acabó entablando una gran amistad, disputó 40 partidos, ganó 16 y perdió 24 ante el español. A Djokovic lo venció 23 veces por 27 del serbio.

Pero si los números hablan de su grandeza, más importante es lo que Roger Federer ha supuesto para el tenis, al que ha engrandecido con su deportividad, con la simpatía y adoración que despertó en los aficionados, y con su fundación que ha aportado muchas ayudas a África.

«De todos los regalos que me ha dado el tenis a lo largo de los años, el mayor, sin duda, ha sido la gente que he conocido en el camino: mis amigos, mis competidores y, sobre todo, los aficionados que dan vida a este deporte». Con estas palabras el suizo anunció ayer su retirada en una carta en las redes sociales. En la misiva comenta que es una decisión agridulce, pero que se considera una de las personas más afortunadas de la tierra. «Me dieron un talento especial para jugar al tenis, y lo hice a un nivel que nunca imaginé, durante mucho más tiempo del que jamás creí posible».

En los agradecimientos no se olvidó de nadie. Habló de su esposa Mirka, la madre de sus cuatro hijos y de la que recordó que lo acompañó en la pista incluso embarazada de ocho meses. Tuvo presente a sus padres, a su equipo, a los patrocinadores y cómo no, tampoco olvidó a sus rivales: «También me gustaría agradecer a mis competidores en la cancha. Tuve la suerte de jugar tantos partidos épicos que nunca olvidaré. Luchamos limpiamente, con pasión e intensidad, y siempre hice todo lo posible por respetar la historia del juego. Me siento sumamente agradecido. Nos empujamos unos a otros y juntos llevamos el tenis a nuevos niveles».

Finaliza su carta de despedida contando que cuando comenzó su amor por el tenis era un recogepelotas que veía a los jugadores como gigantes y así comenzó a soñar: «Mis sueños me llevaron a trabajar más duro y comencé a creer en mí mismo. Algunos éxitos me dieron confianza y estaba en camino al viaje más increíble que me ha llevado hasta este día». Es el adiós del tenista más completo de la historia.