Elordi disipa sus dudas en el Ogueta

Mostró que su golpe de derecha tiene brillo, que su volea es tan efectiva como la del año pasado y que su variedad en el saque le aporta notables beneficios. Es cierto que todavía le cuesta algo dar un paso al frente en algunas pelotas, pero firmó un buen partido y tuvo la cabeza fría porque el riojano estuvo muy cerca de apretarle al máximo.

Zabala no quiere dejar pasar el tren y estaba convencido de que podía dar un susto a todos sus rivales. Ayer puso la emoción al choque. Estuvo muy cerca de dar la sorpresa, pero el partido se le complicó y todavía le cuesta moverse en las situaciones límite. No bajó la guardia en ningún momento y apretó cuando estaba contra las cuerdas, señal de que ya les ha perdido el miedo a los grandes de la especialidad, pero falló en el peor momento.

El saque correspondió al de Mallabia y desde el principio buscó generar dudas en su oponente al variarlo. Las cosas le salieron bien y logró una ventaja de cuatro tantos, pero Zabala siguió centrado y consiguió recortarla a uno tras mostrar que estaba con confianza en el remate. Pero le faltó la constancia necesaria para ponerse por delante en el luminoso.

El vizcaíno cruzó bien y en numerosas ocasiones la pelota a pared y supo sufrir en defensa para volver a abrir otro pequeño hueco de cinco tantos (8-3) apoyado en su primer golpeo. Movió bien al riojano e incluso logró mantener la ventaja hasta el ecuador de la contienda, que alcanzó tras una dejada en la punta.

Parecía que el de Mallabia tenía a su rival donde quería, pero Zabala comenzó a soltarle mejor a la pelota con la derecha, ganó altura y puso en dificultades a su rival. A Elordi le tocó sufrir porque la potencia del riojano abrió unos huecos que supo aprovechar. De esta forma empató el partido a 14 tras endosarle un parcial de 1-7.

Pero el campeón mantuvo sus prestaciones y con una versión más agresiva consiguió abrir el hueco definitivo. A estas alturas del choque el cansancio comenzó a pasar factura y en 57 pelotazos se colocó a uno del final. Zabala arriesgó. No le quedaba otra. Las cosas le salieron y llegó a la veintena, pero no podía cometer más errores y su rival aprovechó el único que hizo.