Una celebración entre restricciones y montañas nevadas

En Arbizu fueron alrededor de veinte y en Etxeberri, que cuenta solo con 57 habitantes, prácticamente la misma cifra a pesar de que estaba nevando. «Tomé un poco de cava con los aitas y mi hermana. El aitona ya estaba acostado en la cama, pero antes también un poco de vino con unos amigos en un bajera», recuerda Martija. A Ezkurdia le esperaban sus padres y su novia. «Brindamos con champán y vino. También cayeron un par de cubatas», bromeó.

Martija apenas tenía apetito, pero se metió entre pecho y espalda un filete con patatas fritas, pimientos y un huevo. Ezkurdia, sopa de pescado y solomillo. Tardaron ambos en conciliar el sueño. «Después de los partidos importantes me cuesta dormir, me despierto enseguida. De ayer a hoy habré dormido cuatro horas y media o cinco. No más. Para mí es poco, normalmente duermo nueve», afirma Ezkurdia.

Desayunaron -leche y chocolate Martija y una mamia Ezkurdia- y aprovecharon la mañana como mejor entendieron. Martija se desplazó con su novia a Pamplona para dar un paseo y realizar algunas compras mientras que Ezkurdia permaneció en el domicilio familiar revisando el vídeo de la final antes de dar un paseo por Arbizu. «Cuando llegué desde Bilbao tenía en el móvil unos 200 mensajes de felicitación. Todavía no he pedido contestarles a todos».