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Quedamos en 'la parada', el epicentro de la vida en Otxarkoaga. Pañuelos verdes, barrakas, txoznas en las que se lleva a cabo un certamen culinario y actividades para niños. Aparece puntual Andoni Gago, junto a sus hermanos Juan Alberto y Rubén -clavados- y un ... sobrino que es el guardián del cinturón ganado por su tío la noche anterior. Ya no hay manera de dar un paso. Sus vecinos se acercan, se fotografían con él, le confiesan los nervios vividos mientras él litigaba por ser campeón de Europa. La vida se detiene junto al Kiosko Karlos donde el txapeldun ojea las páginas de la edición de EL CORREO en las que se narra su gesta.
Su hermano Juan Alberto, que fue boxeador profesional, se enorgullece de lo bien que salió todo, de lo «estudiado que teníamos a Jesús». Sin falsas loas. «Cuando le tenemos que decir algo o cabrearnos porque no hace lo que debe Andoni sabe que no nos cortamos», sigue su hermano. Y le reta en la corta distancia. «El sábado de la próxima semana vamos a hacer una exhibición en la plaza Ugarte. Te vas a enterar», bromea.
Sus vecinos no cesan de acercarse mientras Andoni recuerda cómo fue su gran día. «Desayuné lo que me dice Javi Peréz, lo de los cinco huevos, las tortitas con Nutella...». Vamos que se puso chato. «Espera. A las once comí pasta y carne picada y a las dos ya la comida normal». Es práctica habitual para recuperar energía tras la exigencia del pesaje en la víspera del combate. «Recuperé 6,200 kilos», confirma. Un paseo suave, un poco de sombra en casa y una ligera siesta para a las ocho de la tarde ser recogido por su hermano para ir al Bilbao Arena.
-¿Cuándo entran en juego los nervios?
-Sé que desaparecen cuando te pegan la primera hostia. Es la señal para espabilar (ríe). Antes es más una mezcla de sensaciones porque deseas que todo empiece y acabe ya.
Con el título visible en la cintura, tardó dos horas en superar el control de doping. «No meo ni para atrás», recuerda. El reloj avanzó casi hasta las tres de la madrugada y la presencia de los niños de la familia llevó al grupo a cenar y celebrar el éxito en el McDonalds de Ansio. «¿Dónde vas a ir y con niños a esas horas»? Durmió cuatro horas y ayer cumplió con una tradición autoimpuesta. «Cuando gano un cinturón lo llevo a San Juan de Gaztelugatxe donde están las cenizas de nuestros aitas. Y es la primera vez que hemos podido ir los tres hermanos». ¿Y ahora? «Vamos a comer a la sidrería de Loiu, que lo flipas, y mañana a currar. La vida sigue».
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