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Lectura, relax, trabajo físico y técnico, una escapada a Las Vegas y sólo esta semana ha recurrido con regularidad a la bolsa para entrenar con Phil Mickelson y citarse ayer con la primera toma de contacto con el 'nuevo' Pebble Beach. Jon Rahm ha hecho ... acopio de libros de golf -hasta cuatro tiene entre manos- como desconexión activa de su profesión. Lo necesitaba tras los dos cortes no superados en el PGA Championship de Bethpage (Nueva York) y uno de sus campos talismán, el Colonial de Fort Worth que alberga el Charles Schwab Challenge. También para concretar su pensamiento en los 'Majors' como citas inconexas, por aquello de que sus dos últimos encuentros con el US Open concluyeron precipitadamente el viernes tras dos días de juego con tarjetas insuficientes para completar el fin de semana.
Su temporada sigue siendo brillante. Los números en absoluto lo contradicen. Desde que el curso nació aún en 2018 en el Mundial de Shanghai ha logrado ganar el Hero World de Bahamas y el Zurich Classic de New Orleans formando pareja con Ryan Palmer. Además tiene siete clasificaciones entre los diez primeros (Sentry Champions Hawai, Desert Classic, Farmers, Phoenix, Genesis, Valspar y Masters de Augusta), retrasando sus puestos únicamente en Shanghai, México, Players y Dell Match Play. El común denominador en este caso sí incluye las citas con rango de Mundial.
Su relación previa con el Golf Links de Pebble Beach es excitante. Este recorrido se disputa una vez entre jueves y sábado y en la jornada dominical cada vez que se juega el AT&T Pro-Am, en el que Rahm suele emparejarse como jugador amateur con el 'boss' de TaylorMade, David Abeles, la empresa que le nutre de palos. Habiendo participado en las ediciones de 2017 y 2018 -declinó hacerlo este año para incorporar en su calendario el Genesis- ha completado un total de cuatro vueltas al campo y el balance de esa tarjeta hipotética daría un saldo de 11 bajo el par. La proyección simbólica variará de cara a este 'Grande' ya que la USGA ha rebajado el hoyo 2 a la categoría de par 4 para dejar el conteo por vuelta en 71 golpes para empatar con el campo.
La primera toma de contacto visual confirma una realidad, el interés de la organización por endurecer al límite el recorrido. La USGA (United States Golf Association, patronal de clubes y campos) se jacta de que su torneo estrella sea el que más complicaciones proponga, de tal modo que el campeón siempre será el mejor jugador, el más completo, alejada la gloria del alcance del duende en uno o dos días puntuales. Las quejas de los jugadores suelen ser constantes. En esta ocasión, la dureza extrema llega con la libertad con que se ha dejado crecer los roughs, impenetrables más allá del primer recorte. No coger calle expone al golfista a luchar por el par. Pero no coronar el green en regulación lo traducirá engordando su tarjeta.
Nicklaus arrancó la última jornada con un golpe de ventaja ante Trevino, Zarley y Crampton y dos sobre Palmer. Se mascó la tragedia porque una ráfaga de viento casi le derriba en pleno swing en el hoyo 10, enviando la bola a la playa para cerrar con doble bogey en esa bandera. Pero hizo magia en el 17 con un bolazo que aterrizó, tocó el mástil de la bandera para quedar dada y asegurarle el triunfo.
Uno de los golpes que han pasado a la historia, el que revive la imagen superior. El domingo arrancó con Watson y Rogers empatados y doce jugadores en cuatro golpes de margen. Nicklaus llegaba en modo remontada con cinco birdies seguidos. Tom Watson embocó desde once metros en el 14 y puso la guinda con este chip en el 17 desde un rough de green que le llegaba a la espinilla.
Pebble Beach ofreció sus dos caras en esta edición. Morgan era un sólido líder con -12 en el hoyo 7 del sábado, que era el registro más bajo de la historia del US Open. El viento lo cambió todo y cuando se daba por buena la tarjeta de Montgomery en casa club, Tom Kite le hizo un interior con birdies en el 7 y el 12 para acabar sacando dos golpes de ventaja a Jeff Sulman y conquistando su único 'Major'.
Con él llegó el escándalo. Su paso por el US Open en Pebble Beach fue una secuencia de récords, perdurando sobre todo el de ser el primer ganador del Abierto americano con una tarjeta bajo par de dos dígitos (-12) y el jugador que más renta ha logrado en este 'Grande' centenario. En concreto, Tiger Woods sacó 15 golpes de margen respecto a Els y Miguel Ángel Jiménez.
El vencedor más reciente en los US Open disputados en Pebble Beach llegó por los pelos a la meta, ya que su tarjeta de +3 el domingo fue la más alta de un ganador en los últimos 25 años. El gran damnificado fue Dustin Johnson al que de repente se le apagaron todas las luces con un triple bogey dos doble bogey en el sprint final. Sólo Gregory Havret logró acercarse a un golpe del campeón.
Sabe que Carmel-by-the-Sea, el pueblo del que fue un par de años alcalde, se nutrirá con los visitantes esta semana del US Open. Así que toca ejercer de vecino modélico y posar con el trofeo para la promoción. Clint Eastwood es uno de los residentes ilustres de esta población cercana de 4.000 habitantes, una suerte de escenario chic, bohemio, con 150 galerías de arte, hoteles y restaurantes 'pet friendly', rodeado de una reserva marina.
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