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Más alicientes no caben en su expediente. Phil Mickelson parte en este US Open con varios cuerpos de ventaja en lo que a atención mediática y popular se refiere. No es el número uno en las apuestas, menos con Brooks Koepka rondando en busca de ... su tercera 'orejona' estadounidense consecutiva y Rory McIlroy recién llegado después de haber ganado y destrozado su tarjeta con un 61 dominical en Canadá. Pero cuando se optó por acercar este Abierto a Pebble Beach por sexta vez en la historia se sabía que el zurdo de San Diego podría recibir aquí el último aviso. Un pasajero VIP al que sólo le queda este 'Major' para cerrar el círculo e inscribir su nombre como sexto poseedor de un 'grand slam' (ganar los cuatro 'Grandes') como ya hicieron Nicklaus y Woods -por partida doble-, Player, Hogan y Sarazen.
Los números de Phil Mickelson en el US Open son epatantes, pero se le resiste el triunfo, como le sucedió en su época a Sam Snead, que colgó la bolsa con siete 'Majors' pero sin esta recompensa auspiciada por la USGA. El californiano, mentor de Jon Rahm con el que ha entrenado la pasada semana, ha participado en 27 ediciones, dos de ellas como amateur. Sólo se quedó cribado en el corte en tres ocasiones, coleccionando diez Top'10 y siendo segundo en 1999, 2002, 2004, 2006, 2009 y 2013. Desde entonces su mejor resultado ha sido un puesto 28º.
Si en algún lugar puede aspirar a ganar el Abierto de su país es aquí, en el recorrido Golf Links que concentra las cuatro jornadas de competición en Pebble Beach, donde en los torneos AT&T los jugadores se enfrentan además a otros dos campos del complejo público, el Spyglass Hill y el Monterey Península. Mickelson ha ganado la edición anual del torneo del PGA Tour en cinco ocasiones. Se conoce el campo al dedillo, le va bien a su juego y, por si careciera de alicientes, aspira a hacer coincidir el domingo su título y su 49 cumpleaños. Huelga decir que los fans estadounidenses se relamen imaginando esa carambola.
Y podemos seguir escarbando sin necesidad de profundizar mucho, porque los antecedentes aparecen por doquier. No puede ocultar, por ejemplo, su predilección por este campo fetiche por muchos motivos. Aquí trabajó como caddie su abuelo Al Santos, del que heredó un dólar de plata que usa habitualmente como su marcador de la suerte. Aquí debutó en un US Open siendo aún jugador aficionado. Aquí ha ganado este mismo año, en febrero, convirtiéndose en el octavo jugador más veterano que se adjudica un torneo PGA. En su caso con 48 años, 7 meses y 26 días. Fue su título 44 y con él prolonga su cosecha de éxitos durante 28 años, tiempo transcurrido desde que abrió su expediente triunfal en el Northern Open de 1991. Tan dilatada trayectoria le lleva a ser el único jugador junto a Tiger Woods que ha superado los 100 millones de dólares en ganancias directas por premios.
El gimnasio ha revalidado y aumentado la velocidad de su swing, contradiciendo los efectos de la edad. Es considerado un 'asesino' con el hierro en segundos golpes de una horquilla entre 120 y 150 metros. Pero tras un arranque de curso espectacular, su curva describe cierta tendencia bajista. Desde su victoria en este mismo escenario en el AT&T ha jugado nueve torneos PGA Tour. Su mejor puesto fue el 18º del Masters y no superó el corte en el Arnold Palmer, The Players, Wells Fargo y The Memorial, concluyendo el PGA Championship en el puesto 71. La dos próximas citas del US Open serán en un campo muy largo, Winged Foot (2020), y en el durísimo Torrey Pines de su San Diego natal (2021). Así que el ahora o nunca se cierne sobre él.
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