Rahm recibe la chaqueta verde como vencedor en Augusta. Reuters

En la senda de los más grandes

Su segundo Major en tres años sitúa al genio de Barrika en una posición óptima para reinar en este deporte

Jose Félix Cachorro

Lunes, 10 de abril 2023, 01:25

Jon Rahm está situado entre los grandes del golf desde el 20 de junio de 2021. Ese día conquistó su primer 'Major', el US Open, tras una magnífica actuación en la última jornada, firmando golpes sensacionales. Confirmaba entonces que estaba llamado a hacer grandes ... cosas. En la celebración, junto a las fotos del trofeo, la imagen de su hijo Kepa, de apenas unos meses.

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La conquista del Abierto de Estados Unidos, uno de los cuatro grandes torneos del circuito internacional junto al Masters de Augusta, el Open Británico y el Campeonato de la PGA, le convirtió en ídolo mundial. De crío, había prometido a uno de sus profesores, Eduardo Celles, que llegaría a número uno mundial y a conquistar los grandes torneos. Ese día cumplió su promesa. Era el monarca del golf.

Esta madrugada el genio de Barrika ha dado el segundo paso en ese camino hacia la gloria, hacia la excelencia. Porque, en esta ocasión, el vizcaíno ha demostrado de principio a fin del Masters de Augusta que era uno de los claros aspirantes a la chaqueta verde. Anoche dio toda una lección de cómo contener los nervios y asegurarse la victoria, mientras a los demás aspirantes, como Koepka, les podía la presión. Al estilo de su idolatrado Severiano Ballesteros o como el mito Tiger Woods.

Como en el US Open, el triunfo le ha llegado pocos meses después del nacimiento de su segundo vástago, Eneko, que vino al mundo el pasado agosto. Dicen que los niños vienen con un pan bajo el brazo, pero en el caso de Jon Rahm... «Ser padre me ha hecho mejor jugador y persona», ha confesado el campeón de Augusta. La paternidad le ha calmado, confiesan quienes le conocen.

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La entrada del de Barrika en este 2023 ha sido propia de un torbellino. Venció en el Tournament of Champions, The American Express y el Open de Los Ángeles casi de forma consecutiva. Esta cadena de éxitos es casi imposible de lograr en el golf profesional. Rahm arrasaba por donde pasaba y recuperaba el trono mundial. Sus excelentes clasificaciones en otros torneos llenaban su bolsa de méritos y su puntuación en el ranking internacional.

Ahora se ha enfundado la chaqueta verde, el sueño de alguien que abrazó el golf por azar, porque un grupo de amigos de su padre, Edorta, viajó a Valderrama en septiembre de 1997 para disfrutar de la Ryder Cup. Aquella visita fue la espita para que los palos entraran en la casa de los Rahm. Primero Edorta, luego la madre, Ángela... Y también los dos hijos, Eriz y Jon, un niño con ideas firmes, seguro de que sería el mejor del mundo.

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Dicen quienes le conocen muy bien que no se rinde nunca. El propio Jon Rahm también ha manifestado que «siempre» sale «a ganar». Llegó al golf por casualidad, después de practicar otros deportes (fútbol, piragüismo y taekwondo), pero descubrió pronto que con los palos y las distancias al green era más que habilidoso. La fenomenal progresión del chaval de Barrika hasta instalarse en la élite mundial no ha sido un camino sencillo. Sus primeros pasos los dio en el Club Martiartu y después en la Escuela de Derio dirigida por Eduardo Celles.

Pero antes de reinar en los greenes, sus antecedentes mostraban su carácter netamente competitivo. Nunca le gustó perder, por lo que ha tenido que trabajar mucho en ese aspecto para controlarse. Al principio, le ayudó su madre, luego especialistas. Los periodistas David Durán y Alejandro Rodríguez escribieron en el libro 'Jon Rahm, señalado por los dioses' que cuando tenía una pésima racha con los palos en Martiartu y se enfadaba, su madre, Ángela, le decía que subiera una cuesta y la bajara hasta tranquilizarse. Cuando de niño jugaba como portero de fútbol, si le marcaban uno o dos goles, lo sobrellevaba, pero si caía el tercero era incluso capaz de marcharse del campo. Su madre solía ponerse detrás de la portería para calmarle.

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Precisamente, su fortaleza mental, su control de las emociones, han conducido a Rahm hasta el trono de algunos de los mejores torneos internacionales. La progresión ha costado sacrificios pero ha sido vertiginosa. Jon se convenció pronto de que quería convertirse en una figura mundial. Con sólo 6 años ya le anticipó a su profesor Eduardo Celles que algún día sería el número uno mundial. Con 14 años se adjudicó el Campeonato de España de la categoría cadete 2009 en Larrabea y al año siguiente el junior sub'21 en Sancti Petri. Los títulos confirmaban la calidad de su juego y la seguridad que había depositado en sus planes.

Viajar para crecer

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Continuó coleccionando diferentes título nacionales y estuvo dos años en La Blume, el centro de alto rendimiento deportivo, en Madrid. Pero el potencial requería dar un paso mucho más atrevido. Se marchó solo y con un inglés todavía precario en 2012 a la Arizona State University, en Phoenix. Le concedieron una beca deportiva para estudiar Comunicación y entró a formar parte del equipo golfístico del centro académico dirigido por Tim Mickelson. Fue ahí donde aprendió algunos secretos del deporte que le había atrapado para siempre. Asesorado por los técnicos, el vizcaíno quemó etapas de forma casi natural hasta llegar al profesionalismo con una madurez envidiable. Fue también en la Universidad de Arizona donde conoció a su esposa, Kelly Cahill, con quien se casó en la basílica en 2019 y con la ha tenido a sus dos hijos Kepa y Eneko.

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Todos esos éxitos le condujeron directamente a convertirse en jugador profesional en julio de 2016. Solo unos meses después llegó su victoria en el FarmersInsurance de 2017, en Torrey Pines, el éxito necesario para situarle entre los mejores de los circuitos estadounidense y europeo. Y a partir de ahí han seguido cayendo títulos. El último esta madrugada. ¿Y el siguiente...?

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