De vacaciones tras cuatro meses de vértigo, a punto de viajar a Lanzarote, uno de sus destinos preferidos, José Luis Mendilibar hace un alto y se presta a hablar de fútbol y de su carrera como entrenador, que en los últimos 14 meses ha dado ... un vuelco con sus éxitos europeos en el Sevilla y en el Olympiacos. El técnico de Zaldibar sigue siendo él mismo -sencillo y natural, sin un gramo de impostura-, pero el éxito le ha convertido en otro a los ojos de los demás. Poco menos que en una estrella. Por la calle, por las mismas calles en las que antes paseaba tranquilo, ahora no dejan de felicitarle y pedirle fotos y autógrafos. Y viéndole atender y saludar a todo el mundo con tanta cercanía y normalidad es inevitable pensar que hay algo -o mucho- de justicia poética en su éxito.
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- Hace tres semanas que ganó la Conference. Hablemos de cómo ha vivido toda esa locura.
- Lo bueno de Grecia es que, cuando ganas algo, lo celebras en el momento. La final la terminamos cerca de la una y todas las celebraciones las hicimos seguidas. Primero montamos en un autobús que nos llevó hasta el Ayuntamiento de El Pireo. Llegamos a las tres de la mañana y había en la plaza 200.000 o 300.000 personas. Estuvimos allí hasta las cuatro y media, y luego fuimos a nuestro estadio, donde estaba preparada la fiesta. Llegaríamos a eso de las cinco y media. Y terminamos dos horas después. Bueno, terminé yo, que me fui a casa con la familia, pero la mayoría se quedó hasta las nueve o nueve y media. Al día siguiente nos dejaron tranquilos.
- Hombre, la gente se iría a dormir.
- Digo yo, ja, ja, ja.
- En fin, que ha podido vivir en su máxima expresión la pasión de los hinchas griegos.
- Son tremendos. Cuando volvimos tras la remontada al Maccabi no podíamos llegar al autobús desde la terminal. Y tras eliminar al Fenerbahce, no te digo. El presidente ya me advirtió antes de la eliminatoria. 'Un Olympiacos-Fenerbahce no es un Olympiacos-Fenerbahce. Es un Grecia-Turquía', me dijo. Aquello fue muy fuerte. Llegamos a las cinco de la mañana y en el aeropuerto y hasta por las calles había una multitud.
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J. A.
- Se ha ganado rápido el reconocimiento de la hinchada.
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- Antes de que ganáramos la Conference, todo el mundo me recordaba a Ernesto (Valverde). Porque Ernesto es allí el puto amo. Ahora ya me hacen un poco de caso a mí, ja, ja, ja.
- ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del fútbol griego?
- Son muy calientes. Demasiado. Ya ves los campos todavía con vallas. Y las aficiones de los cinco grandes clubes no pueden viajar. La final de Copa entre Panathinaikos y Aris, por ejemplo, tuvo que jugarse sin público. Es triste. Y no sólo eso. En los partidos entre nosotros, el Paok, Panathinaikos, AEK y Aris, siempre hay árbitros extranjeros. No se fían de los suyos.
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- Una curiosidad. Esta es su primera experiencia en el extranjero y no habla inglés. ¿No ha tenido problemas de comunicación con los jugadores?
- Hemos tenido suerte. De los 28 jugadores, 20 entienden el castellano y 15 lo hablan. Tenemos 8 portugueses, 2 argentinos, 3 españoles, más Jovetic y El-Arabi, que han jugado en España. Y luego el director deportivo es Darko Kovacevic y con él está Karembeu. No ha habido problemas. De hecho, son los griegos del cuerpo técnico los que están aprendiendo castellano, ja, ja, ja.
- La aventura de su equipo en la Conference ha sido extraordinaria: la remontada increíble con el Maccabi tras perder 1-4 en casa, el Ferencvaros, la tanda de penaltis con el Fenerbahce... Pero lo más impresionante fue cómo eliminaron al Aston Villa. A Unai Emery no se le vio muy deportivo que se diga tras el 2-4 en Villa Park.
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- Sí, bueno. La forma de darme la mano extrañó a todo el mundo, incluso a mí, porque antes de dármela ya estaba mirando para otro lado. Pero en la vuelta, después del partido, me dio la mano bien y luego nos cruzamos en vestuarios y me deseo suerte para la final.
- En 14 meses ha ganado la Europa League y la Conference. Es el sexto entrenador de la historia en ganar dos títulos europeos consecutivos con dos equipos distintos. ¿Le ha cambiado la vida?
- Claro. Yo llevaba 20 años entrenando en Primera y la gente me reconocía un poco por la calle y algunos te medio saludaban. Y ahora vas a cualquier lado y te piden fotos y autógrafos. Y qué te voy a decir de los periodistas. Tú me llevas entrevistando un montón de años, pero ahora te llama gente que no sabes ni de qué medios son.
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- Se ha convertido en una estrella.
- Ja, ja, ja. Ya sabes cómo es el fútbol. Ganas una competición europea y sales en todos lados. Y si libras la categoría con el Eibar, pues nada, has librado y no se le da la importancia que tiene.
- Cuando a la hora de valorar el trabajo de un entrenador, los méritos pueden ser parecidos.
- Exacto. Nosotros hemos quedados primeros en Preferente con el Arratia, en Tercera con el Baskonia, en Segunda B con el Lanzarote y en Segunda con el Valladolid. Hostia, yo creo que eso también tiene un mérito de cojones, pero no se reconoce.
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- ¿Le ha cambiado el éxito?
- Para nada. Lo que ha cambiado es cómo me miran los demás, yo sigo siendo el mismo.
- Quizá es que ya tiene una edad como para relativizarlo todo mucho.
- No te quepa duda. Igual no me hubiera venido bien ganar estos títulos con 40 años, mejor ya casi jubilado. Con 40 igual me hubiese vuelto un poco loco, quién sabe. Ganarlos con 63 te hace ver las cosas con otra perspectiva.
- Lo que está claro es que se ha convertido en un ejemplo para todos esos entrenadores que no han estado en equipos que luchan por los títulos, un ejemplo de que con buenos futbolistas se pueden conseguir grandes cosas.
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- A mí siempre me han hecho gracia esas divisiones, que si tú eres entrenador para mantener la categoría, o para Segunda, o Tercera, o Regional. No, oiga. Yo no digo que los entrenadores que han llegado a grandes clubes no hayan hecho méritos, pero estoy convencido de que hay otra mucha gente que, teniendo un buen equipo, podría hacer grandes cosas. ¿Qué nos pasó a nosotros cuando fuimos al Sevilla? Pues que teníamos buenos futbolistas. Estaban mal, pero eran buenos. No ganamos la Europa League porque nosotros fuéramos allí. Algo haríamos bien, claro, pero ganamos porque teníamos buenos jugadores.
- Ahora, se quiera o no, tras dos títulos europeos, ha conseguido otro estatus como entrenador.
- Es verdad. Esto está montado así.
- Hagamos una especulación. ¿Cree que al Mendilibar de hoy le despediría un club como el Sevilla en la novena jornada de Liga?
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- Pues igual sería diferente, sí. El año pasado podían pensar que habíamos ganado un título, sí, pero que aquello había sido una chufla. Y ahora, después de ganar dos ya es más difícil de decir que es una chufla. Es evidente que con los títulos un entrenador gana crédito.
- ¿Le queda algún sueño por cumplir?
-¿Ahora toca la Champions, no? Ja, ja, ja. No, la verdad es que sólo pienso en el futuro inmediato. Voy año a año. El objetivo ahora es ganar la Liga con Olympiacos.
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-También volverá a la Europa League. Por cierto, igual le toca con el Athletic en la liguilla.
- No sé cómo será el sorteo, pero sería sensacional.
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