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J. Gómez Peña
Sábado, 25 de agosto 2018, 21:36
Pablo Picasso no tiraba nunca nada. «Soy el rey de los traperos», se definía. Desde niño, desde sus primeros círculos sobre la arena de la plaza malagueña de La Merced donde nació, sus ojos transformaron los objetos. Al poco de morir su amigo Julio ... González rebuscó entre todas esas cosas que almacenaba y encontró un viejo sillín de bicicleta y un manillar. La imaginación de Picasso los asoció de inmediato. El sillín se convirtió en la calavera de un toro. Y el manillar, en los cuernos.
Esa obra, 'Cabeza de toro', está colgada de una de las paredes del Museo Picasso, en Málaga, donde el inicio de esta Vuelta a España juntó el ciclismo y la muerte.Unas horas antes de la victoria, como en la pasada edición, del australiano Rohan Dennis en el prólogo de 8 kilómetros por las calles de la ciudad, los familiares y amigos del ex corredor Javier Otxoa, fallecido el viernes a los 43 años, se reunían en una iglesia a las afueras de Málaga para despedirle. En esa carretera, camino de Cártama, un conductor le había arrollado en 2001 cuando pedaleaba con su hermano; los dos ciclistas del Kelme. Ricardo murió allí. Javier, con el cuerpo tan descuartizado como los que pintaba Picasso, ha aguantado 17 años más para reunirse al fin con su gemelo. Dicen que los gemelos son dos cuerpos y un alma. Vuelven a juntarse.
A mediodía, el Parque Cementerio de Málaga, era puro sol. Silencio y tristeza. Se cruzaban los desfiles de varios funerales. Javier Guillén, director de la Vuelta, y José Luis López Cerrón, presidente de la Federación española, acudieron a saludar a la familia de Otxoa. Con ellos iba Roberto Laiseka, que, como los gemelos, creció con el maillot de la Sociedad Ciclista Punta Galea. Luego, los Otxoa se hicieron ciclistas en el Baqué, la gran factoría del ciclismo vizcaíno. «Javier estaba ya muy mal». Muy enfermo. Solo un corazón como el suyo, capaz de resistir a Armstrong en la cuesta de Hautacam, ha podido aguantar tanto desde el 15 de febrero de 2001, cuando un coche ciego les pasó, a él y a Ricardo, por encima. Anda por la Vuelta otro hermano, Marco Scarponi, que desde la muerte de Michelle -ganador del Giro- a manos de otro vehículo, viaja de carrera en carrera para reclamar respeto y medidas para atajar esta sangría que no cesa.
¿Cómo hubiera pintado hoy Picasso a un ciclista? Al artista malagueño le gustaban más, mucho más, los toros. Un sillín y un manillar. Cabeza y cuernos. Por las calles de la infancia del genio serpenteó la contrarreloj inicial de esta Vuelta sin dueño. La etapa de los museos, que partía desde el cubo del Centro Pompidou, era la primera cata. Picasso es recordado por su genio. Rohan Dennis es conocido por su mal genio. Ya de ciclista juvenil tuvieron que llevarle a un psicólogo para que canalizara su furia. Le cuesta, pero más o menos ha aprendido a mantener esa rabia a raya. La de Málaga era una contrarreloj a su medida. Un guante para él. Potencia. Eran diez minutos de dientes apretados. Rabia y músculo: Dennis. A este subcampeón olímpico de persecución y antiguo poseedor del récord de la hora le sienta bien madrugar en las grandes vueltas: ganó el prólogo del Tour 2015 y con BMC también la 'crono' inicial de la pasada Vuelta. Otra vez es el líder.
Dennis, a casi 50 km/h, impidió que el polaco Kwiatkowski prolongara en el inicio de la Vuelta el dominio que el Sky ha exhibido en el Giro y el Tour. Otro dorsal del Sky, Castroviejo, terminó séptimo y primer español, a 21 segundos, un suspiro mejor que Jon Izagirre (a 22s), que ejerció de líder del Barhaim. Valverde, a 24, siempre está. Y cerca, a 29 segundos, se clasificaron Kruijswijk y Simon Yates, justo un segundo mejor que el atinado Quintana, Pello Bilbao y Zakarin. Enric mas cedió 34, por 35 de 'Supermán' López.
A partir de ahí, las pérdidas crecen. Aru se dejó 39 segundos. Pinot y Adam Yates, 40. A 45 se clasificó Urán, igual que De la Cruz. «Siempre me cuesta arrancar, pero no pensaba que tanto», reconoció el catalán del Sky. «Bueno, esto es una carrera de tres semanas». Y en Málaga sólo se recorrieron 8 kilómetros. Eso sí, suficientes para dar la razón a Richie Porte, relegado a 51 segundos en su especialidad. «Ya dije que no estaba bien. He estado rematadamente mal y creo que va a ir a peor», declaró junto a la Catedral de Málaga, la 'Manquita' la llaman porque sólo tiene una torre. Porte no es manco, pero anda cojo. Sin muchas ganas y con gastroenteritis.
Picasso inventó otra manera de ver las cosas. En apenas un chasquido, la Vuelta ya ve que Quintana viene a ganarla. Ni un despiste en la rampa de salida le inquietó. Apenas regaló segundos. Como hacía el pintor malagueño, es mejor no desperdiciar nada, que cada segundo puede valer de camino a Madrid.
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