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Brillan sin sol Añana, la Rioja Alavesa y el Parque Natural de Izki. Se luce Álava, con una afición entregada a los suyos, que son todos. Pero especialmente a Mikel Landa y Oier Lazkano, que llegaron a la meta de Maeztu en el orden inverso, ... tanto clasificatorio como de grado de decepción. El vitoriano del Movistar con «rabia» por no conseguir una victoria que se llevó Urko Berrade (Kern Pharma) y que tuvo al alcance. El de Murgía, atravesado, con ganas de desaparecer y ninguna de hablar. Acababa de perder por completo las opciones de podio el día que toda su afición, fiel, devota y numerosa, esperaba todo de él. Sus seguidores seguirán ahí. Como siempre. Lo peor fue que el equipo no estuvo a la altura.
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Los cientos de aficionados postrados en la salida de Mendizabala a la mañana barruntaban dos pronósticos para la etapa. Una victoria en fuga y un ataque de Landa. No tenía nada que perder. Como Carapaz. «Todo el mundo te pide. Hoy sí o sí. No es fácil contenerse pero… es un día para la escapada, no para la general», decía el alavés antes de subirse a la bici. Se descartaba. Pero... ¿Y si sí? Si el otro día en los Lagos dijo que lo probaría «aún con más ganas». Eso es 'landismo'. Ilusión por que todo implosione. Pero esta vez no. Al primer ataque de Carapaz, Landa cedió.
💙 Another attack from Soler to take full points at the top of Puerto Herrera!
— La Vuelta (@lavuelta) September 5, 2024
🚴♂️ ¡Ataca Soler en cabeza y corona en primera posición el Puerto de Herrera! #LaVuelta24 | @loterias_es pic.twitter.com/RNdxfH7WJc
El EF Education eliminó el tran tran del Decathlon en la primera recta vertical del puerto de Herrera. El australiano Sweeny dio el primer acelerón, el ecuatoriano Cepeda redujo el grupo de favoritos en una docena y Carapaz inició el destrozo. Primer ataque, de tanteo. A la derecha le flanquea una hilera de espectadores. A la izquierda, los viñedos de la Rioja Alavesa, cada vez más diminutos. Por detrás, Mas, Roglic y O'Connor. Muy a lo lejos, Landa. Pum. Segundo ataque. Denominación de origen del ciclista ecuatoriano. Quedan dos kilómetros de subida. Le siguen los mismos. Les anima cada vez más gente. Carapaz toma aire y ve la rampa final. 400 metros. Tercer ataque. Violento. Desenfrenado. Aprieta los dientes. Apenas hay un par de metros entre los que miran y el que sufre. Todos disfrutan. También Mas y Roglic, que aguantan entre el griterío. Algo menos O'Connor, que cede unos metros. La desventaja de Landa se contaba ya en segundos. 28 en la cima. Lo bueno era que quedaban 45 kilómetros aún para la meta y tenía compañeros por delante. Se podía salvar.
En el descenso, algunos querían bajar hacia arriba. Doull y Shaw esperaban a Carapaz. Lafay al líder. Canal y Arcas a Mas. A Landa, nadie. Alberto Contador, ahora analista en Eurosport, decía en los días previos que con varias alianzas, alguien con la valentía del ciclista del Soudal podía dar un vuelco a la carrera. 'Landismo'. Pero las coaliciones fueron para eliminarle a él. Todos los equipos relevaban por delante mientras el alavés, en crisis, tiraba de un grupo en el que ninguno quería ir más rápido y mientras se preguntaría que dónde estaban sus compañeros.
Había tres en una fuga de 42. Bien. Casper Pedersen trabajó entre Rivas de Tereso y Elciego. Vansevenant hasta el primer kilómetro de Herrera. Cattaneo seleccionó la escapada sin pedir un relevo. Hasta aquí, bien. Quedaban trece. En 17 minutos cubrieron 5,6 kilómetros al 8,3% de media y rampas del 14%. El epitafio de la tumba de Landa, con las piernas, quizás, demasiado encasquilladas.
Iba descolgado, cruzado y con mala cara cuando la cuenta de Twitter de su equipo escribía «Aúpa Mikel». El Community Manager remaba más que el propio director del equipo, que veía a Pedersen rodar a cola del grupo de favoritos. Mal. Pasaban los segundos y no se paraba a ayudarle. «Era difícil escuchar por la radio lo que realmente estaba pasando», justificó. Cuando se unieron y se puso a tirar, ya perdían minuto y medio. Cuando quiso ayudar Vansevenant, que andaba sin opciones, dos minutos. Eso también es landismo.
Con todo perdido, el esperpento del Soudal Quick-Step, T-Rex en esta Vuelta, fue aún mayor. El equipo ordenó detenerse a Mattia Cattaneo, el hombre que podía ganar y darles una alegría en un día aciago. Mal. El italiano no entendió una decisión incomprensible, gesticuló y maldició contra su coche y se sentó en el guardarraíl hasta la llegada de su líder. Cumplió con su trabajo. Redondeó el bochorno.
A Landa se le resiste tanto el podio de La Vuelta como el del Tour. Y, en esta ocasión, le duele aún más. Tras llegar con 3 minutos y 20 segundos de retraso con los favoritos y caer de la quinta a la décima plaza en la general, esquivó a los periodistas y se subió al autobús de su equipo. «Está totalmente callado. Ha sido un día muy malo y es normal que no quiera hablar con nadie», expresaba su director Iljo Keisse, cariacontecido. El exciclista reconocía que paró «tarde» a sus compañeros, pero repartió las responsabilidades. «Al final, si Mikel hubiera tenido las piernas de otros días, habría estado con los Carapaz y compañía». Duele.
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— La Vuelta (@lavuelta) September 5, 2024
💥 The moment everything EXPLODED!
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🚴🇪🇸 | Het peloton deed lange tijd helemaal niets, maar ineens vindt de ploeg van Carapaz dat er iets moet gebeuren. Ook in de kopgroep is er veel reuring. #LaVuelta24
— Eurosport Nederland (@Eurosport_NL) September 5, 2024
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Sin Cattaneo, en la fuga quedaban 12. Solo uno podía ganar, pero todos miraban a Lazkano. Álava contenía la respiración. En la subida a Herrera parecía querer pasar desapercibido. Llevaba las gafas en la espalda y agachaba la cabeza. Mirando el asfalto negro y rugoso. Como queriendo que no le vieran. Pero no era fácil. A su paso, todos le animan. «Aupa Oier». El de Adurza se conocía cada metro del terreno. «Hay un repecho de tres kilómetros al final que va a decidir mucho», advirtió de salida. Acertó.
Ahí tenía la victoria. En la fuga de la fuga. Tan cerca. «Lo difícil es entrar pero hay que rematar», repetía en la meta. Y tan lejos. «Me he puesto muy nervioso al principio del repecho. Debería haber actuado con más sangre fría». Le dejaron toda la tostada y se le quemó. «Tenía que haber andado más atrás con la escopeta en vez de dar tanto la cara», sentenció autocrítico. Un quinto puesto agridulce y un vibrante desenlace que ratificó que Álava tiene terreno de sobra para albergar grandes etapas. Así lo recordará el Kern Pharma de Ibon Ruiz. El vitoriano no pudo estar en la escapada, pero no debe sentir remordimientos. Lo hicieron cuatro compañeros. Uno ganó, Urko Berrade. Pau Miquel, tercero, fue relegado por sprint irregular. Todos celebraron. El alavés menos protagonista fue el más feliz. Y la afición contenta, esperando una nueva jornada en la que sus vecinos puedan resarcirse.
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