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Abanicado por el viento sur, Christian Prudhomme disfruta hablando de su carrera, el Tour, sentado en la terraza del Ezkertza Berria, el restaurante de Derio situado en la primera rampa de la vieja subida a Santo Domingo. Por ahí pedaleó un mito como Federico Ezquerra ... antes de convertirse en el 'Águila del Galibier'. De Euskadi al Tour. Y el Tour en Euskadi a partir del próximo 1 de julio, con la Gran Salida en Bilbao, y con las dos etapas posteriores: Vitoria-San Sebastián y Amorebieta-Baiona. Prudhomme echa un trago de agua y se zambulle en la conversación sobre la Grande Boucle.
– En diciembre de 2020 viajó a Bilbao para anunciar a los representantes institucionales vascos que la ciudad iba a ser la Gran Salida en 2023. ¿Cómo fue aquella reunión secreta?
– Antes hubo otra reunión, en 2016, con Javier Guillén, director de la Vuelta, que fue quien me dijo que Bilbao quería acoger al Tour. A eso se une que desde que la carrera estuvo en San Sebastián en 1992, todos los años recibíamos la petición para volver por parte de las instituciones vascas. Cambiaba la persona que la enviaba, pero seguían insistiendo. Todos los años. Y así se llegó a esa reunión en diciembre. Estábamos en plena pandemia y poder viajar era una alegría. Era una manera de abrir el futuro. Para mí fue una liberación. Como volver a nuestra vida normal tras el confinamiento. Fue el primer gran viaje. Y fue a Bilbao. Tuve la sensación de revivir.
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J. Gómez Peña
– ¿Está todo listo para el Grand Départ en Bilbao?
– Bueno, faltan cien días y siempre hay algo que retocar, pero lo fundamental está hecho. Hemos trabajado con muchísima confianza con las autoridades vascas. Nos gusta la salida que han elegido porque vamos a mostrar la belleza de Euskadi, su costa, su montaña... A los periodistas franceses que han viajado con nosotros les ha impresionado la cantidad de colinas y subidas que hay aquí. Sobre todo, la carretera que sube a Pike Bidea (en el tramo final de la primera etapa).
– Ese inicio tan duro obligará a los mejores a dar la cara.
– Eso es. Todos los que tres semanas después estarán luchando por el podio de París tendrán que estar codo con codo en este inicio en el País Vasco, tanto en la etapa de Bilbao como en la de Vitoria que acaba en San Sebastián. Ante la opinión pública francesa tenemos que justificar por qué vamos al extranjero. Y la retransmisión televisiva difundirá la belleza de este paisaje y la pasión de los vascos por el ciclismo. Esperamos con impaciencia ver esas imágenes.
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J. Gómez Peña
– Su primer ídolo fue Raymond Poulidor, a quien un ciclista vasco, José María Errandonea, batió en el prólogo de 1967 e impidió que se vistiera de amarillo. Nunca lo hizo.
– Cierto. Yo era muy niño y mi ciclista era Poulidor. No fue líder por esos dos segundos. Errandonea ganó el primer prólogo de la historia del Tour y a partir de ahí se empezó a construir la leyenda de Poulidor como eterno segundón. Ni ganó el Tour ni fue líder. En parte, esa leyenda se debe a un corredor vasco.
– Le gusta poner a Luis Ocaña como ejemplo. ¿Es otro de sus ídolos?
– Es el símbolo de un ciclismo romántico. Del pequeño que se atreve con el grande, con Eddy Merckx. Que no teme a Goliat. Sólo con mencionarle se me pone la piel de gallina. Recuerdo la retransmisión de aquel Tour de 1971 como si fuera ahora mismo. La radio nos hacía soñar. Ocaña nos dio de todo, penas, alegrías... Fue una inspiración.
– Como periodista vivió en el Tour 2001 la victoria de Roberto Laiseka en Luz Ardiden.
– Roberto y el Euskaltel. El entusiasmo de la marea naranja. Y la cara de Roberto, tan chupada que parecía un Cristo. Verle ganar con los brazos abiertos era como observar un cuadro de Cristo. Era el primer Tour que yo retransmitía para la televisión francesa y esa imagen me marcó. Me gusta cuando la gente construye equipos poco a poco. Aquí lo hizo Miguel Madariaga. Creció y nunca olvidó de dónde venía, de la cantera. Ese equipo era el símbolo de una aventura, la prueba de que gracias al trabajo se pueden subir poco a poco todos los escalones.
– ¿Qué imagen de Euskadi va a dar el Tour en el resto del mundo?
– La belleza de Euskadi, la dificultad del terreno y la pelea entre campeones. Una salida aquí con ciclistas como Vingegaard, Pogacar, Van Aert y Van der Poel es garantía de espectáculo. Y los campeones de aquí, como Mikel Landa, o franceses como David Gaudu tampoco se van a quedar atrás. Los mejores van a estar en cabeza el primer día del Tour. El espectáculo en Bilbao va a ser enorme. Es un país magnífico y lleno de historia y cultura. Pasaremos dos veces por Gernika y eso no es obra del azar. Vamos a mostrar Euskadi al mundo. A la afición vasca sólo le pido que sea ella misma.
– ¿Qué aporta el Tour a Bilbao, a Euskadi?
– Es un escaparate, una ventana al mundo. Dos mil periodistas estarán acreditados. Enviarán imágenes y relatos a todas las esquinas del planeta. A 190 países. Se retransmiten cinco horas diarias de cada etapa. El mundo va a ver Euskadi. Te pongo un ejemplo: mi esposa y mi hija van a venir y no todos los años van al inicio del Tour. Aprovecharán para hacer turismo. Muchos harán lo mismo. Cuando vean la imagen del pelotón pasando junto a San Juan de Gaztelugatxe, aficionados de todas partes querrán venir. Esta es una tierra preciosa, con lugares fantásticos como la bahía de La Concha.
– ¿Dejará algún legado el Tour?
– Los anglosajones ven el Tour como un impulso para la práctica diaria de la bicicleta. Si vives en un lugar plano es más fácil; aquí, con tanta cuesta, sé que parece más difícil. Pero esta mañana he pasado por dos colegios (Legarda, en Mungia, y el Colegio Francés) y he visto cómo algunos niños van en bicicleta. Eso me ha gustado mucho. Creo que en Europa tenemos que replantearnos los desplazamientos cortos. No tienen que ser siempre en coche. Se puede ir a pie, en transporte público o en bicicleta. En 2007, cuando salimos desde Londres, el alcalde aprovechó el Tour para promocionar los desplazamientos en bicicleta. Hay algo más: el Tour trae orgullo. Ver el Tour en tu ciudad y cómo todo el mundo se fija en este lugar genera un orgullo sano.
– La Gran Salida en Copenhague, en 2022, fue un éxito de público. Una marea humana. ¿Cree que en Euskadi pasará lo mismo?
– Eso es lo formidable. El comité organizador vasco estuvo en Dinamarca y lo vio. Ahora saben que para vestirse el maillot amarillo de mejor público van a tener que hacer un esfuerzo. En el Tour conocemos la pasión de los vascos por el ciclismo. Lo de Dinamarca nos sorprendió. Bueno, alguien avisado vale por dos. Seguro que los vascos se pican y quieren, por lo menos, hacerlo igual de bien.
– ¿Cómo imagina la etapa inicial en Bilbao?
– Se han alineado todos los planetas. Habrá montaña y un gran generación de campeones. Es un terreno ideal para Pogacar, Vingegaard... Es un día que lo tiene todo. ¿Atacará Pogacar desde lejos? ¿Lo hará Vingegaard en Pike Bidea? Una etapa así ya nos hace soñar. Ya estamos soñando con esa jornada.
– ¿Qué cuenta usted de Euskadi?
– Que nos han acogido muy bien. Que es un paraíso ciclista. Que es precioso. El decorado es lo que le da gracia al Tour. Pero, de todo, lo que más me ha impresionado de Euskadi es que nos han pedido que vengamos desde 1992, cada año. Es algo que nunca nos había pasado. Nadie ha sido tan persistente.
– Tras el Tour 2023, quizá siga recibiendo esas cartas para una Gran Salida en, por ejemplo, Vitoria.
– Si no la recibo, será una decepción, ja, ja.
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