Por supuesto que no es sábado 22 y que mañana no se acude a las urnas, pero hoy es día de reflexión. Entramos en la recta final de esta edición con un líder sólido y con una lucha por el podio que ahora mismo mantiene ... toda la atención del espectador.
Me consta que el Tour 2023 está batiendo todos los récords de audiencia. Si la edición 2022 ya fue espectacular en cuanto a repercusión mediática, esta está batiendo todos los registros. Seguimiento, impacto publicitario y por consiguiente ingresos para ASO.
Hablamos de miles de licencias que el Tour reparte por todo el planeta por y para difundir el eco de su producto. Cuanto más espectacular sea el Tour, más gente lo ve, más impacto tiene y más pasta ganan. Hablamos de uno de los negocios más potentes a nivel deportivo que existen. ASO es propietaria del Tour, Paris-Dakar… y la Vuelta. Dato que en muchos foros ha pasado de puntillas. La Vuelta pertenece al Tour. Seguro que con este dato ahora entenderán muchas cosas. El Grand Départ queda lejos pero mucho se ha hablado del coste de la operación por parte de las instituciones. Yo no sé si es mucho o poco, ni siquiera cuál ha sido la cantidad total a abonar para que el gran circo tuviese salida desde Euskal Herria. Aún es pronto para tener el balance total de la operación, pero creo que saldrá positivo.
No tengo duda de que el ciclismo es rentable. Tener un equipo en el World Tour es muy costoso, eso lo tenemos claro, pero seguro que es rentable. La globalización nos ha llevado a perder parte de la esencia y el romanticismo. Desde 2004, cuando desaparecieron los grupos deportivos y llegaron las SL (Sociedades Limitadas), todo cambió. Cambió en muchas cosas para bien, se necesitaba modificar en buena parte la base estructural de cada empresa. Otras en cambio se han olvidado o simplemente han desaparecido por completo. Las firmas de casa ya no tienen prácticamente sitio a no ser que dependan de un holding empresarial potente. Gracias a los medios y a la red, el ciclismo se ve en todo el mundo y a cualquier hora.
Este Tour está siendo especial porque creo que todos hemos interiorizado lo que estaba pasando. Desde el duelo inicial, el desparpajo en los finales en alto, hasta el éxito y derrota en una jornada no apta para todos los públicos.
Un guion con ciertos tintes de ficción nos está dejando un serial de vivencias indescriptibles desde el punto de vista emocional. No tengo ninguna duda de que estamos ante un producto muy goloso para cualquier proyecto cinematográfico.
Y de todo esto , ¿cuánto reparte el Tour?
Más bien poco, por no decir nada.
El negocio es el negocio. Yo viví la época donde hasta los coches de equipo eran de la marca Fiat. Cada escuadra tenía durante el año contrato con su marca de coches (en el ONCE, Audi y Peugeot), pero en el Tour todos con Fiat. Ejemplo claro del potencial dictatorial existente.
Todos los equipos se deben a sus patrocinadores y estos desean estar en la mejor carrera del Mundo, el Tour. Ser protagonista en la ronda gala te da ese grado de visibilidad imposible de lograr en cualquier otro escenario. No hay otra plaza como la de Francia. Nos guste o no estamos ante la mejor carrera del mundo.
Cuántas veces alguien jura y perjura que no volverá y al año siguiente es de la partida. Típico brote de un mundo inestable y especialmente demagógico.
Siempre dije que el ciclismo no es más que un circo donde los ciclistas no son más que los payasos.
Hoy valoramos lo acontecido hasta ahora a falta de la traca final. Todo ha salido a pedir de boca, todo el mundo habla del Tour, del esloveno, del danés. Alguno sabe desde esta semana colocar Almuñécar (pueblo de Carlos Rodríguez) en el mapa. Al final, la repercusión siempre trae cosas positivas.
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