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Todos los caminos del ciclismo mundial se cruzan hoy en Bilbao, salida y meta de la primera etapa del Tour 2023. Sobre una postal, azul y verde, de 182 kilómetros, Bizkaia sirve de campo de batalla para que Jonas Vingegaard defienda el título logrado hace ... un año y para que Tadej Pogacar reclame la corona que perdió la pasada edición. El fondista danés y el polivalente esloveno son dos prodigios. Pero pese a que parecen volar solos, tendrán la oposición que puedan presentar Simon Yates, Ben O'Connor, Jai Hindley, Richard Carapaz, David Gaudu, Enric Mas, el joven Mattias Skjelmose y la baza local, Mikel Landa. El Tour, que es un teatro a tamaño natural, asiste desde la salida junto al estadio de San Mamés (12.30 horas) al cruce de sables inicial de los candidatos al podio de París. De Bilbao, de la meta en el Parque Etxebarria, saldrá sobre las 17.20 horas el primer líder de este Tour que va a repartir las mejores postales de Euskadi por todo el planeta.
Es una fecha histórica para Bilbao y Bizkaia, como lo fue el paso del Tour por Vitoria en 1977, con victoria de un corredor del equipo KAS, José Nazabal, y como resultó la Gran Salida desde San Sebastián en 1992, cuando Miguel Induráin, vestido de amarillo, ganó en el prólogo. Bizkaia quiere asombrar ahora al Tour.
Los diseñadores del trazado del Grand Depart se han empeñado en ser fieles a la geografía vasca. Y también al ciclismo de Euskadi. Tenía que ser un inicio montañoso. Lo es. La de Bilbao es la etapa inicial más dura en los 120 años de vida de la ronda gala. Más de 3.200 metros de desnivel acumulado. Eso sí, sin grandes puertos. Sube y baja sobre el perfil de una sierra que te va cortando el riego en las piernas. El tramo final, con las ascensiones a Morga (4ª categoría), el Vivero (2ª) y el kilómetro vertical de Pike Bidea (3ª), pasará revista a todos los que en el punto de partida se sienten con talla para reclamar un lugar en el cajón de los Campos Elíseos, meta final el 23 de julio.
Vingegaard es un especialista en vueltas. Ha encadenado triunfos en rondas menores hasta llegar, «en el punto de forma» que quería, a la capital vizcaína. Con 24 días de competición, cuatro más de Pogacar. El esloveno es otra cosa. Vale para todo. Su triunfo primaveral en el Tour de Flandes le eleva al techo de este deporte. Puede competir contra todos en cualquier lugar. Su talento le da para discutir ante quien sea un puesto entre las leyendas. Trae a Bilbao un lastre, la rotura de muñeca que le tuvo inactivo entre el 23 de abril y el 22 de junio. Suplió las carreras por sesiones de rodillo, escaleras y natación. Ganó algo de grasa, pero, según dice, ya se ha librado de esa carga. «Estoy en mi peso, con el que he logrado mi mejor rendimiento», asegura, aunque aún no ha recuperado la movilidad total en la bisagra del antebrazo. Pike Bidea hoy y Jaizkibel mañana calibrarán su nivel real.
La etapa que mostrará Bizkaia al mundo no es sólo para los aspirantes al podio. Tiene formato de clásica. Y cuando tiras del hilo de esa palabra aparecen de inmediato dorsales como los de Julian Alaphilippe, Mathieu van der Poel y Wout Van Aert. Hay más: Ciccone, Woods, Girmay, Cosnefroy, Laporte, Madouas, Cort Nielsen... A esa lista, motivados por estar en casa, se suman Alex Aranburu, Ion Izagirre, Omar Fraile y, sobre todo, Pello Bilbao, que corre en su jardín y que ya le ganó a Alaphilippe en una mano a mano durante la Itzulia 2022. El ciclista de Forua podría disputar esta etapa con una venda en los ojos. Pisa su coto.
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Igor Barcia
La jornada, histórica para el ciclismo vasco, le hará varios guiños a la memoria. Partirá desde San Mamés, La Catedral del fútbol. Un pionero de origen irlandés, Roger Moser y Peake, impulsó en 1904 de la Sociedad Ciclista Bilbaína y, tras jugar en el Athletic, fue el personaje clave en la creación en 1924 del equipo ciclista de la entidad rojiblanca. Duró poco, hasta 1929. Pero colaboró en el crecimiento de un deporte sobre ruedas que hoy trae el Tour de Francia a las puertas de La Catedral.
Las carreteras por las que transita la Grande Boucle son una cadena humana. Los aficionados disfrutan primero (dos horas antes) con el espectáculo ambulante de los 150 vehículos de la caravana publicitaria. Es el aperitivo festivo para asistir al paso veloz de los 176 ciclistas. Los mejores del mundo en su mejor momento. Tras el paseo neutralizado por Bilbao y la subida a Enekuri, llega el banderazo. Guerra sin cuartel. Así es esta carrera maravillosa y despiadada. Loiu, Lauro y el alto de Unbe (por Laukiz) descorcharán los primeros intentos de fuga. En el Tour cada pancarta es un tesoro. Nadie regala nada. El color amarillo invadirá Bizkaia.
El pelotón se ceñirá a la ría por Lamiako, donde también jugó el Athletic, y se subirá al zócalo de la costa por Getxo, Sopela, Plentzia y Armintza. Las cámaras del Tour, que tan buen ojo tienen, destaparán en las pantallas de más de 190 países los tesoros geográficos del territorio. El aroma a salitre llenará el aire del Tour a la altura de la península, tan televisiva tras aparecer en la serie Juego de Tronos, de San Juan de Gaztelugatxe. Dragones y ciclistas.
El alto de San Pelaio (3,5 km. al 7,6%) abrirá el telón de Urdaibai. Las hileras de pesqueros en Bermeo. Paisaje anfibio. El río que se vuelve ría. De la montaña al mar. Las mareas que cambian el color de la postal. La gaviotas que van y vuelven desde Izaro. El arenal de Laida. La ola zurda de Mundaka que rompe frente a las laderas de txakoli que marcan el camino hacia Gernika. El eco del cuadro antibelicista de Picasso. El Tour y su multitudinaria audiencia pasarán por ahí sin pestañear. En ese museo al aire libre no se guardará silencio. Al revés. La afición vasca atronará con su banda sonora.
Y queda lo mejor. La pelea. El tramo final contiene las ascensiones a Morga (3,9 km. al 4,1%), el Vivero (por Erletxes, 4,2 km. al 7,3%) y, como puntilla, Pike Bidea desde Sondika (2 km. al 10%). A riñonazos sobre pedales por un pasillo de voces. El descenso a toda pastilla por Enekuri hacia el corazón de Bilbao, con el Guggenheim a la derecha, anticipará el desenlace en el repecho que sube desde el Ayuntamiento hasta el Parque Etxebarria. Es un final para tipos con pegada, con capacidad para resistir en Pike y con velocidad para ese sprint agónico. Pello Bilbao dice que es una «oportunidad única». Sueña con ser el líder del Tour que pasa por su casa mientras el mundo descubre lo mejor de Bizkaia.
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