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Ante el imponente silencio de la naturaleza, en el corazón del parque natural del Gran Paradiso, resonó el jadeo profundo de Mikel Landa. A todo volumen. El alavés desenterró el espíritu de los viejos escaladores, de Pantani, de Fuente, de Bahamontes. Tipos como él, ... de los que embisten contra todo, incluso contra montañas como Ceresole Reale. A 17 kilómetros de la meta, cuando los demás andaban rumiando sus cuentas, Landa se tuvo fe. Se sintió invulnerable. En su hábitat. Metido en el sueño que le hizo ser ciclista. Con el dorsal valiente de sus ídolos. Enderezó la mirada, vio la cima y nunca se giró. Convencido. Sentado en su bicicleta pasó sobre los cadáveres que caían de la fuga y no le dio tiempo a cazar al tártaro Zakarin, ganador de la etapa, pero sí a distanciar, a asustar, a todos sus rivales para el podio final. El alavés pudo ganar el Giro de 2015 y quiere ganar este. Le recortó minuto y medio a Roglic y Nibali, y alejó todavía más a Yates y 'Superman' López, machacado por una avería. A Landa aún le queda trecho que remontar -Roglic le saca dos minutos y medio-, pero el Giro que falta es su aliado. Está lleno del silencio de la montaña donde a él se le escucha mejor. Basta con pegar la oreja a una de estas gigantescas paredes. ¿Puede ser su Giro? «Está difícil, pero todo es posible», contestó.
Landa y 'Superman' López habían mostrado el camino el día anterior. Ellos desvistieron a Roglic de gregarios en la primera cuesta del Giro. Visto lo sucedido en la decimosegunda etapa, la decimotercera, metida en los Alpes, estaba hecha para conocer el valor exacto de Roglic. En ruta hacia la nieve, el Giro se puso a la brasa. Todos los equipos se sumaron en la misma fuga por las rampas del Colle des Lys, el primer puerto. El Astana de 'Superman' metió a Izagirre, Zeits y Cataldo. El Movistar de Landa, a Rojas, Carretero y Amador. El Mitchelton de Yates, a Nieve y Jull-Jensen. El Barhain de Nibali, a su hermano Antonio y a Pozzovivo. Y el Trek se subió a esa aventura con el mismo Mollema, Brambilla, Conci y Ciccone. Pese al dominio de Roglic en las etapas cronometradas, aquí no ha capitulado nadie. Buena noticia. Quedaba claro que iba a ser un día a escribir en letras grandes. Las cinco de Landa.
Cada escuadra colocaba a sus peones. Era el momento de la táctica. De reclutar apoyos. El UAE del líder Polanc y el Jumbo de Roglic mantenían a tiro la fuga. Pero sonó la hora del cambio. La pulsó Pello Bilbao, que con sus dos piernas como tenazas estranguló la subida a Pian del Lupo. La cuesta del lobo. Pello tiraba en favor de 'Superman'. Y dejó a Roglic sin escuderos. El plan marchaba. En el tránsito por el valle hacia la cuesta final se percibía ese ambiente de los grandes días. Iba a ser una etapa para recordar. El desgaste era brutal. Y ahí, en la asfixia, solo flotan los elegidos.
En la fuga, Zakarin, Nieve, Ciccone, Mollema e Izagirre empezaron a medirse con la mole de piedra de Ceresole Reale. La victoria estaba a su alcance. Detrás, Roglic, siempre oculto, seguía siendo un enigma. Y ahí, en el nacimiento de una montaña de veinte kilómetros, Landa comenzó a divertirse. Como aquella mañana infantil con la cuadrilla en la cuesta del Santuario de Oro, en Murgia. Como en la Subida a Gorla amateur. Como en las Lagunas de Neila cuando debutó como profesional. Siempre ganaba. Nació así, escalador. De esa especie. El Gran Paraíso, pintado en el aire, le reclamó. Es hijo de la montaña. Se metió en su mejor retrato. Rostro de escayola, imperturbable, sin ni siquiera la astilla de una arruga. Con temple para secarse el sudor como si estuviera en una tumbona de playa. Mientras los demás se consumían estrujándose, los pedales de Landa silbaban. Balas.
Al Movistar le cuadraba todo. Carretero y Amador, que iban en la escapada, le esperaron. Le remolcaron en el tramo de falso llano. Lo dieron todo. Medio minuto por detrás, 'Superman' ponía pie a tierra por una avería. Y Yates flojeaba. A 8 kilómetros de la cima, Landa se quedó solo. A solas con su enorme desafío. Lo que más le motiva. Se ajustó a su posición preferida, la de Pantani, con las manos en la parte baja del manillar. Pura fuerza de la naturaleza. Es su entorno. Quería esculpir una de sus mejores etapas. Comenzó a remontar a los caídos de la fuga. Le veían pasar. Humanos. Y empezó a aumentar la renta sobre Nibali, Roglic, Majka, Sivakov y su compañero Carapaz, que luego les remachó. Día redondo para el Movistar.
A más de dos mil metros de altitud hay vinagre en la sangre. Falta aire. Landa, enmarcado en paredes de nieve, sufrió en el kilómetro final. Lo dio todo por ser como siempre ha querido ser y las caídas no le han dejado. Lo que las piernas ya no podían lo pusieron las ganas. No alcanzó ni a Zakarin ni a Nieve, pero cruzó el umbral del Gran Paraíso en tercera posición, con 18 segundos sobre Carapaz y 25 sobre Mollema. A Majka le sacó 47. A Roglic y Nibali, 1 minuto y 37 segundos. A López, 3 minutos. Y a Yates, 3.40. En la general manda aún Polanc, con Roglic a 2.25. Nibali está a 4.09. Carapaz a 4.22. Y Landa, octavo, todavía a 5.08, pero cargado de moral, su mejor munición. En el Gran Paradiso se cargó de aire para gritar en el silencio de la montaña que no renuncia a nada, que atacará hasta donde pueda. El eco retumbó en los Alpes y los Dolomitas que faltan.
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