Ricky se encara con Campazzo tras recibir un golpe en la rodilla en una de sus defensas al límite

En eso del oficio, Ricky Rubio volvió a demostrar que es uno de los mejores jugadores de baloncesto del mundo. No estaba acertado en el tiro (como no lo estuvo realmente nadie en el encuentro) pues me conformo con firmar 7 puntos, 8 asistencias y 4 rebotes. Más un robo y un tapón. Si se le añade que el de Masnou solo perdió dos balones y que dirigió con maestría a sus compañeros, el resultado es un partidazo. Victoria 87-99 en el Ball Arena de Denver, guarida de uno de los cocos del campeonato.

Rubio fue el mango de un martillo en el que Jarret Allen, número uno del último draft, y el veterano Kevin Love pusieron la maza. 21 puntos del joven pívot, 22 del casi olvidado 'cuatro', último superviviente de los Cavs campeones con LeBron e Irving en sus filas.

Por los de Colorado brilló como siempre Nikola Jokic, 24 puntos y 19 rebotes, pero los focos y la reprimenda tiene que ser para Facundo Campazzo.

El argentino juega al límite. Sobre la fina línea que lo delimita, en muchos casos. Y esta vez se pasó de frenada. No es la primera. En un intento por evitar el triple liberado de Ricky, el exmadridista frena tarde, como le ha pasado otras veces, y golpea la rodilla del base español. Peligroso toque que podía haber lesionado al catalán.

Que se lo digan a Toko Shengelia o a Gielo, que acabaron en el dique seco arrollados por el ímpetu del timonel de la albiceleste. Campazzo nunca tuvo intención de impactar, pero pasó.

Quizá por eso, porque en la NBA el respeto por la salud del resto de jugadores es sagrado, Rubio se levanta como un resorte y se encara con su rival. Llegan a colocarse testa con testa en esa absurda contienda imitada a los carneros. Extraño que Rubio proteste por algo. Quedó en anécdota.