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Las siestas con los documentales de la 2 nos enseñaron lo que sucede cuando se juntan dos machos alfa. Si además los encierras a un metro del aro… Al final, el viejo no asume que le supere el joven y una sola chispa puede encender ... a toda la manada. Más o menos es lo que aconteció en el Utah Jazz - Indiana Pacers. La pelea, que acabó a puñetazos, se inicia a unos cuatro minutos del final. Con los de Indianapolis ganando por 10. Fueron por delante casi todo el encuentro y terminaron ganando (100-111) en Energy Solutions Arena de Salt Lake City.
Rudy Gobert, francés, uno de los mejores defensores de la NBA y con fama de tipo duro, recibe con ventaja en la continuación del pick and roll y se dispone a machacar. De la nada aparece Myles Turner. El joven pívot de los Pacers, mejor taponador del campeonato de largo, es, posiblemente, el más claro sucesor natural del interior de Saint-Quentin. El gorro que le cae al galo es descomunal. Tampoco era el primero de la noche. Antes le había puesto otro aún más bello. Gobert no lo consigue digerir. Llevaban picados varios cuartos. Al simular la caída y que le han hecho falta decide agarrar a Turner por los pantalones y arrastrarlo al suelo. El tejano, tierra de disparo fácil, acepta el absurdo reto y cuando se ponen en pie hace como que se choca con el rival. Lo arrolla. La bronca estaba servida.
Y eso que el balón seguía en juego. Pero al verlos bailando muy pegados (una mezcla entre lucha libre, sumo y concurso de ver cuál da más vergüenza ajena) el resto de jugadores de los Jazz salen corriendo para meterse en medio. Joe Ingles, no hay nada que motive más a un australiano que las peleas tabernarias, llega a puñetazo limpio. Donovan Mitchell, jugador franquicia de los de Utah y aspirante a megaestrella planetaria en poco tiempo, también desenfunda rápido. Los cuatro acabaron expulsados.
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Sergio Eguía
Es la segunda gran pelea de la semana. El día 9, otro europeo, Nikola Jokic, MVP de la pasada campaña, la liaba en el Nuggets - Heats. El serbio recibía una dura, absurda e innecesaria falta antideportiva de Markieff Morris en medio campo y aunque los colegiados ya la habían señalado, se toma la justicia por su mano. Espera a que el interior de Miami, otro de los chicos duros de la liga, se dé la vuelta y le empuja haciéndolo rodar por el suelo. Expulsado. Y suspendido por un partido, lo que le ha supuesto 210.000 euros de multa.
Habrá que ver a cuánto ascienden las sanciones por el altercado de Gobert y Turner. La NBA paga altísimos salarios pero castiga en consonancia. Una técnica son 2.000 dólares. Negarse a ir a la sala de prensa tras el encuentro puede llegar a los 30.000 (son que los que pagará Jimmy Butler, que se enfrentó al banquillo de los de Denver mientras su compañero y el Joker se enfrentaban en la cancha). A Morris, por la antideportiva le han sancionado con 50.000 dólares.
Todavía más inverosímil resultó la primera bronca pública del curso. La protagonizaron los Lakers y como todo en LA tiene un punto teatral más acusado, la interpretaron entre ellos mismos. Dwight Howard y Anthony Davis -aka La Ceja (que buen mote para un villano del cine) se engancharon tras varios empujones durante un tiempo muerto. En una peli habría ganado el primero, por eso de que le llaman Superman, en la vida real perdió el equipo y el baloncesto. Igual que en Denver hace seis días y que en Utah hace dos madrugadas.
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